El FC Barcelona y el PSG se negaron a atender a los micrófonos de la televisión que en España tiene los derechos de retransmisión del Champions League, Movistar Plus+, tras el vibrante duelo en el Parque de los Príncipes. El conjunto azulgrana, que salió vencedor por 2-3, se sintió “ofendido y enfadado” por un comentario que minutos antes del inicio del encuentro y desde el plató en Madrid hizo Germán ‘Mono’ Burgos sobre Lamine Yamal.
El joven futbolista del Barça fue protagonista en el calentamiento porque de manera permanente desde la grada era señalado con punteros láser y, cuando enfilaba el túnel de vestuarios seguido por las cámaras, lo hizo dando toques al balón. Eso provocó el comentario del ex guardameta del Atlético que acabó ofendiendo a los culés y, por solidaridad, al PSG. “Ojo, si no le va bien termina en un semáforo”, dijo.
Al término del partido, el periodista Ricardo Sierra informó desde el Parque de los Príncipes de que el Barça no atendería a los micrófonos de la cadena por el comentario del Mono Burgos, y pidió disculpas en nombre de Movistar Plus+ al Barça y al jugador.
También lo hizo desde el plató el ex jugador argentino. “Ojalá hubiera tenido yo la habilidad de este chico. Fue un comentario sin querer herir a nadie y pido disculpas. Haciendo una humorada te metes en problemas y, en estos tiempos, tienes que aceptarlo y pedir disculpas“, aseguró.
¿Cómo parar un tren de alta velocidad? Con esa pregunta se fueron los italianos del AufSchalke Arena después de ver cómo Nico Williams hundía a Di Lorenzo y le hacía pensar en lo que pesan 30 años cuando un descarado jovenzuelo se empeña una y otra vez en someterte a un calvario. No había ayuda posible que consiguiera que recuperara la cintura cada vez que el extremo del Athletic le encaraba. "Es lo que me pide el míster, que encare y sea yo mismo, y eso es hecho", contó el jugador tras recibir el galardón al mejor jugador del partido (MVP), sustituyendo a Fabián, que lo fue en el debu.
"Sabíamos que iba a ser difícil porque Italia se junta bien, pero hemos tirado mucho", añadía antes de confesar que encontró un socio inesperado en Cucurella. "Me entiendo a las mil maravillas con él".
En la primera fila, disfrutando de este baño a Italia, estaba el Rey Felipe VI, que viajó a Gelserkirchen para presidir el partido y fue recibido a pie de estadio por el presidente de la RFEF, Pedro Rocha. "Este equipo puede hacer grandes cosas", contó el monarca tras pasar por el vestuario, donde confesó que había "mucha fiesta" y se transmitía un mensaje: "Hay que seguir así".
"Ha sido un partido espectacular, con dominio del campo en todos los momentos, aunque el gol no haya sido posible, porque ha sido en propia puerta. Espero que haya muchos goles más de los nuestros", resumió. "Ha sido muy agradable", resumió el propio Pedro Rocha.
La presencia de Rocha no pudo ser evitada por el Gobierno, aunque lo intentó. La UEFA ampara al presidente federativo y en Gelsenkirchen quedó claro que los intentos por restarle protagonismo han sido en balde. Ni siquiera el presidente del CSD, Rodríguez Uribes, estuvo en la primera fila de autoridades, y no fue porque no lo intentó a través de todas las vías posibles. De Vicente del Bosque, presidente de la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación, nada se sabe.
El sentimiento de equipo
Uno que vivió con desesperación fue Spalleti. El técnico toscano se encaró con el banquillo español en una falta de Di Marco a Le Normand. "Tira para tu banquillo", le vino a gesticular De la Fuente, bien tranquilo porque su equipo bailaba a la todavía campeona de Europa. "Esto es gracias a los jugadores, que no se cansan de tener ambición. El sentimiento de equipo es la clave", dijo el seleccionador.
"Tenemos muchísimo talento, no me canso de decirlo. Yo no dormiría si fuese el míster por la cantidad de alineaciones que puede hacer", reflexionaba Morata. Ni siquiera se dio un respiro España en ataque y por eso vivió tranquilo Laporte pese a que tenía que encararse con Scamacca, un león al que convirtió en gatito.
Fue el central la única sorpresa del once de Luis de la Fuente, que recuperó la pareja con Le Normand porque Nacho, titular ante Croacia, arrastra molestias que le llevaron a llegar con retraso a la concentración en Essen porque se sometió a pruebas. Se lo guardó el seleccionador ante un partido exigente que acabó siendo más cómodo de lo esperado.
Nada más protegió el seleccionador. Apostó por Fabián, que se aprovechó de las ayudas de los centrocampistas italianos a las orillas, y se movió con tanta libertad que obligó a Donnarumma a sacar una mano decisiva para evitar el primer gol del partido. También maniobró Pedri a su antojo ante la mirada de Jorginho, otro al que la fecha de nacimiento se le notó, obligando a Calafiori a perseguirlo. Aseado estaba siendo el partido del central del Bolonia pretendido por la Juventus hasta que se convirtió en el protagonista involuntario del gol. Nunca habría imaginado sufrir tanto con esta España que, si bien huye de encasillarse en un estilo, está cada vez más claro a qué juega y la capacidad de dañar que tiene.
Susto y amarilla de Rodrigo
El único susto de la noche lo dio Rodrigo. Con una amarilla a la espalda del duelo ante Croacia, vio otra poco antes del descanso. Demasiado pronto para pensar que fue buscada porque el marcador aún marcaba el empate a cero, pero le obligará a descansar ante Albania el próximo lunes en Düsseldorf. No hay mal que por bien no venga, porque el capitán de España sufrió la entrada de Cristante en el arranque de la segunda mitad que le dañó la rodilla izquierda. Por un momento, la hinchada española enmudeció al ver cómo le hacían sobre el mismo césped pruebas en la articulación. Se alzó, correteó, se tocó pero aguantó todo el partido sin resentirse.
El Betis necesitaba tanto ganar como no perder y se encontró con que el Sevilla le colocó un lastre en las alas europeas. Se revolvió el equipo de Quique Sánchez Flores ante el dominio verdiblanco y sacó un punto que, sin servirle de nada, le permite salir airoso de un derbi que se disputó al ritmo que marcó Isco. [Narración y estadísticas]
Ni se acordó de su pasado sevillista cuando gritó su gol como si hubiera nacido verdiblanco. No fueron buenos tiempos los que pasó en Nervión y se vengó quebrando al eterno rival en horas bajas. Llegaba el Sevilla al Villamarín con tres victorias y dispuesto a pinchar el globo europeo de los vecinos, el único consuelo que les queda en una temporada mediocre, pero se encontró con demasiados frentes que atender. Había medido Quique cómo intentar colapsar a Isco, el carburador de todo el juego del Betis, cuando se encontró con la lesión de Isaac Romero y la obligación de echar mano de un despistado Lukébakio, que arrancó estrellando un cabezazo a puerta vacía en Ocampos tras recoger el remate de En-Nesyri escupido por el poste. No sería el único error increíble del belga.
El Sevilla trataba de estirarse hacia la portería de Rui Silva pero, a la media hora, el Betis entró en calor. Justo cuando empezó a encontrar la brújula de Isco. Un preciso centro con el exterior buscando a Bakambu obligó a Nyland a despejar a los pies de Fornals, que vio cómo Sergio Ramos le arrebataba el gol sobre la línea. El veterano central veía como el Betis le iba hundiendo cada vez más hacia su portería sin que su equipo fuera capaz de reaccionar. El golpe definitivo lo provocó Lukébakio, girándose ante otro centro de Fornals que le golpeó en la mano. Pese a las dudas, no dudó Sánchez Martínez, ni el VAR, en señalar el punto de penalti ni Isco en marcar.
Se fue el Sevilla al descanso noqueado y pudo recibió el golpe definitivo cuando Bakambu corrió desde su campo a buscar un pase larguísimo de Miranda y encarar al meta sevillista. No lo frenó Nyland sino un tirón que le obligó a salir del campo. Sí tuvo que intervenir el noruego para salvar un disparo de Ayoze tras bailar con Badé hasta quebrarle la cintura.
Se encendió el duelo cuando la respuesta de Quique fue ir a por el empate y se lo dio Kike Salas con un testarazo incontestable. El Betis quiso agarrarse a otro penalti por manotazo de Badé a Isco, pero el VAR esta vez aclaró que no era punible.
Más que conformarse, el Sevilla se volcó en contener el impulso que no tenían más remedio que dar los béticos empujados por 55.000 gargantas. El victoria pasó primero por las botas de Isco, que se nubló ante Nyland tras una asistencia al corazón del área de Fekir le dio al Betis. Después por la cabeza de Abde, que estrelló el remate en el larguero, y por último en el ensayo de Chadi Riad. Nadie pudo ganar este derbi porque nadie lo quiso perder.