Atlético 3 Valencia 0
Los de Simeone arrollan a un deprimido Valencia para alargar su buena racha y mirar hacia el segundo puesto del Real Madrid. Griezmann, Carrasco y Lemar, goleadores
Ahora que se empiezan a resolver los asuntos en Europa, ahora que llega sin remedio el momento de la verdad en la temporada y el Atlético está tan lejos de todo, tan huérfano de objetivos, ahora acude su mejor versión. La plenitud de un equipo con un lastre del que no deja de arrepentirse, ese arranque tan nefasto, de esos días tristes de antes del Mundial. De repente, el fuego, la alegría, la comunión. Todo bien enhebrado por Griezmann. El Valencia padeció ese ciclón en el Metropolitano. [3-0: Narración y estadísticas]
Lanzado el Atlético hacia no sabe dónde, con el viento a favor, quizá hasta llegar a apretar al Real Madrid por la segunda plaza si es que los blancos aflojan. 10 partidos sin caer en Liga, cinco victorias en las seis últimas citas, pero sobre todo con una confianza en sí mismo, en sus virtudes, como hacía tiempo que no se veía al grupo del Cholo. Su ejercicio de fútbol eléctrico ante el necesitado Valencia de Rubén Baraja resultó un alarde de ritmo de principio a fin. Una fiesta.
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Porque ahora este Atlético que hace nada se resquebrajaba a la mínima gana de todas las maneras. Goleando como ante el Sevilla, sufriendo como el lunes en Montilivi o arrasando como anoche en un Metropolitano eufórico. Con un once reconocible, apenas la incursión de De Paul por Lemar, y dominando sin rubor desde el comienzo. Cambió la inercia y cambió la actitud. A los 20 minutos ya habían gozado los rojiblancos de dos ocasiones clarísimas en la cabeza primero y en las botas después de Memphis. El primer remate no lo precisó el neerlandés; el segundo, tras una estupenda triangulación al primer toque con Mario Hermoso en el área como invitado sorpresa, lo evitó milagrosamente Mamardashvili.
Gol anulado
A la tercera, Griezmann no perdonó. Esta vez fue mérito propio y demérito ajeno, con el centro del campo visitante dejando campar a sus anchas a Marcos Llorente, que asistió al galo para el primer gol de la noche. El empate de Hugo Duro fue anulado por el VAR por un pisotón a Depay que el árbitro no apreció en primera instancia. Pese a ese destello, el Valencia acabó pidiendo el descanso como un boxeador exhausto implora por un respiro entre rounds.
Es un equipo desquiciado y a esos la fortuna les suele ser esquiva para ahondar en su drama. Su espíritu de redención fue rápidamente frustrado por el Atlético a la vuelta del descanso. Carrasco iba a redondear su fantástico despliegue por la izquierda con un tanto tras pared con De Paul. El gol que Mamardashvili había salvado a Llorente apenas 15 segundos antes.
No es tarea sencilla la que tiene por delante Baraja. Salvar del descenso a este colectivo deprimido que es el Valencia. El triunfo contra Osasuna de la semana pasada fue un balón de oxígeno, pero las señales son más que preocupantes: anoche fue su séptima derrota de carrerilla a domicilio, la sexta seguida sin ni siquiera lograr marcar un gol. Su defensa es tétrica.
Porque la sentencia no le tardó en llegar. De nuevo un mazazo moral. Si Baraja buscaba reacción con los cambios, fueron los de Simeone los que surtieron efecto inmediato. Porque ahora todo le sale bien. Dos minutos después de ingresar, Morata, en uno de esos recortes tan característicos suyos, sirvió un gran pase para el remate de Lemar, también recién salido. Ni siquiera Lino -cedido por el Atlético- fue capaz de hacer el gol de la honra: se estrelló en el palo de Oblak.
El Atlético duerme a cinco puntos del Madrid, de la segunda plaza que era hace nada un cielo inalcanzable. Un calendario amable más allá de la visita al Camp Nou pero sobre todo un conjunto de futbolistas en la cima de la temporada. Más allá de la excelencia de Griezmann, qué noche la de Carrasco, la de Hermoso, la de Llorente, la de Koke…