Dos españoles, Mari Boya y Pepe Martí, pugnan por ascender hacia el Mundial. “O el jefe de un equipo se enamora de ti o tu padre es millonario”, resume Dani Juncadella, que se quedó a un paso
«Me costó asumir que no correría en la Fórmula 1, renunciar a ello, buscar otro camino. Pero llega un punto en el que tienes que saber cuál es tu sitio», reconoce Dani Juncadella, el último piloto español en estar a un paso del Mundial. En las categorías inferiores acumuló títulos -Fórmula 3 y Gran Premio de Macao-, en 2014 fue piloto reserva de Force India y al año siguiente estuvo a punto de debutar en el campeonato. Le faltó un padrino o un patrocinador. Y su sueño de infancia se esfumó. Hoy es piloto de Mercedes en carreras de resistencia y de turismos y su historia es el mejor ejemplo de que la meritocracia no decide quién llega al Gran Circo.
Los 20 pilotos que este domingo disputarán la carrera en Canadá (20.00 horas, DAZN) tienen aptitudes para estar donde están, pero varios de ellos ascendieron gracias a sus familias y sus carteras. «Hay dos caminos: que el jefe de un equipo de Fórmula 1 se enamore de ti, de tu manera de pilotar, de tu profesionalidad por lo que has hecho en categorías inferiores o que tu padre sea multimillonario o una persona con influencia», explica Juncadella, que ejemplifica esa dificultad para escalar en el brasileño Felipe Drugovich. El año pasado arrasó en la Fórmula 2, pero no recibió el contrato que tiene, por ejemplo, su ex rival Logan Sargeant, cuarto el último curso en la antesala de la Fórmula 1.
Mirando a España, en la era post-Fernando Alonso han conseguido debutar Jaime Alguersuari, Carlos Sainz y Roberto Merhi mientras no lo lograban Juncadella o Dani Clos. A la espera está, de momento, Álex Palou. «El automovilismo es el deporte más injusto que hay. El talento ayuda, genera posibilidades, pero es más importante el presupuesto que puedes generar y también influyen los equipos en los que corres en categorías inferiores», comenta Facundo Regalia, ex piloto argentino, que también fue probador de Force India en 2014 y se quedó sin estreno oficial. «Me faltó ese paso: que alguien apostara por mí. Llegué a reunirme con la entonces presidenta de Argentina,Cristina Kirchner, fui a Dubai para conocer a Diego Armando Maradona porque estaba interesado, visité muchas empresas, pero al final nadie dio el paso», rememora.
Lo primero, mejorar
Por eso Regalia es ahora manager de pilotos y dirige la carrera de chavales que aspiran a la Fórmula 1, como Mari Boya, uno de los dos pilotos españoles en la Fórmula 3 -junto a Pepe Martí-. ¿Cómo ayudarles? «Lo primero es mejorar su conducción, guiarles en el trabajo físico y mental. Por ejemplo, estamos instalando un simulador en casa de Mari para que pueda trabajar en todo momento. Luego está el trabajo con los patrocinadores. En España ahora mismo hay camino porque hay un Gran Premio, dos pilotos muy destacados en la Fórmula 1… es un reto, pero debemos encontrar empresas interesadas», finaliza Regalia e incide en una máxima: al piloto joven no le puede vencer el pesimismo. «Llegar es difícil, pero hay que intentarlo siempre», comenta.
En su mente que Boya alcance la Fórmula 1 en 2026. Antes debe subirse a podios en la Fórmula 3 -de momento lleva un sexto puesto como mejor resultado- y convencer alguno de los equipos de la categoría reina, que mayoritariamente tienen academias de pilotos. «Me he dado cuenta que todo lo que he ganado en el karting ya no sirve absolutamente de nada. Tengo que destacar en la Fórmula 3 y hacerme un hueco en una escuela este año o el siguiente», reconoce el propio Boya, de 19 años, con una claridad asombrosa sobre su trayectoria. «Mi meta es la Fórmula 1 y hasta que vea que realmente es imposible lucharé a tope por llegar. Si no, espero ser piloto profesional, de resistencia, de lo que sea», añade.
Nacido en Les, en la Val d’Aran, muy cerca de la frontera con Francia, todos los niños de su zona se dedicaban a esquiar y hacer montaña, pero él siempre estuvo entregado al motor. Tanto que a los cinco años le cambiaron el chupete que no soltaba por una moto de trial. Tanto que no se perdía una carrera de Fernando Alonso en Ferrari e insistía en ir al karting, aunque quedara lejos de casa. Como campeón de España de karts en varias categorías se ganó una beca para vivir y entrenar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat y poco a poco ascendió hasta el punto actual: está a dos pasos de la Fórmula 1. Pero qué dos pasos. «No soy un iluso, sé que hay 20 asientos y que quizá no llegue. Pero también sé que si me dan la oportunidad puedo hacerlo», finaliza Boya.