Cuando sonó el bocinazo final en el Pierre Mauroy de Lille, escenario de gesta únicas de la gran España de Pau Gasol, y el triple imposible de Sergio Llull desde su propio campo ni se acercó al aro esta vez, se mezclaron de golpe todos los sentimientos. La crueldad de la eliminación (otra vez ante Canadá, como en el Mundial), la emoción del último partido como profesional de Rudy Fernández, pero también la extrañeza por la decisión de Sergio Scar
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Un comienzo de temporada como una pesadilla. Fue Pablo Laso el que hurgó en la herida del Real Madrid, lo que ya se podría considerar una crisis si no estuviera el Panathinaikos, nada menos que el campeón de Europa, a la vuelta de la esquina, el jueves mismo en el WiZink. Pero todo son alarmas en un equipo que sigue sin saber ganar a domicilio, que ya suma cinco derrotas y que en el Buesa, ante un Baskonia fiero, tembló en el desenlace. [76-72: Narración y estadísticas]
Resultó un duelo de angustias, porque tampoco los vitorianos están para fiestas en este arranque. Y en esa pelea, en parciales que iban y venían, echó de menos el Madrid (cómo no) a Campazzo (cumpliendo, ahora sí su sanción), el liderazgo y el acierto que no había tenido en toda la noche. En ese alambre, el tiro de Khalifa Diop y la genialidad de Markus Howard decidieron. De nada sirvió el despliegue de Tavares (14 puntos y 15 rebotes).
Sin Campazzo (y sin Andrés Feliz), la espesura. Ese iba a ser el síntoma. Un Madrid plomizo, sin imaginación ofensiva, atascado y fallón, apenas 35 puntos en toda la primera parte. Sólo las transiciones iban a ser su alivio. En estático, ni Llull (titular) ni mucho menos Rathan-Mayes (también probó con Abalde en el puesto de base), lograban hacer fluir, encontrar a los interiores. Y el perímetro iba para drama (2 de 14 en triples).
Para lo que sí sirvió al Madrid la primera mitad fue para darse cuenta de que lo del Buesa iba a ser una batalla de esas en las que se olvidan todos los mecanismos. Sólo le valía ganar, estrenarse a domicilio, ya vendrán más adelante las florituras. Y en Vitoria, no sólo por Laso, había ganas al blanco, al que le derrotó cada vez el curso pasado.
Musa, durante el partido contra el Baskonia.L. RicoEFE
A la vuelta siguió el fango, dos púgiles a tirones. Pocos equipos en Europa con mayor vocación ofensiva y talento para ello, dedicados esta noche a lo que peor saben hacer. Ese plan defensivo hacía que el partido no fuera vistoso. Un parcial para cada uno, mientras se mantenía la igualdad y el dominio de Tavares, mucho más centrado (pese a un par de infracciones por pasos) que en los precedentes. Fue el 0-10 con el que casi se cerró el tercer acto lo más contundente hasta el momento.
Pero volvieron los vaivenes, un 7-0 y un 0-7. Los zarpazos de Musa y la respuesta de Markus Howard. La omnipresencia de Moneke y Sedekerskis, un Tavares sin descanso (33 minutos, sólo seis Ibaka) y los desesperantes errores de Hezonja. Así hasta la recta de meta, con dos sprinters desatados codo con codo (64-64 a falta de cuatro minutos).
Y ahí, pese a dos triples de Hezonja, llegaron los errores blancos, los nervios de quien anda extrañamente necesitado a estas alturas. De quien perdió la confianza en sí mismo. Tras la suspensión de Diop (mucho más decisivo que un Donta Hall que venía de ser MVP en la jornada ACB), erró Llull (pidió falta) y no Markus Howard, que dejó un canastón de esos que no se olvidan, agotando la posesión, talento puro.
Hacía seis años que un español no ganaba dos etapas en la misma grande. Entonces, 2018, fue, nada menos, Alejandro Valverde en La Vuelta. Ni los más osados hubieran situado en semejante plano a Pablo Castrillo (Jaca, 2001), bajo el radar hasta hace un mes, revolución total del ciclismo nacional ahora. No sólo por sus dos triunfos de etapa, especialmente por cómo se impuso tanto en Manzaneda como en Cuitu Negro. Osadía, perseverancia, agonía y colmillo. Ciclismo del de antes. «A mí es el que me gusta, el de atacar sin mirar los números», cuenta a EL MUNDO el corredor del Kern Pharma (otra revolución), integrante de pleno derecho de la selección que este domingo afronta el Mundial de Zúrich.
¿Le ha dado tiempo en estas casi tres semanas a procesar todo lo que le sucedió en La Vuelta a España?
Tras la Vuelta estaba bastante fatigado, tanto mental como físicamente. La primera semana fue descanso total y la segunda empecé a creerme y a asimilar lo que me había pasado, las dos victorias y todo lo que había conseguido el equipo. Me ha cambiado la vida, bastante. Esos tres días...
Si le cuentan antes lo que iba a pasar...
No me lo hubiera creído. Veníamos bastante bien preparados y con la intención de ganar al menos una etapa, aunque sabíamos que era muy complicado. Con eso nos hubiéramos ido satisfechos como equipo... ¡Ganamos tres etapas, dos mías! Y sobre todo la del Cuitu Negro. Sabía que estaba en buena forma, pero no me lo esperaba para nada.
¿Siente que fue una reivindicación del ciclismo valiente en plena era de los pinganillos y los vatios?
Es que a mí el ciclismo que siempre me ha gustado es ese, el de antes. Desde que empecé a competir he sido valiente. Siempre me ha dado igual si reventaba o no. Es lo que me gusta. Nunca he tenido miedo a atacar en cualquier sitio, aunque muchas veces me ha salido mal. Estas dos victorias son una recompensa a todas esas veces que no salió bien. Es reivindicar el ciclismo de atacar, de ser valiente y de no mirar tanto los números. Aunque sabemos que también son importantes, claro.
¿De dónde sale ese carácter, esa capacidad de agonía?
No lo sé. Desde que empecé en la bici he tenido esa capacidad de sufrimiento, siempre me he exprimido al máximo, es lo que me ha caracterizado. En esta Vuelta lo he sacado al máximo. Las dos victorias de etapa fueron de mucha agonía. Siempre me ha gustado sufrir... y hasta donde pueda llegar. En Manzaneda ataqué a falta de 10 kilómetros para la meta, iba pensando en Manolo Azkona [fundador del Kern Pharma, fallecido ese mismo día], en la familia... eso me da la fuerza para pasar mi límite. En el Cuitu Negro tenía mejores piernas.
Castrillo celebra una de sus victorias en La Vuelta.KERN PHARMA
Indurain decía eso de «sufrir a gusto».
Cuando vas mal y te vas quedando todo el rato, es un sufrimiento que es muy malo, no se disfruta nada. Pero cuando vas bien de piernas, te ves adelante y disputas la etapa, es un sufrimiento que disfrutas, que te impulsa más a seguir.
Explíqueme esa victoria en el infierno del Cuitu Negro, esa rampa final...
Son paredes. He visto bastantes veces repetida la etapa, los últimos tres kilómetros fueron épicos para mí. El ataque a Vlasov y Sivakov... En mi mente tengo el recuerdo de cuando llegó Vlasov hasta mí y en ese descansillo tuve la calma y la sangre fría de tomarme un respiro y mirar cómo iba mi rival. Ahí tuve la decisión de arrancar, de ver hasta dónde podía ir él. Y, efectivamente, Vlasov iba mal y pude llevarme la victoria.
Tan corpulento, no tiene pinta de escalador... ¿Sorprendió a quién no le conocía?
Desde que empecé lo que más me gustó fueron los puertos de montaña. He podido mejorar en el llano, pero la capacidad de subir bien no la he perdido a pesar de que mi cuerpo cambió, de ser un ciclista corpulento. Espero no perderlo.
¿Cómo te miran en el pelotón al día siguiente?
Fue un honor que me felicitaran tantos ciclistas, sobre todo gente como Van Aert. El pelotón te va tratando diferente, con más respeto. Lo malo de eso es que en las siguientes fugas estás más vigilado. Y ya todo es más complicado, en la escapada te dejan la responsabilidad de cerrar los huecos... Así que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Empezó jugando al hockey hielo en Jaca, su pueblo.
Sí, estuve siete años, disfrutando bastante, como un hobbie de chaval. No se me daba mal, era medio buenillo, pero no es que fuera a llegar a ligas profesionales ni nada. Luego influyeron las salidas en bici con mi madre y, sobre todo, cuando estaba mi hermano en el Lizarte e íbamos a todas las carreras. Eso me enganchó a la bici y decidí probarlo en cadetes. Desde el primer momento disfruté muchísimo tanto de entrenar como de la competición, pero nunca pensaba que iba a ser ciclista profesional. Poco a poco te vas centrando, vas viendo que tus capacidades pueden ser válidas para el ciclismo.
¿En quién se fijaba, quiénes eran sus ídolos?
Me enganché al ciclismo tarde. Pero Valverde me inspiró bastante con sus ataques y victorias, enganchaba. Es uno de mis referentes, como Contador y Purito.
Pablo Castrillo, durante la Vuelta a España.KERN PHARMA
La primera ciclista de la familia fue su madre.
Los veranos en los que íbamos a Cambrils salía con ella con la bicicleta. De ahí me viene el ciclismo, mi madre fue una inspiración. Siempre le ha gustado la bicicleta y ahora el ciclismo femenino va aumentando, ganando popularidad y su nivel va subiendo. Es la presidenta del club del pueblo.
Y su padre corre maratones.
Los dos son militares. Mi padre se jubiló hace años y mi madre hace un mes. Mi padre empezó tarde, con más de 40, pero se hizo unos cuantos maratones. Somos una familia de deportistas y eso es de agradecer para que un niño como yo se enganchara al deporte.
Su hermano Jaime, cinco años mayor, ex ciclista del Movistar y el Kern Pharma entre otros, tuvo que parar. ¿Cómo viviste el proceso?
Mi hermano siempre ha sido un ejemplo, un pilar fundamental. Siempre lo he visto con un motor increíble, capaz de hacer grandes cosas encima de la bici. Pero siempre le ha costado, se ponía mucha presión y acabó desembocando en una depresión. Decidió dejarlo, porque para su salud era lo mejor. Fue una decisión valiente que le ayudó bastante. Estos dos años que ha estado sin bici notaba que le faltaba algo y ha decidido volver [con el equipo portugúes de categoría Continental Sabgal / Anicolor]. Para mí es una decisión muy importante y complicada; después de estar dos años parado meterte en un pelotón profesional, con lo duro que es y con el estrés que hay. Con todo lo que ha pasado han sido unas enseñanzas para mí muy grandes. De que lo primero es intentar disfrutar de la bici, no meterte tanta presión y luego viene lo demás. La bici es importante, pero primero eres una persona que tiene su vida. No todo es la bici.
¿Qué le dijo tras sus victorias?
Estaba feliz y emocionado. Lloró bastante. Me dijo que me mantuviera con los pies en la tierra. Que los éxitos no se me suban a la cabeza. Que siga trabajando como hasta ahora, apoyándome en las personas cercanas que tengo al lado.
¿Nos va a sorprender a todos también en el Mundial?
Esto es un premio para mí, con lo duro que es y el cartel que hay... Tenemos un equipo muy bueno para poder ganar, con Enric [Mas], Peio [Bilbao] y [Juan] Ayuso. Me tocará aportar al máximo a la selección, ayudar lo que se pueda y volver a ir de tapado.
El tema de moda: ¿dónde correrá el año que viene?
Es normal que se hable y que haya rumores después de las dos victorias etapas y de que aún no haya firmado. Ahora tengo que elegir. Me lo estoy pensando, en negociaciones [estaba con Ineos, pero han surgido más pretendientes]. Pensando en lo mejor para mi futuro, para seguir progresando y ver donde está mi techo. Valoro lo económico y lo deportivo, el proyecto, las personas que hay detrás, el grupo de rendimiento... Es una decisión importante.
¿Cómo es Pablo Castrillo cuando se baja de la bici?
Me gusta ir a caminar al monte y mucho jugar al pádel. Me gusta mi pueblo, me ayuda a desconectar.
La pregunta era tan recurrente como sospechosa. ¿Dónde estaba Oier Lazkano? El prometedor ciclista vasco, uno de los fichajes estrella del Red Bull-Bora Hansgrohe, no disputaba una carrera desde la pasada París-Roubaix, en abril, sin que hubiera explicación oficial ni pronunciamiento personal del ex de Movistar. Falta de adaptación a la estructura alemana, problemas físicos o... La tercera opción, la más polémica, ha resuelto la ecuación. Este jueves, la UCI (Unión Ciclista Internacional) ha anunciado su suspensión provisional por "anomalías inexplicables en su pasaporte biológico".
El organismo comunicó la medida a través de una nota oficial en la que detalla que la decisión se ha tomado de acuerdo con su Reglamento Antidopaje. Aunque durante los procedimientos pertinentes "no realizará más comentarios mientras el proceso esté en curso", la UCI sí que especifica que dichas anomalías corresponden a los años 2022, 2023 y 2024. Exactamente los tres que estuvo en el Movistar después de abandonar la disciplina del Caja Rural - Seguros RGA.
En su nota, la UCI explica el procedimiento del PBA (Pasaporte Biológico del Atleta), un registro electrónico individual para cada ciclista en el que se recopilan los resultados de todos los controles antidopaje realizados durante un período determinado. Lazkano se había convertido en uno de los ciclistas españoles más pujantes. A sus 25 años, había firmado un extraordinario 2023, en el que, además de proclamarse campeón de España, ganó la general y una etapa de la Boucles de la Mayenne, una etapa de la Vuelta a Burgos y fue segundo en la prestigiosa A través de Flandes, por detrás de Christophe Laporte.
En 2024, además de debutar en el Tour de Francia, se impuso en la Clásica Jaén Paraíso interior de principio de temporada. Sus grandes prestaciones le hicieron fichar por el equipo alemán, que ahora le ha borrado hasta de su página web. Sus resultados en este comienzo de 2025 estaban muy por debajo de lo esperado, con varios abandonos. Y, desde abril, sin ninguna noticia.