Sinner remonta dos sets en contra para ganar en Australia y confirma la llegada de la generación Z

Sinner remonta dos sets en contra para ganar en Australia y confirma la llegada de la generación Z

El tenis será suyo, se advertía; ya no, el tenis es suyo. Jannik Sinner, a los 22 años, campeón de su primer Grand Slam, el Open de Australia. La mejor generación de la historia, el Big Three, Novak Djokovic, Rafa Nadal y Roger Federer observa el crepúsculo y la nostalgia es intensa, también lo será el vacío, pero el relevo ha llegado. Primero, Carlos Alcaraz, ahora, Sinner, a la generación Z le sobra tenis y, lo más importante, sabe ganar. En la final Sinner lo confirmó con una remontada para la historia ante Daniil Medvedev, otra vez Medvedev. “¡Estoy muerto!”, admitió el italiano a su equipo en cierto momento y lo estaba. Pero resucitó. Del 6-3 y 6-3 se pasó al 6-4, 6-4 y 6-3 para que Sinner levantara el trofeo entre la épica de un partido de casi cuatro horas.

En la final de 2022, también ante Medvedev, Nadal ya levantó dos sets, pero existía una diferencia: Sinner tiene 22 años. Que no desistiera en ningún momento, que se levantara, demuestra que cuenta con la mentalidad para acumular torneos ‘grandes’. Durante las últimas dos semanas en Melbourne desplegó el mejor juego de todos los candidatos y este domingo también lo hizo pese a sufrir antes el susto de su vida.

Porque en los dos primeros sets, la victoria se leía en los ojos de Medvedev; en Sinner sólo cabía el pánico. Pese a que ambos se habían enfrentado nueve veces y el italiano había vencido en los tres últimos duelos, el ruso sorprendió con un plan. La transformación, la metamorfosis. Su tenis superviviente, desde el fondo de la pista, cargante, se convirtió en un tenis agresivo, intenso, abalanzado sobre la red. A sus 27 años y su tercera final en el Rod Laver Arena, Medvedev supo mutar como pocas veces había hecho y su cambio casi le lleva al éxito, a su primer éxito en el lugar. Pero otra vez le pudo el vértigo.

Medvedev, ante Sinner, este domingo.MARTIN KEEPAFP

Durante el segundo set, Sinner se sacudió los nervios por su primera final de Grand Slam, Medvedev lo vio y todo cambió: el primero entró en la pista, el segundo se empezó a marchar. Si en los primeros sets el ruso restaba casi en la línea, en los últimos acabó lejos, muy lejos, contra el muro. Ante el tenis extremadamente preciso, potente y completo de Sinner, defenderse no era suficiente. Al final, de hecho, el joven, actual número cuatro del ranking ATP, llegó incluso a gustarse, a disfrutar. Su capacidad para rehacerse queda como aviso para el porvenir.

Mensaje a los padres del mundo

“Debo agradecer todo el trabajo a mi equipo porque soy muy joven y a veces entenderme no es fácil”, agradeció en la ceremonia posterior al partido donde certificó su carácter frío, muy tranquilo. Después del punto ganador se subió a su palco, reunió un abrazo colectivo, saludó a todos los presentes y luego se bajó a su banquillo para, serio, muy serio, digerir lo que acababa de pasar.

Mientras Medvedev aguantaba la compostura con clase, el ya campeón le observaba impertérrito y luego, durante su discurso, tampoco se mostró agitado. Más allá de agradecimientos, de hecho, sólo hubo un mensaje. Criado en el valle Pusteria, entre Italia y Austria, en las alturas de los Dolomitas, de niño compitió en esquí alpino hasta que escogió “libremente” el tenis y pidió lo mismo para todos los niños. “Decirle a los padres que no presionen a sus hijos en el deportes, que les dejen escoger y divertirse”, dijo Sinner, junto a Alcaraz el líder de la generación Z. El tenis será suyo, se advertía; ya no, el tenis es suyo

kpd