Ricky Rubio volverá a jugar al baloncesto. Y lo hará en el lugar donde todo empezó. En la mañana de este martes, el Joventut de Badalona ha anunciado que el base, de 34 años, regresará 16 después a lo que fue su cuna profesional. Ha firmado por una temporada.
“Me gustaría jugar al baloncesto sin ser Ricky Rubio, pero es imposible“, pronunciaba el base hace unos días en una entrevista con Jordi Évole. En ella, tras confesar y detallar los problemas de salud mental que había ido padeciendo durante su carrera -hasta el punto de incluso pensar en el suicidio cuando anunció su parón en el baloncesto en plena concentración de la selección española para el Mundial 2023-, Ricky parecía enterrar también las posibilidades de volver a jugar profesionalmente al deporte que le encumbró, en el que alcanzó hitos tan altos como ser el MVP de todo un Mundial.”Quiero jugar al baloncesto, pero no puedo. Estoy exprimiendo el máximo para ver si puedo. La respuesta cada vez es más clara”.
Sin embargo, semanas después, la buena nueva. El del Masnou se concederá un último baile, una vuelta a los orígenes para cerrar el círculo. Según ha confirmado oficialmente el club, Rubio regresa al Joventut, allá donde se formó, donde debutó con 14 años, en 2005, en la ACB de la mano de Aíto García Reneses. Al club que abandonó a los 19 para firmar por el Barça, ser campeón de Europa y dar posteriormente el salto a la NBA. 16 años después, Ricky vestirá el verdinegro de la Penya.
Lo hará camino de los 35 años, a las órdenes de Dani Miret, un entrenador sólo cinco años mayor. En un equipo que viene de disputar los playoffs de la ACB y en el que ya no estará su amigo Pau Ribas, al que el propio Ricky despidió en su último partido. Sí otros viejos conocidos como Ante Tomic y Guillem Vives.
El último partido oficial que disputó Ricky fue el pasado 2 de junio de 2024, el tercero de semifinales ACB, con la camiseta del Barça, en el Palau ante el Real Madrid. Había regresado (fueron 15 partidos de la Liga Endesa y 13 de la Euroliga) tras despedirse de la NBA, con la que llegó a jugar más de 700 partidos en 12 temporadas. “Durante este año he echado de menos el baloncesto y he querido jugar sin nada externo. El partido que he jugado es una Liga de amigos para divertirse, pero no lo he terminado de disfrutar. Quiero intentar ver la forma en volver a jugar al baloncesto, en volver a divertirme porque al final no lo disfrutaba“. Ricky parece dispuesto a volver a disfrutar.
Cuando Juan Núñez cambió de agente y decidió seguir con su progresión lejos del Real Madrid, en un equipo de la Bundesliga no demasiado conocido por el aficionado medio, pocos hubieran podido sospechar que, dos años después, iba a acabar fichando por el eterno rival. Pero los acontecimientos, tanto para el que fuera perla de la cantera blanca como para el Barça, han terminado por unir sus caminos en uno de los fichajes más sonados de este verano. «He encontrado el sol», bromea ahora el madrileño, con esa forma de hablar tan escueta, frases cortas aunque ya concisas en un chico de 20 años que afronta el siguiente escalón de su carrera, el más decisivo, el que posiblemente marcará todo su prometedor futuro, el salto a uno de los grandes de Europa. Tras sus dos cursos de aventura formativa en el Ratiopharm Ulm y con un sueño NBA pospuesto por el momento después de ser elegido el pasado junio en el puesto 36 del draft por los San Antonio Spurs (tras un traspaso desde los Pacers) que no le quitarán ojo.
Juanito, como todos le siguen llamando, es uno de los grandes atractivos de la Supercopa Endesa que este sábado comienza en Murcia con un clásico para abrir boca. Por el morbo de vestir azulgrana, por el de enfrentarse al equipo con el que maravilló en categorías inferiores (MVP de la Euroliga júnior, entre otros hitos), con el que debutó con 17 años en un duelo de semifinales de la ACB. Un base como no se recordaba que pronto también moldeó Sergio Scariolo llevándoselo, por necesidad, al Mundial 2023 (ya fue el último descarte para el Eurobasket 2022 y lo ha sido este verano en los Juegos tras disputar y ganar el Preolímpico).
Dice Núñez que encontró en Barcelona el sol que le faltó en la fría Ulm, donde a su familia le costaba un enjambre de transportes cada vez que quería acudir de visita. Pero no sólo es la luz mediterránea lo que llevó al chico de Villaviciosa de Odón, que antes de las canastas destacó en balonmano, a tomar una decisión en la que confrontar lo emocional con lo profesional, madridista él y todos los suyos. El Barça le puso sobre la mesa un inmejorable escenario para lo único que le importa: seguir creciendo.
Juan Núñez, en el Palau Blaugrana.Quique GarcíaEFE
«Que han apostado por mí, así de sencillo», responde Juan sobre los motivos de la decisión, tomada tras valorar las opciones de dar el salto a la NBA con los Spurs, que conllevaría el peaje del paso por la Liga de Desarrollo y seguramente un freno a sus expectativas. Con un contrato que ronda el millón y medio de euros por cada una de las tres temporadas firmadas y facilidades de salida si el equipo texano le reclama algún verano, el Barça, que pagó al Madrid 400.000 euros para esquivar el derecho de tanteo, vio en Núñez un talento con el que escapar de años de declive y una deriva deportiva cuyo último capítulo fue el despido tras los playoffs de la Liga Endesa de Roger Grimau, sustituto sólo un año antes de Sarunas Jasikevicius.
En lo deportivo, Juan ocupará el espacio en la dirección que deja la salida de Rokas Jokubaitis y la no continuidad de Ricky Rubio. Compartirá los mandos con Tomas Satoransky y volverá con plenos poderes a una Euroliga con la que ya disputó 10 partidos de blanco en la temporada 2021/2022 (aunque en ninguno de ellos más de 10 minutos). Pero lo más importante, cuenta con la plena confianza del nuevo dueño del banquillo culé, pues bien le conoce Joan Peñarroya aunque nunca le haya entrenado.
Juan Núñez, con el Barça.Quique GarcíaEFE
Porque es lo sentimental otro de los puntos fuertes que han llevado al madrileño al Barça. El mejor amigo en el mundo de la canasta de Juan es Marc Peñarroya, hijo del que ahora es su entrenador, con el que ha coincidido durante años en las categorías inferiores de la selección. Sus lazos se estrecharon especialmente durante el Europeo sub 20 en el que ganaron el oro en Podgorica (Montenegro) en 2022 y desde entonces se hicieron inseparables, compartiendo hasta vacaciones de verano. El canterano del Manresa no andará lejos, pues disputará esta temporada con el CB Prat en LEB Plata.
También en el vestuario ha encontrado compinches conocidos Juan, que desde hace años mantiene un relación sentimental con Lucía Navarro, hija de Juan Carlos Navarro y también jugadora profesional. «Conocía a muchos de la selección y ha hecho que todo sea más fácil», admite Núñez de Willy Hernangómez (otro canterano madridista que dio el salto al eterno rival la pasada temporada), Darío Brizuela, Alex Abrines y Joel Parra, con el que comparte apartamento en la Ciudad Condal. «He encontrado a mucha gente con ganas de jugar, con ganas de entrenar, con ganas de conocernos. Somos muchos nuevos con ganas de hacer un gran año», reivindica, encandilado con la propuesta de juego de su entrenador -«hacemos un juego divertido. Yo he visto los equipos de Peñarroya (Manresa, Andorra, Burgos, Valencia, Baskonia...) estos años y me gustan. Son dinámicos, divertidos de ver, y a mí eso me atrae mucho»- y listo físicamente tras un verano en el que al fin pudo tomarse un respiro y recuperarse de «molestias físicas» en su rodilla.
Dos finales olímpicas perdidas no son cualquier cosa, no es algo que se vaya así como así de los pensamientos de un deportista profesional cuando la vida le ha dado la oportunidad de regresar al lugar de sus pesadillas, pero también de sus anhelos.
Lo han ganado todo, también Mundiales y Europeos, pero Londres y Tokio no se olvida.
En La Défense, es el partido de sus vidas. Aunque suene tópico.
Lo es para las jóvenes, lo es para las que cayeron hace tres años por primera vez, pero, sobre todo, lo es para las cuatro veteranas de un colectivo para la historia del deporte español. Pili Peña, Maica García, Laura Ester y Anni Espar. Su tercera final olímpica de cuatro oportunidades. También para Miki Oca. Y esta vez no está EEUU enfrente, con la que ya saldaron cuentas tras 11 años de derrotas en la primera fase. Igual que con los Países Bajos en esa semifinal taquicárdica en la que Martina Terré paró un penalti con el alma en la tanda.
Había sonrisas y rostros de confianza antes del comienzo, el trabajo hecho, la fe en sí mismas. También en Australia, la sorpresa del torneo, una rival que ya fue campeona olímpica en Sidney 2000, aunque que llevaba seis años sin derrotar a España. Pero el primer acto en La Défense fue áspero, como si en vez de en agua avanzaran en barro. Ambas porteras, Terré y Gabriella Palm, eran las absolutas dueñas de la piscina. Un tanto en escorzo de Paula Leitón desde la boya igualó el penalti inicial de Alice Williams, la misma que en el último segundo hizo el 2-2.
El turno de Bea Ortiz
Sin perder la paciencia, pero la selección estaba enredada en la tela de araña aussie. Estuvieron 11 minutos las de Oca sin marcar, cada ataque un naufragio. El momento crítico. Hasta que Maica García rompió la racha. El suyo fue el único gol de todo el segundo cuarto; Australia tampoco estaba para fiestas.
Pero tras el descanso, el cuchillo. Era la hora de la verdad, el momento tan esperado. Tomó las riendas Bea Ortiz, que enhebró tres goles de carrerilla, tres disparos que elevaron a España.
Las jugadoras de España celebran el oro.AFP
Ya nada las podía parar. Ni las remontadas pretéritas de una Australia que tampoco sabía lo que era perder en estos Juegos. Y eso que un gol sin ángulo, en el último segundo de la posesión, de Sienna Hearn, arrimó a las de Bec Rippon (6-7). Pero esta final la iban a ganar. Y de nuevo la heroína de La Défense, Bea Ortiz. Y después Maica, y Anni Espar. Y las lágrimas cuando todavía faltaban dos minutos y Terré seguían parándolo todo (hasta 15 intervenciones) y ya sabían que toda esta espera había merecido la pena.
En 1996, Miki Oca, el primer español ya en tener un oro olímpico como jugador y entrenador, había ganado un oro en Atlanta para el waterpolo nacional. Pero faltaban ellas, una selección que ya era leyenda y que en París 2024 lo corroboró a lo grande.
Juega más partidos y más minutos (también los importantes) que nunca, defiende por norma a la estrella rival, mete triples casi al 50%, ha renovado hasta 2027... Alberto Abalde (Ferrol, 1995), en su quinta temporada con el Real Madrid, es ahora lo que siempre se esperó cuando el club blanco pagó 1,5 millones de euros por él al Valencia Basket. Coincide su evidente paso adelante con su estabilidad física, pero también con la emocional. Tras su boda el pasado verano, "estamos esperando nuestra primera hija", cuenta sin preguntarle y sin poder disimular la sonrisa. El alero repasa su espléndido presente antes de afrontar la Copa de Gran Canaria (el viernes, cuartos de final contra el Baxi Manresa), la octava en su cuenta personal y "sólo una ganada" (la de hace un año en Málaga).
¿Qué balance haría de esta temporada de tantos vaivenes para el equipo?
Hemos tenido altibajos, pero algo bueno es que nos hemos ido agarrando a las competiciones. Tenemos margen de mejora, estamos en ese proceso de crecimiento, pero tenemos que dar todavía un pasito más como equipo. Mientras, nos hemos focalizado en agarrarnos. En ACB lo hemos hecho, venimos a la Copa consolidados en el primer puesto. En Euroliga nos está faltando un poco más. Está todo tan igualado que dos o tres partidos que nos hemos dejado, y no debería ser así, nos marcan mucho. Es un reto que vamos a tener que afrontar, los ocho últimos partidos, después de la Copa. Pero creo que ahora lo clave es llegar unidos, en piña, centrados en el trabajo que hay que hacer en un torneo muy corto, que sólo cuenta el primer día. No puedes pensar mucho más. La Copa es impredecible.
La palabra más usada por Chus Mateo este año es "paciencia".
Al principio, cuando los resultados no se estaban dando, cuando había marejada, teníamos que estar tranquilos, agarrarnos. Pero evidentemente, este escudo, esta camiseta, no te permite ir perdiendo tantos partidos. Dentro del vestuario hemos intentado estar tranquilos, centrarnos en el día a día, en el trabajo, confiados en que cuando lleguen los momentos importantes, vamos a estar preparados.
En lo personal, sin embargo, ¿se siente mejor que nunca?
Estoy disfrutando, de verdad. Para mí lo importante es sentir que le sumo al equipo, que le aporto cosas, en el rol que haga falta. Y este año lo estoy sintiendo. Esa es mi tarea, sumar en diferentes aspectos, en lo que se necesite. Muchas veces desde un apartado defensivo, que lo asumo con ganas. Y este año también aportando en lo ofensivo, que siempre es más divertido.
Siempre pareció que alguna lesión le interrumpía. Este año no se pierde un partido.
Siempre llegan en mal momento. Siempre cortan y son negativas. Hay momentos puntuales que me han llegado lesiones que me han hecho perder la continuidad en el equipo o no poder ir a la selección. Son momentos que te complican, que son duros. He intentado siempre mantener la calma, ser positivo y constante, mantener el foco en el día a día.
¿Se siente el heredero de Rudy, también en el aspecto del liderazgo?
No me siento así. Yo soy Alberto Abalde, quiero hacer de Alberto Abalde. Ser la mejor versión de mí mismo y aportarle al máximo al equipo. Evidentemente, las grandes leyendas que han pasado por aquí han dejado un sello enorme. Es absurdo compararse con Rudy, es una leyenda que siempre me ha encantado desde pequeñito. Y he tenido suerte de compartir años con él, disfrutar de su talento y de su juego y aprender muchas cosas de él. Y de otros. Pero intento ser lo que soy yo.
¿Cree que el trabajo defensivo se valora menos?
La defensa gana títulos, es la base del equipo. Para nosotros es clave e internamente lo valoramos. Siento que confían en mí, noto ese aprecio de mis compañeros y de mis entrenadores cuando muchas veces me toca una tarea defensiva complicada, contra grandes jugadores. Intento que no se sientan cómodos, que no entren en el partido. Eso nos da una ventaja enorme para después ganar los partidos.
Alberto Abalde, en la Ciudad Deportiva del Real Madrid.Alberto Di LolliMUNDO
La tarea de 'bailar con la más fea'. ¿Quién es el más difícil de parar? ¿Cómo se prepara?
Mike James, Kendrick Nunn, Evan Fournier... Los grandes generadores, los grandes anotadores. Estas estrellas tienen muchos sistemas para ellos, lo que no te permite ni un segundo de descanso físico ni mental. Es una tarea que requiere de todos. Uno sólo no lo puede parar. Me preparo, veo sus partidos, analizo sus tendencias, las cosas que puedo hacer para que no se sientan cómodos. Que no reciba en el lado derecho o darle la mano que es no es tan hábil... Recursos.
Este año también le están entrando los triples. ¿Cambió algo?
No, nada. Esto te lo da la continuidad en el juego, ser consistente, la confianza. Cuando juegas menos, es difícil tener buenos porcentajes. Si fallas pero sabes que vas a seguir en la pista y vas a tener más tiros... La continuidad, en la eficacia, es clave. Y este año la estoy teniendo. A ver si entran cuando toca.
Llama la atención que, por unas circunstancias o por otras, sólo haya jugado un gran torneo con la selección (Juegos de Tokio). ¿Tiene cuentas por saldar?
Sí. No he sido capaz durante mi carrera, por lo que sea, de tener continuidad en la selección como he tenido en los clubs. Tengo 29 años, creo que todavía hay un camino por delante y voy a intentarlo. Desde este verano. Me ha ocurrido varias veces, alguna lesión, algún momento de una temporada que perdí la continuidad... Me gustaría haber ido a más torneos, porque me encanta la selección. Es algo espectacular representar a tu país. Los Juegos fueron bonitos, además con mi hermana (Tamara, con la femenina). Voy a intentar engancharme a ese tren.
Alberto Abalde, en el pabellón de entrenamiento del Real Madrid.Alberto Di LolliMUNDO
Me decía que en junio nacerá Adriana.
Estaremos luchando por la liga, espero. Está siendo una época muy bonita de mi vida junto a mi mujer (Carolina Esparcia). Van a cambiar bastante las cosas, los hábitos, el día a día. Pero estoy muy feliz. Me cambiará la perspectiva global de las cosas, las prioridades. Otra etapa, sin perder el hambre por el baloncesto, que es mi pasión.
Va a ser nieta, sobrina e hija (padre y madre) de jugadores profesionales...
Nos gustaría que hiciera deporte, pero que decida ella. Mi mujer también jugó al tenis y su hermano es entrenador profesional. Tenemos varios deportes cubiertos.
¿Cuál son las inquietudes de Alberto Abalde más allá del baloncesto?
Soy un poco aburrido, no tengo nada despampanante en mi vida que pueda llamar la atención. Estoy intentando formarme para lo que viene después, aunque tengo 29. Explorar qué talentos tengo más allá del baloncesto. Voy a hacer el curso de entrenador, aunque no sé si quiero serlo. Empecé Comunicación pero no seguí por ahí. Me interesa todo lo relacionado con el deporte. También el tema negocios y finanzas, estoy haciendo cursos y adquiriendo conocimientos.
¿Por qué se besa la muñeca derecha cada vez que mete un triple?
[Enseña el tatuaje, con los nombres de Regue y Luca] Son los apodos de mis dos abuelos. Me lo hice en Valencia. Ellos fallecieron pronto, no me había ido ni a la Penya. Era una manera de hacerles un homenaje, de que pudieran vivir conmigo este camino. Me gusta pensar que me acompañan y están conmigo.