Hace justo 60 años que el Real Madrid ganó su primer título europeo, una larga historia con muchos triunfos y también largos períodos de sequía, el último de los cuales terminó hace ya un decenio con la llegada de Pablo Laso y el regreso del éxito, prolongado en 2023 con otra Euroliga tras aquel extraño cambio de entrenador.
La lamentable derrota de Berlín, con un equipo que empezó durante 10 minutos como si fuese heredero de los mejores Boston C
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Son lecciones a fuego. La competitividad heredada, la mentalidad ganadora cuando ya el talento no acompaña a borbotones como antaño. Necesitó España de un desenlace de esos sólo aptos para valientes para acabar con la oposición de Finlandia y seguir con vida en este Preolímpico que es una auténtica trampa. Fue Willy Hernangómez el héroe, una noche para el recuerdo la suya, otra vez con esta selección que siempre saca lo mejor de él, completamente desequilibrante siempre pero sobre todo en la recta de meta de puro infarto. Tras el sofocón, este domingo aguarda en la final la Bahamas de los NBA con un sólo billete para París en juego en la Fonteta. [74-81: Narración y estadísticas]
Aunque pudiera parecer lo contrario, a España le iba la vida en el envite. Era la final antes de la final, por mucho que al rival le faltara Lauri Markannen y no posean los susijongi más estrellas que su colectivo, su descaro y el entusiasmo de los 2.000 aficionados presentes en Valencia. Con eso les bastó para desplumar a Polonia sin ser favorita el miércoles. Un aviso. Como su puesta en escena, sin arrugarse, adaptándose sin complejos al criterio arbitral, que era sorprendentemente benévolo con cualquier tipo de contacto. Como su segunda parte feroz que inundó de angustia la noche.
Desde el comienzo todo fue incómodo para la selección (que no contó con Juancho, pese a que realizó el calentamiento), a le que costó desperezarse cuando comprobó que ninguna canasta iba a resultar sencilla, que la cosa sólo iba a ser posible desde el celo defensivo y la intensidad. Una antideportiva a Rudy provocó un parcial de 9-0 para los de Lassi Tuovi, que se vinieron arriba peligrosamente.
Fue Brizuela el primero que tocó a rebato, el que espabiló ofensivamente a España. Y pronto le tomó el testigo Lorenzo Brown. Consciente de lo que representa en este equipo, de que pocos son tan capaces como él de generar puntos, de que es esencial. El nuevo base del Panathinaikos enhebró 11 puntos hasta el descanso, dando oxígeno al resto, que se dejaba la vida en la otra canasta, labor silencionsa de Gabuba o López-Aróstegui. Finlandia sólo anotó 10 puntos en el segundo parcial y seis fueron dos triples algo desesperados de Maxhuni. Y los de Scariolo, que apenas cometían faltas, se iban a sentir por primera y única vez superiores.
El retorno de vestuarios trajo de vuelta la principal seña de identidad finlandesa, los triples compulsivos como arma mortal. Encadenaron tres y España respondía con los puntos en la pintura de Willy (ocho seguidos, 12 en el cuarto), siempre bien servidos por Lorenzo. Pero no hincaba la rodilla Finlandia, otra vez on fire con un triple de Madsen y un mate a la contra del jovencísimo Muurinen, una de las sensaciones del torneo. Hasta el punto de dar la vuelta a absolutamente todo, el marcador (59-56 tras un 12-0) y las sensaciones de la batalla. Había provocado un cortocircuito en España y un ataque de nervios en la Fonteta.
De nuevo la defensa. Insoportable encajar 29 puntos como en el tercer parcial. Y la personalidad. La zona finlandesa se había convertido en un rompecabezas y no había más alarmas por desatar. Lo inesperado fueron dos triples de Alberto Díaz, al rescate de nuevo el del Unicaja, con el corazón y el pecho siempre por delante. Se mantuvo España en ese alambre hasta el regreso de la primera unidad, pero todo era ya una absoluta agonía, triple por triple, dos púgiles completamente desatados.
En el mismo abismo, apareció el temple de Willy Hernangómez. Siempre tan señalado defensivamente, al madrileño no le tembló el pulso en la resolución. Una canasta y dos tiros libres después de una temporada en el Barça en la que hizo aguas desde el 4,70. Todo eso mientras los osados finlandeses no acertaban esta vez con sus lanzamientos como flechas. Fue un cara o cruz de dos minutos en los que se impuso la calidad, la experiencia y hasta el empuje del ambientazo en la Fonteta. Todo eso (y mucho más), hará falta este domingo ante Bahamas para no faltar a la cita olímpica dentro de unos días en París.