LaLiga Santander
Cádiz 3 Atlético 2
Un gol de Sobrino en el 98 da el primer triunfo en casa a los amarillos. Un doblete in extremis del portugués había empatado para los rojiblancos, que sólo reaccionaron en los minutos finales
Ocurrió de nuevo en la crueldad del tiempo añadido, pero que la fatalidad no engañe a nadie. Porque sólo la rabia de Joao Félix había logrado rescatar antes a un tristísimo Atlético de Madrid. El gol en el 98 de Sobrino condenó a los de Simeone a una derrota que incide en sus dudas y otorgó al Cádiz tres puntos de pura euforia. [3-2: Narración y estadísticas]
Los buenos propósitos tras la debacle europea se le diluyeron al Atlético en un pestañeo. En el Nuevo Mirandilla apareció su versión más apática y no lo desaprovechó un rival con el agua al cuello, aunque para ello tuviera que recurrir al milagro. Sin fe, sin chispa y, sobre todo, sin fútbol hasta que aparecieron Griezmann, Joao Félix y el debutante Pablo Barrios. El equipo de Simeone, a unos días de jugarse en Oporto seguir al menos en la Europa League, había sido antes la peor versión de sí mismo que pueda recordar.
Y sólo en la vorágine final, con un estruendoso doblete de Joao Félix, despertó y hasta acarició un triunfo que hubiera sido insólito. Porque, cuando ya Álex Fernández había hecho el segundo del Cádiz en el 80 que olía a sentencia, Ledesma apenas había tenido que aparecer. Únicamente en esa desesperación se intuyó algo de amor propio de un equipo que no sabía todavía lo que era perder a domicilio en Liga. Lejos del Metropolitano era donde se habían dibujado sus sueños de crecimiento futuro, pero en el Nuevo Mirandilla, ante un rival tan necesitado que no sabía lo que era ganar en casa, acabó por estropear también ese esperanzador camino cuando Sobrino hizo el tercero.
Si acudía el Atlético desde el colmo de la fatalidad en el desenlace del partido contra el Leverkusen que le dejó definitivamente fuera de la Champions, a los 27 segundos ya se había encontrado con un gol, como una losa encima. Un balón a la espalda de Molina, un pase atrás de Espino y un remate liberado desde el punto de penalti de Bongonda. Pim pam pum. Fue como golpear a un Don Tancredo. Los rojiblancos seguían ensimismados, relamiéndose en su desventura. Un síntoma terrible.
Porque toda la primera parte se iba a convertir en el summum de la desgana. Los cambios en el once de Simeone, dando descanso a Griezmann y volviendo a la defensa de cinco, no ayudaron. Como tampoco la lesión de Morata a los 10 minutos, cuando el Atlético amagaba con reaccionar. Pero ese ímpetu que encabezó con más entusiasmo que acierto Rodrigo de Paul no duró demasiado. El Cádiz no se desmoronaba porque su rival era un manojo de desaciertos, de malos pases y controles, espesura y nervios bajo el sol de la tarde gaditana.
Los amarillos, que también habían perdido por lesión a Mbaye, se empezaban a crecer ante un rival sin confianza. En el horizonte intuían el primer triunfo de la temporada en el Nuevo Mirandilla, los tres puntos que le hagan tomar aire desde los puestos de descenso. Sobrino, en el descuento de la primera parte, a punto estuvo de hacer el 2-0.
A la vuelta el Atlético no mejoró ni un ápice. Ni construía fútbol ni inquietaba. Sólo Carrasco intentaba algo desde la izquierda y un centro del belga a punto estuvo de aprovecharlo Correa para empatar. Salvó la manopla de Ledesma cuando ya Griezmann y Joao Félix se preparaban para el cambio. Ellos, Carrasco y Correa, protagonistas del poco peligro visitante, fueron los sacrificados.
Todo pareció acabar con el tanto de Álex Fernández. Y, entonces, como en un enrevesado guion, el señalado Joao Félix se enrabieto. Una media chilena que golpeó en Hernández para acortar. Y un chutazo de pura rabia en el 84 para empatar. Con ocho minutos de descuento, la tarde cuesta abajo y el Menino desatado, pareció que se venía una remontada rojiblanda. Pero el cabezado del portugués lamió el palo y, en otro despiste más, Sobrino remató un centro de Alejo para poner patas arriba a todo Cádiz en otro trágico descuento del Atlético.