El presidente del Consejo Superior de Deportes, Jose Manuel Rodríguez Uribes ha aprovechado un acto este mediodía en la sede de la institución para valorar la propuesta de Antiviolencia sobre los incidentes del Metropolitano en la que se solicitaba una multa de 65.000 euros y el cierre del estadio durante dos semanas.
“La Comisión de Antiviolencia es una comisión compuesta por LaLiga, la Fiscalía, el CSD, la Guardia Civil y la Policía, y fue una propuesta de sanción, digamos, proporcional a la gravedad de los hechos. Yo creo que eso es lo que debo decir y debo respetar absolutamente esa propuesta”, espetó el máximo mandatario del deporte español.
Rodríguez Uribes aprovechó un corrillo con los periodistas en el acto de presentación del equipo español que competirán en los FIA Motorsport Games de Valencia para entrar en el tema de la actualidad deportiva referente a la presencia de ultras en el mundo del fútbol.
“El deporte y la violencia son incompatibles”
“Tenemos entre todos que hacer un trabajo muy serio, muy concienzudo para erradicar la violencia de los estadios y del deporte en general. El deporte y la violencia son incompatibles”, apuntó el presidente del CSD.
Uribes recordó también que el deporte “son valores” e hizo referencia al acto en el que estaban pilotos de todas las edades y aseguró que la práctica deportiva nunca puede estar relacionada con la violencia.
Los ultras del Atlético, durante el último derbi madrileño.
Así, el presidente del CSD calificó de “necesaria, justa y proporcional”, la propuesta de sanción al Metropolitano aunque matizó que “se pueden alegar otras posiciones”. “Cuando sea definitiva, se ejecutará”, afirmó.
El proceso administrativo pasa ahora porque la Secretaría de Estado de Seguridad reciba la propuesta e incoe el expediente. Posteriormente se abrirá el plazo de alegaciones y presentación de pruebas para que el Atlético pueda ejercer su derecho a la defensa. Cuando se haya recabado toda la información, llegará la decisión en un plazo que rondará los dos meses.
LaLiga EA Sports
Atlético de Madrid- Mallorca (1-0)
LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Sábado,
25
noviembre
2023
-
22:59Ver 1 comentarioLos rojiblancos adelantan al FC...
Un cuarto centrocampista blanco pisó el domingo el césped del Santiago Bernabéu en el encuentro ante el Real Betis y no era un jugador cualquiera. Toni Kroos volvía a Chamartín en las botas de Fede Valverde. El Pajarito lucía el nombre y una bandera alemana en su recuerdo. No es el uruguayo el único que echa de menos al genial futbolista alemán.
La temporada pasada, el que fuera el ocho del Real Madrid, completó muchos más pases que cualquier miembro del equipo, 2291. Valverde, curiosamente, fue el segundo, pero con 1901 y menor porcentaje de acierto 91,5% frente a 89,8%. Así parecía lógico que la ausencia de Kroos iba a ser un gran problema en la construcción del juego blanco.
El verano previo a la temporada 2023/24, Carlo Ancelotti tuvo que 'inventarse' un cambio de sistema, el famoso rombo con Jude Bellingham en el pico, para suplir la ausencia de Karim Benzema, con una despedida exprés rumbo a Arabia. El italiano tenía claro que este año, con la llegada de Kylian Mbappé, se imponía un nuevo cambio de rumbo.
No hablamos sólo de volver al 4-3-3 que tanto rédito dio a la generación de la BBC (Bale, Benzema y Cristiano) con el alemán, Casemiro y Modric en la sala de máquinas sino de tratar de construir un cambio de estilo al haber perdido a dos de esas piezas y tener a una tercera con 38 años y con una presencia ya más honorífica que trascendental en las alineaciones del equipo blanco. Además, Luka Modric, no ha tenido el mejor de los inicios este año.
El croata, que sólo ha disputado 132 de los 450 minutos posibles esta temporada, ha mostrado ciertos signos de cansancio y de debilidad en los duelos propios de su edad y del intenso verano que ha tenido, Eurocopa mediante.
Ahora, Carlo Ancelotti se encuentra ante el reto de volver a cambiar de nuevo el paso del club más exigente del mundo. Si antes se podía hablar de un equipo a medias entre el control y el vértigo, las características de los jugadores actuales, más físicos y potentes, debía imponer un nuevo rumbo que el técnico italiano no ha terminado de encontrar.
"El juego es lento, no hay movilidad, el balón llega a los delanteros cuando el rival está cerrado, nos cuesta encontrar espacios entre líneas... El problema es bastante claro, hay que buscar la solución". Explicó en la rueda de prensa posterior al empate ante Las Palmas en el estadio de Gran Canaria. Se pudo ver un equipo algo más compacto ante el Betis en casa, pero el juego sigue sin fluir sin un metrónomo en la sala de máquinas como fue el alemán.
Sin verticalidad
No se puede decir que esta temporada sea un equipo más claramente vertical, no al menos estadísticamente hablando. El año pasado el Real Madrid daba 609 pases por partido de los que acertaba algo más del 90%. Este año, en los cinco encuentros que lleva, el equipo promedia 617 con medio punto menos de acierto.
Lo que parece evidente es que Tchouameni, el jugador blanco con más pases este año con 278, no maneja el fútbol como lo hacía el alemán y la construcción ofensiva se está resintiendo respecto al año pasado. El francés, además, ha dejado la concentración de Francia con una lesión en el pie.
Los rivales se encierran y, sin espacios, cuesta mucho a los delanteros conectar con los medios. Además, el equipo comienza partido desde el pitido inicial con delanteros con poco sacrificio ofensivo.
En los cinco partidos de esta temporada, el Real Madrid sólo ha repetido centro del campo en dos ocasiones. Tchouameni, Valverde y Bellingham debían de ser los dueños del centro del campo. Sin embargo, la lesión del inglés, ha obligado a Ancelotti a realizar pruebas en las que han entrado Modric, Güler y Brahim, este último ante Las Palmas en una especie de 4-2-3-1.
Ceballos golpea el balón ante Vinicius.Pablo GarciaAP
Ante el Betis fue Dani Ceballos el elegido para suplir al británico en ese 4-3-3, pero el utrerano, como Bellingham y Camavinga, ha pasado de celebrar su primera titularidad este año a la enfermería con un esguince de grado III en los ligamentos de su tobillo derecho que podrían costarle entre cuatro y seis semanas de recuperación.
A cuatro puntos del liderato que ostenta un intratable FC Barcelona, el Real Madrid necesita encontrar pronto una alternativa al juego que lleva desarrollando los últimos años. Tras el parón le espera una secuencia de seis partidos en 15 días entre los que hay un derbi en el Metropolitano y dos partidos de este nuevo formato de Champions (en casa ante el Stuttgart y fuera frente al Lille).
Fue una de las imágenes del Metropolitano en la mágica noche ante el Inter, aunque hoy el equipo esté fuera de la Champions. Medio estadio comiéndose las uñas, los jugadores abrazados y Simeone agazapado en la entrada del túnel de vestuarios sin mirar hacia los penaltis y perdiéndose el milagro de Oblak. "Se me vino el partido del Bayer Leverkusen. Vi los dos primeros penales y los anotaron, el segundo no lo vi y lo paró Jan. Si te están marcando el camino, sigue ese camino", confesó el técnico entre risas.
"Simeone es la persona más maniática que me he encontrado". El que habla es el exfutbolista y expupilo del argentino en el Atlético de Madrid, Guilherme Siqueira. El brasileño militó temporada y media con los rojiblancos (2014/15 y la mitad de la 15/16) y no se olvida de las numerosas manías no sólo del Cholo, también del Profe Ortega. "Una vez se paró el altavoz donde suenan siempre las mismas canciones 10 minutos antes de calentar y el Profe se volvió loco: '¿Qué está pasando?', gritaba y era como si ya fuéramos perdiendo 0-1", reveló Siqueira.
El lateral izquierdo también recuerda las idas en bus desde el hotel de concentración con las mismas canciones de rock a todo trapo que no le dejaban ni oír su propia música y la respuesta que le dio su compatriota Joao Miranda cuando le preguntó a ese respecto en uno de esos viajes. "¿No te has dado cuenta? Es todo superstición, Sique".
Y es que el Atlético venía de ganar LaLiga el año anterior, la 2013/14, con aquel empate en el Camp Nou con gol de Godín por lo que el cuerpo técnico rojiblanco decidió repetir las rutinas que, creían, les hicieron campeones. "Cuando vovíamos del calentamiento, Gabi cogía un balón, se lo pasaba al Cholo y este empezaba a botarlo sin parar... todo igual, siempre lo mismo", confiesa Guilherme.
Si el deporte es un compendio de talento, trabajo y suerte, en el fútbol este último factor es el que menos se intenta dejar al azar. Son incontables los jugadores o entrenadores que tienen sus propias rutinas para concentrarse en el juego. "Al hacer siempre lo mismo, me siento más seguro. Es importante para la percepción de control. Tengo la sensación de que controlo, fortalece la autoconfianza, reduce el estrés y mantiene mi foco atencional donde yo quiero que esté", explica David Peris, presidente de la Federación de Psicología en el Deporte.
Si nos fijamos bien en cada partido podemos ver algunas de ellas. Las más habituales son, por ejemplo, jugadores que siempre pisan primero el césped con el pie derecho, los que tienen prendas fetiche o amuletos a la hora de afrontar los encuentros o los que siempre entran al campo al final de sus equipos.
Kolo Touré, en un duelo del Arsenal.
El Arsenal jugó unos minutos la ida de los octavos de Liga de Campeones en 2009 ante la Roma con nueve jugadores porque Kolo Touré, cuya obsesión era entrar el último al terreno de juego, quiso esperar a que los servicios médicos del club atendieran a su compañero William Gallas en el descanso del partido. Encima, el central marfileño fue amonestado por entrar al campo sin permiso. Afortunadamente para él, su equipo avanzó de ronda y llegó hasta semifinales donde fue apeado por el Manchester United.
"La línea es si tú controlas tus rutinas y te ayudan. Cuando tu no las controlas y son una obligación o te produce ansiedad no hacerlas es el límite", define Peris la diferencia entre rutinas y lo que podrían considerarse enfermedades mentales, como las que describe el ex futbolista de la Real Sociedad, Zuhaitz Gurrutxaga en Subcampeón, el libro que coescribe con Ander Izagirre. El jugador llegaba a disputar partidos intentando cruzar las líneas del terreno de juego con el pie derecho, algo parecido a Jack Nicholson en la película Mejor Imposible.
Pepe Reina tiene un ritual antes del inicio del partido que le lleva un minuto y consiste en saludar a sus defensas en cierto orden, tocar los dos palos de la portería y avanzar desde ella hasta el borde del área y vuelta en tramos de seis pasos. Pero si hay una manía curiosa del portero es la de llenar el depósito del coche antes de los partidos porque una vez lo había hecho y le había ido bien. "Asocias un recuerdo positivo y lo quieres recuperar, pero hay que evitar que sea una obsesión", comenta Peris.
Reina, en el enfrentamiento ante el Valencia con el Villarreal.EFE
"Las supersticiones vienen de estar mucho tiempo solo. No paras de pensar. Tienes hábitos, pelis, música, llamadas a la familia, zapatillas... Piensas: 'si la cosa va bien, hago lo mismo", revela Siqueira y confirma la teoría de Peris de que cada uno genera sus propias rutinas para sentirte "conectado al fútbol".
Es al dejar el fútbol, cuando muchos futbolistas son más conscientes de las obsesiones que tenían cuando jugaban. El toquecito en el larguero de Casillas cuando marcaba su equipo, las botas de medio número menos de Aitor Ocio por incrementar las "sensaciones" o el no disparar a puerta en el calentamiento de Hugo Sánchez para "no gastar goles". "Siempre tienen más supersticiones los futbolistas que los cuerpos técnicos", apunta Siqueira.
No es el caso de Simeone, que supera con creces a todos sus jugadores y sus manías llegan también a afectar al departamento de viajes del club, que tiene que cambiar de hotel cuando el resultado es adverso, o los horarios de desplazamientos del equipo, o los jugadores que dan la rueda de prensa. Aunque que Witsel hablara en la previa ante el Dortmund por tercera vez en Champions, no terminó igual de bien que las dos anteriores. "Lo que te ayuda hay que mantenerlo y lo que no, evitarlo", concluye Peris.