Heredia e Irureta, jugadores de aquel Atlético de Madrid, recuerdan lo que ocurrió en aquel partido ante el Celtic de Glasgow en 1974 en el estadio de los escoceses
Está el cielo gris en Glasgow. No es novedad en tierras escocesas. Sin embargo, relucen las facciones de la estatua de Jimmy Johnstone, una de las mayores estrellas del Celtic de Glasgow en su historia, a pocos metros de Celtic Park. Ese prototipo de futbolista «pequeño, habilidoso y de piernas fuertes», como define a EL MUNDO Javier Irureta, ex futbolista del Atlético de Madrid en los 70. Johnstone fue el gran protagonista del partido que franjiverdes y rojiblancos disputaron un 10 de abril de 1974, hace 50 temporadas. ¿Un partido? “Una guerra”, define Ramón Cacho Heredia, otro de los soldados rojiblancos de lo que se calificó como la Batalla de Glasgow.
Heredia anda con paso lento por los aledaños de aquel estadio que calificó entonces como «una caldera». Hoy nadie le molesta. Es un ambiente tranquilo, muy diferente al que se encontró en 1974. “Había que tener mucho coraje para jugar ese partido. Era como hacerlo en Argentina”, cuenta a EL MUNDO. Pero medio Atlético de entonces era del país sudamericano así que, digamos, el coraje se presuponía. “Teníamos un grupo de argentinos muy competitivos. Ovejero, Panadero, Heredia… éramos un cruce de jugadores que nos llevábamos bien”, revela Irureta. Con altibajos.
En un rondo antes de aquella ida de las semifinales de la Copa de Europa 1973/74, Panadero y Ovejero se «engancharon como perros», según desvela Heredia. Pelea que encantó a la prensa escocesa y se cebó con el incidente titulando: “The killer ko“, con una foto de Panadero en el suelo y Ovejero de pie. Aunque parezca increíble, de esa trifulca surgió una unión mayor en el grupo para afrontar lo que venía. Adelardo fue el pegamento que consiguió juntar esas dos personalidades fuertes. “Nos tenemos que serenar, porque ya que estamos aquí tenemos que llevar al Atlético a la final”, les dijo a ambos la leyenda extremeña.
Llega el día del partido y el Atlético sufre la presión de los hinchas escoceses. “Nos golpearon el autobús camino del estadio para asustarnos”, cuenta Heredia. Y todos los aledaños de Celtic Park, llenos desde dos horas antes de la hora del comienzo. Entre los jugadores se decía: “No nos podemos achantar”. El entrenador, el Toto Lorenzo, técnico que ya había dirigido a Heredia en Argentina, les dice que tenían que pasar porque eran mejor equipo. Pero, aunque ellos venían de ganar la Liga, el Celtic había conquistado la Copa de Europa en 1967.
Salen al campo revolucionados, pero Heredia no achaca tanto la brusquedad del juego a su estilo, sino a la manera de arbitrar de Dogan Babacan. “Cortaba todas nuestras jugadas y a ellos les dejaba tirar centros”, explica el defensa argentino, mientras que Irureta, más pausadamente, admite: “Hubo dos entradas fuertes y aquello se fue de madre”. “Fue una batalla campal”, exacerba Heredia
Jimmy Johnstone volvió loca a la zaga de un equipo que aquel día llevaba camiseta roja y pantalón azul. En la segunda parte, el conjunto madrileño sufrió las expulsiones de Panadero Díaz y Ayala, este último amigo de infancia del Cacho Heredia. “Johnstone buscaba la refriega para que fueras a tocarlo y luego parecía que se había muerto”, cuenta Heredia. Quique, que había entrado por Gárate en el minuto 65, también fue expulsado y no duró ni 20 minutos sobre el terreno de juego.
Entonces surge la figura del portero Miguel Reina. El verdadero héroe de Glasgow, paró todo lo que se pudo y lo que no se podía, también. Milagrosamente, los rojiblancos terminan los 90 minutos con un 0-0 en el marcador. Pero todo el mundo había visto lo que había ocurrido en el césped. Aquello fue demasiado para los escoceses allí presentes.
“Al acabar el partido se juntaron los jugadores del Celtic y pegaron a Becerra, uno que no mataba ni una mosca. Nos enzarzamos todos”, rememora Heredia. Cuando habla de “todos”, habla de jugadores, cuerpo técnico e, incluso, policías. “Agarré del cuello a un agente, le metí una piña y me tuve que ir corriendo al vestuario a fingir que me duchaba porque me llevaban preso”, revela el defensa argentino. “Volaban puñetazos”, completa Irureta.
Ese mal rollo con la policía se trasladó al aeropuerto. “En el control de pasaportes, al presidente le pegaron una patada en el culo, a algunos jugadores les tiraron los pasaportes al suelo e incluso les escupieron”, señala Heredia. “No hagas nada, Cachito”, le pidió el máximo mandatario, Vicente Calderón, al jugador argentino.
En el partido de la vuelta ganó el Atlético 2-0. Un triunfo que le valió la clasificación para la final contra el Bayern. Aquella semifinal en Glasgow no fue un partido, sino la batalla más violenta que han visto Heredia e Irureta en terreno de juego. “La llevo grabada en la cabeza y en el sentimiento. Una cosa es jugar y otra es pegar”, apunta el argentino. “El más duro que he jugado y, además, con cierto temor”, replica Irureta.