Thorpe, Phelps y ahora Dressel o Peaty: ¿Por qué tantos nadadores estrella caen en depresión?

Thorpe, Phelps y ahora Dressel o Peaty: ¿Por qué tantos nadadores estrella caen en depresión?

Mundial de natación

Actualizado

En el presente Mundial faltan varios campeones por sus problemas psicológicos. “Una medalla es un objeto muy frío”, dice el británico Peaty.

Dressel, en una competición hace unas semanas.Brynn AndersonMUNDO

Argumenta André Agassi en su biografía Open que el tenis es el deporte más solitario porque ni tan siquiera existe contacto con el rival, como en el boxeo, por ejemplo. No tiene razón. Bajo el agua un nadador no sólo está apartado de sus adversarios, también está aislado del público, no puede gritar y apenas ve qué ocurre alrededor. La natación es un desierto. Y en el camino que lo cruza se han perdido muchos, muchísimos. Dos de los tres mejores nadadores de la historia, Michael Phelps e Ian Thorpe, pasaron por una cruda depresión, como Grant Hackett, Missy Franklin y, entre los españoles, Rafa Muñoz.

«Cuando sumerges la cabeza estás muy solo. Cuando estás bien, eres el mejor, partes la pana. Pero cuando estás mal… No paras de pensar que todo es una puta mierda», explicaba Muñoz hace unos días a EL MUNDO con la reclusión acuática como una de las razones de la lacra. Pero seguramente haya más. En descubrirlas y en tratarlas están ahora dos referentes de la natación ausentes del presente Mundial de Fukuoka: Caleb Dressel y Adam Peaty.

Para saber más

Estrellas hace sólo dos años en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde Dressel se colgó cinco oros y Peaty, dos más, ahora ambos se encuentran en tratamiento para superar sus problemas. Uno, Dressel, ya ha vuelto a competir, aunque lejos de su nivel, de la élite. El otro, Peaty, está en ello. En el diagnóstico de ambos, con sus diferencias, hay una evolución común marcada por el éxito: cayeron cuando llegaron a la cima.

«Llegó un momento en que pensé: ¡A la mierda nadar, a la mierda los entrenamientos! Mi vida eran los Juegos Olímpicos y todo tenía que salir perfecto. Gané cinco oros en Tokio, pero no logré los tiempos que quería y me sentí una basura. No fui justo conmigo mismo. Caí en un pozo. Me encerré», relataba Dressel sobre cómo se rompió después del mejor momento de su carrera. Durante varias semanas se mantuvo en su habitación, sin hablar con nadie, sin saber qué le pasaba y , por supuesto sin entrenar. Después regresó por inercia, incluso compitió en el pasado Mundial de Budapest 2022 y ganó dos oros, pero en plena competición recayó: el cielo volvió a oscurecerse, cogió el primer avión a Estados Unidos y, entonces sí, decidió parar. Ni una brazada más. La prioridad, su cabeza. Tranquilidad y tratamiento. Si compitió hace unas semanas en los Trials de su país fue sólo para probarse. Si estará en los Juegos Olímpicos de París 2024 es una incógnita.

La nueva vida de Peaty

Como ocurre con Peaty. El británico, dominador de la braza entre 2015 y 2020 -llegó a encadenar 18 carreras consecutivas sin perder- también se rompió tras los Juegos de Tokio y desapareció del agua. En su caso no hubo encierro y terapia. En su caso hubo alcohol, mucho alcohol, y religión. Con dos medallas al cuello, Peaty sufrió una rara lesión entrenando en el gimnasio de su hotel en Tenerife, afrontó un divorcio y su vida se desmoronó. ¿Qué sentido tenía esforzarse por recuperarse y volver a ganar si nadie le esperaba en casa?

«Como nadador esperas que un oro o un récord del mundo solucione todos tus problemas, pero cuando consigues un éxito así te das cuenta de que nada se arregla de golpe. Al fin y al cabo, una medalla es un objeto muy frío por el que has sacrificado la vida. Hay un momento en el que te das cuenta que realmente tienes que parar y poner orden en lo que te rodea», explicaba Peaty en pleno proceso. En su caso ya no estuvo en el Mundial de Budapest por esa extraña lesión y no se sabe muy bien a qué nivel está entrenando actualmente.

En el último año se le ha visto dando clases de natación a niños, corriendo algunas carreras benéficas, empezando una nueva relación sentimental con Holly Ramsay -una de las hijas del televisivo chef Gordon Ramsay- y en misa, donde ha hallado cierto refugio. Allí ahora esquiva el aislamiento, el silencio, la soledad de la natación.

kpd