Mientras la temporada alcanza temperatura, con la Copa ya a la vuelta de la esquina, el Real Madrid busca su propia seña de identidad ahora ya que los refuerzos llegaron. Sufre en Europa, pero la ACB le es más agradecida. Contra el Joventut, quinto, y sin Campazzo, supo asestar el golpe certero en el momento oportuno para sumar su sexto triunfo de carrerilla y mantenerse en el liderato, ahora ya sólo igualado en lo alto con el Unicaja. [86-73: Narración y estadísticas]
En esta pequeña reinvención de mitad de temporada, con Dennis Smith Jr. y Bruno Fernando, los dos fichajes tan pedidos y ansiados ya a las órdenes de Chus Mateo por primera vez (el angoleño debutó el viernes en Euroliga), el Real Madrid se encontró a un Joventut serio y amenazante, nada dispuesto a dar su brazo a torcer. Más si el rival deambulaba a medio gas, como en una batalla de entreguerras.
Y la tarde-noche en el Palacio fue de una tremenda igualdad. El Madrid sin Campazzo (ausente por su paternidad reciente) pierde su guía y buena parte de su energía también. Y eso que amaneció con un 15-7 de salida. Fueron Dekker y Pustovyi los que espabilaron a la Penya, presta a herir en las probaturas del rival.
Porque en pista coincidieron Smith y Fernando en el tercer acto, aún parejo. En el inicio del cuarto, Dotson y Robertson hicieron saltar todas las alarmas del Palacio (60-66). Justo ahí se vio una interesante reacción.
Si durante todo el duelo había sido Dzanan Musa el referente anotador blanco, en ese desenlace emergió el ardor guerrero y la defensa. El parcial de 20-3 que iba a resultar definitivo lo encabezaron Andrés Feliz y Alberto Abalde desde sus acciones defensivas, bien festejadas por su entrenador, especialmente las del dominicano, un tipo al que necesita. “Los minutos decisivos no hemos estado como queríamos”, reconoció Miret sobre la no reacción visitante.
El Madrid, que el viernes perdió en Euroliga en Mónaco, al menos sonríe en ACB, la misma en la que un rato antes el Barça sumó su novena derrota (en casa ante el increíble Manresa).
"Son unas currantes del baloncesto. Estas no han pillado un contratatazo en el 5x5", detallaba alguien cercano a las heroínas de La Concorde, el privilegiado espacio que París 2024 ha reservado para los deportes urbanos. Bien entrada la noche, con su medalla de plata colgada al cuello, las cuatro españolas que se habían quedado a una canasta del que hubiera sido el primer oro olímpico de la historia del baloncesto español -nunca se estuvo más cerca-, repartían abrazos y sonrisas mientras Carmelo Anthony o Dirk Nowitzki pasaban a sus espaldas sin que nadie les prestara demasiada atención.
Es un cuarteto para el recuerdo dirigido por Anna Junyer, siempre a la sombra. Ni siquiera puede dar instrucciones durante los frenéticos partidos de 10 minutos. Ella, que fue 140 veces internacional con España durante los 80, fue la encargada de poner en marcha hace 13 años un proyecto que partió de la nada y que se ha convertido en la medalla más improbable del baloncesto español. "Nadie daba un duro por esta especialidad, era de promoción, no tan profesional. De repente apareció una selección femenina. Ellas se lo tomaron muy en serio, pico y pala, pico y pala... Iban ganando y hace dos años ya fueron campeonas de Europa", contaba a EL MUNDO la presidenta Elisa Aguilar, que vivió la tarde-noche de emociones acompañada por el Rey Felipe VI.
Juana Camilión cambiaba su acento de una forma asombrosa dependiendo de donde proviniera la pregunta. Del castellano impecable al 'vos sabés' cuando un periodista argentino le cuestionó sobre sus raíces americanas y '¡vera!' cuando el compañero balear le recordó su barrio de El Molinar. "Ya puedo decir que he ganado una medalla olímpica. Te lo digo, pero mi cerebro no lo procesa", pronunciaba la más joven del equipo (25 años), una tiradora que nació en Mar del Plata pero se crio en Palma.
El Rey Felipe VI, durante la final.YOAN VALATEFE
A Pepita, la cocinera del comedor de su escuela, le llamó la atención aquella niña morena y le instó a probar en el Club Bàsquet Molinar del que era ella entrenadora. Fue un flechazo. Pronto empezó a jugar siempre con las de un año más, debutó en Liga Femenina 2 y se marchó a seguir forjándose a EEUU, donde estudió y jugó en la Universidad de Iona -cursó un Máster en Relaciones Públicas-, hasta su vuelta a España, para firmar el año pasado con el Estudiantes, donde sigue jugando.
"Nos sabe a oro. Mucha gente no confiaba en nosotras", explicaba la autora de dos 'dobles' que hicieron soñar con el oro contra Alemania. Ni le impresionó tener en primera fila a Pau Gasol, Nowitzki o Melo Anthony -"si les miraba mucho se me iba la cabeza"- y que reivindicaba una especialidad que le ha cambiado la vida. "Esperemos que explote el 3x3. Nos están diciendo que se ha estado siguiendo muchísimo. Lo hemos notado en las redes. Esto es emoción pura. Es euforia, es adrenalina, es disfrute, me encanta. Si pudiera dedicarme a esto...", decía.
Sandra Ygueravide, héroe de la semifinal contra EEUU, es la veterana del grupo, quizá la jugadora de las cuatro que más impacto ha tenido en el 5x5, aunque no ha dejado de 'currarse' una carrera llena de obstáculos. La valenciana, que estudió Periodismo -su padre ejerció en EL MUNDO en Alicante, Málaga y Valencia y ella llegó a ser becaria de Deportes- se tuvo que buscar la vida fuera de España, trotamundos por Turquía, Francia o Rusia. Hasta que llegó el 3x3 y se convirtió en la mejor jugadora del mundo de la especialidad. Pero tenía una espina enorme. A Tokio no pudieron acudir por una canasta en el último segundo. A sus casi 40 años, casada con Carlos Martínez -entrenador y preparador personal de muchas estrellas, entre ellos Santi Aldama-, sigue jugando en el Girona.
Junto a ella, Vega Gimeno es otra de las pioneras de una especialidad que merece nombrar a otras jugadoras que fueron clave en el pasado como Aitana Cuevas, Paula Palomares o Marta Canella. En mayo puso punto y final a su carrera a sus 33 años. "Es una reivindicación. Cuando empecé con esto no era ni disciplina olímpica. Me siento muy orgullosa de haber evolucionado junto al 3x3 durante más de 10 años. Es un colofón tremendo esta medalla", reflexionaba anoche una jugadora que fue estrella en categorías inferiores (plata en el Mundial sub 19, entre otras medallas), que tiene su carrera en Ciencias Ambientales y que con su polivalencia y dureza ha sido fundamental en estos años de desarrollo de la especialidad.
Las jugadoras de la selección 3x3, en La Concorde.Pilar OlivaresMUNDO
"He apostado mucho por el 3x3. Y ha alargado mi carrera deportiva, eso seguro. Me ha hecho mejor jugadora en el 5x5. Ese amor por el baloncesto que vas perdiendo, apareció el 3x3 y me reenganchó como si tuviera 15 años. La adrenalina, el amor por formar parte de algo tan bonito. Me ha hecho muy feliz", admitía la también valenciana, que llegó a disputar un partido con la absoluta de 5x5, realmente emocionada.
Y por último, Gracia Alonso de Armiño, la mujer milagro. La jugadora que se le ocurrió lanzar de espaldas sobre la bocina para meter a España en los Juegos en el clasificatorio de Debrecen. Una enfermera de Bilbao que se fue a estudiar a EEUU y que comparte rocambolescos orígenes con Manu Ginóbili -el segundo apellido materno del argentino es idéntico, procedente de sus antepasados españoles, que residían en la misma zona de la provincia de Burgos-. Cuando terminó su periplo en la Universidad en Tennessee se aventuró una temporada en Suecia y después volvió a Madrid con el Canoe, donde «nadie me conocía».
Por primera vez en la historia, España estará en los Juegos Olímpicos en la modalidad de baloncesto 3x3, que se estrenó hace tres años en Tokio. Será en París y será gracias a la selección femenina, que ha logrado su billete este fin de semana en el Preolímpico de Debrecen (Hungría). Lo consiguieron de la forma más increíble posible. Ganando la semifinal a Canadá (19-18) con una 'imposible' canasta sobre la bocina y de espaldas de Gracia Alonso de Armiño.
La jugadora bilbaína, ex del Canoe, del Estudiantes, del Araski y del Zaragoza, entre otros, no perdió la fe a pesar de su propio fallo y de que el reloj apremiaba. Se lanzó a por el rebote ofensivo y, consciente de que la bocina iba a sonar con el final del partido, lanzó de forma acrobática como último recurso. Para sorpresa de las canadienses -que luego lograron su pase ganando a Hungría por el tercer puesto- y alegría total de las españolas, el balón entró.
España, equipo que forman Vega Gimeno, Sandra Ygueravide, Gracia Alonso y Juana Camilión, ha firmado un Preolímpico perfecto, con cinco victorias (Mongolia, Japón, Egipto, Polonia y Canadá) hasta meterse en la final, ya con el billete a París conseguido.
La que no pudo lograr su objetivo fue la selección masculina. En el partido clave de cuartos, el equipo integrado por Javier Beirán, Carlos Martínez, Unai Mendikote y Fallou Niang, fue arrasado por Lituania (21-9).
El inicio de la 112 edición del Tour es una sucesión de maravillas, una oda al rock and roll. No le hizo falta a la organización una lucrativa y exótica salida desde otro país. El Norte de Francia con sus trampas, su viento, sus pequeñas cotas y, sobre todo, con la actitud voraz de los protagonistas. A la espera de un fin de semana de calma y sprinters, el Muro de Bretaña fue otra bella píldora de ciclismo de quilates y otra muesca más en el historial de Tadej Pogacar, que no perdonó en el sprint del selecto grupo de elegidos, con Jonas Vingegaard, eso sí, pegado a su rueda. Su victoria 101, la segunda en este Tour, la que le permite volver a recuperar el amarillo. [Narración y clasificaciones]
Fue una subida final extraña, pues Pogacar no pretendió esta vez un ataque de medio alcance. Y eso que Tim Wellens se lo dejó en bandeja. Justo antes, una caída por un reventón había afectado de lleno a su principal gregario. Habrá que ver las consecuencias sufridas por Joao Almeida, mucho peor pintaba para Buitrago y para Jack Haig. De repente, en las duras rampas del Alpe D'Huez bretón, repleto de aficionados, los tres elegidos se vieron solos. Y ninguno quiso forzar, como midiendo sus fuerzas y escondiendo sus cartas.
Remco, Jonas y Tadej. Todo lo dejaron para los últimos metros, donde Narvaez lanzó a Pogacar, que ganó con suficiencia y sin Van der Poel. Recuperó el liderato y mordió con otros segundos a Vingegaard con la bonificación. Pero el danés, inferior en esos manos a manos, mostró fortaleza. La batalla ya se reanudará el martes, con el etapón en el día nacional y 1:17 de diferencia entre los dos colosos.
Resultó una jornada calurosa, una larga y tensa calma hacia el muro final (dos kilómetros al 6,9%), que se ascendía en dos ocasiones. Una escapada consentida pero poco (con Geraint Thomas e Iván García Cortina, entre otros), por tierras de Bernard Hinault. Por su Yffiniac natal (kilómetro 120,5), pero también por Calorguen (km. 51,6), donde vive y tuvo su granja tras retirarse, donde su esposa Martine fue alcaldesa de 2008 a 2014. Una persecución llamativa, con Alpecin al frente del pelotón, pero también con UAE, incluso con el Visma.
Sólo el joven Ewen Costiou resistió en la primera ascensión, cuando ya los nervios se soltaron, cuando el agresivo Visma tomó las riendas. Primero con Campenaerts, después con Simon Yates, que dejó tiritando el pelotón en las primeras rampas, con Vingegaard a su rueda y Van der Poel sufriendo ya. En los 13 kilómetros entre una y otra cota, se reagruparon los sufrientes y cayó Costiou. Todo listo para otro intensísimo desenlace.
Que se vio sobresaltado por la caída en la que también Enric Mas se quedó enganchado. Pudo reanudar rápido y finalmente se dejó 50 segundos en meta.
En el icónico Muro de Bretaña, donde hace cuatro años Van der Poel honró a su abuelo con su primer triunfo en el Tour (por delante de Pogacar), no estuvo esta vez en condiciones el del Alpecin, pagando el esfuerzo del jueves. Y él es el único que en este tipo de finales puede hacer cosquillas a Tadej.