El Móstoles CF ha comunicado este sábado que uno de sus jugadores de la categoría Senior B, Mardoche Luzolo Nsimba, de 24 años, falleció de forma repentina durante el entrenamiento de este viernes en los campos de fútbol del Soto de la localidad madrileña.
“Tenemos el alma rota tras el trágico fallecimiento de M.L.N, jugador del Senior B durante el entrenamiento del viernes. Se decreta luto oficial y se aplaza la jornada del fin de semana en todas las categorías. Descansa en paz”, ha informado el club a través de sus redes sociales.
Aunque desde el club no han informado de la causa exacta de la muerte del jugador, se sabe que ocurrió de forma repentina mientras se encontraba entrenando en la tarde noche de este viernes.
Desde el Ayuntamiento de Móstoles han trasladado a través de sus redes sociales su pésame a la familia del jugador fallecido: “Nuestro más sentido pésame a sus familiares y amigos”.
En febrero de 2022, el fútbol mostoleño también se encontró con una triste noticia tras el asesinato de uno de sus jóvenes futbolistas. Se trataba de un joven de 15 años, Jaime Guerrero, al que asesinaron violentamente en la calle Atocha de Madrid y que jugaba en el equipo Cadete A del CD Móstoles URJC.
Los allegados y familiares de Jaime aseguraron entonces que no pertenecía a ninguna banda y que salía junto a unos amigos la tarde del sábado por la tarde cuando se vio atrapado en una pelea entre dos grupos.
Sergi Borrell (Barcelona, 1959), ex árbitro y ex jugador internacional, una de las referencias del arbitraje mundial de waterpolo, falleció este jueves a los 64 años, según informó la Federació Catalana de Natación (FCN).
Borrell dirigió durante su carrera una final olímpica, la de Londres 2012, y dos finales en Mundiales (2007 y 2013). Comenzó jugando a waterpolo en las filas del CN Sant Andreu y con veinte años se sacó el título de árbitro, una carrera que empezó cinco años después.
En 1987 empezó a arbitrar al máximo nivel. Internacionalmente debutó a lo grande en los Juegos de Barcelona, cuando fue juez de gol. Su conocimiento de este deporte, adquirido como jugador, le permitió llegar a lo más alto en el mundo del arbitraje.
Dirigió partidos desde los Juegos de Atenas 2004 hasta los de Londres (2012), pero también arbitró en Campeonatos del Mundo y de Europa. En el plano continental, en 2001 dirigió las finales masculina y femenina en Budapest.
Dejó de arbitrar en 2014. Además de vocal de waterpolo del Colegio Nacional de Árbitros y actual responsable de los delegados federativos del Área de Waterpolo Real Federación Española de Natación, Sergi Borrell fue miembro de la Junta Directiva de la Catalana, presidente del Comité de Waterpolo desde 2018, vocal de waterpolo del Comité Catalán de Árbitros (2004-08) y miembro de la Asamblea de la RFEN (2008-12).
Lamine Yamal es genio, descaro y gol, todo lo que el Barça necesita para emocionar pero como rescatador necesita ayuda. Solo no puede sumar todos los puntos. Vuela el equipo en la Liga y soñó con que la temporada fuera así, un continuo ascenso hacia el sol sin que apareciera una sola nube... hasta que pisó la aristocracia Champions. [Narración y estadísticas (2-1)]
Hansi Flick había tocado la tecla para soltar el talento de jugadores atenazados por el dilema del peso del estilo. Les quitó las riendas, les dejó ser salvajes y brillaron incluso más de lo que nadie hubiera imaginado. Sin embargo, con un arranque de calendario cómodo en Liga, en la exigente Europa entró con el pie izquierdo. El Mónaco le cortó las alas en seco. Le bastaron diez minutos para bajar a los azulgranas a la tierra y descoserles casi por completo espoleados por la superioridad numérica. La expulsión por roja directa de Éric García casi sin romper a sudar fue la primera prueba de madurez del Barça alemán.
Flick dibujó un partido enfajando su once en la medular con el central reconvertido en centrocampista de contención junto a Casadó y empujando a Pedri asomarse al área ahora que Dani Olmo mira desde los palcos. Era la oportunidad del canario, que no aprovechó, y lo único que cambiaba en un Barça que sigue apretando a sus rivales en su campo, pero que sabía del gusto de su rival por emplearse de la misma manera. A la carrera.
Como ante el PSG en Montjuïc
Así encontró el Mónaco la primera ocasión del partido en el minuto 7 cuando Ben Seghir se escapó por la orilla y probó a Ter Stegen. La siguiente decisión del guardameta alemán la pagó cara el Barça. Sus dudas en la salida de balón por la presión monegasca obligaron a Éric a reaccionar en el borde del área para frenar a Minamino y provocaron que el colegiado Lindhout no tuviera ninguna duda de que el japonés encaraba portería. Otra inferioridad que ponía cuesta arriba el camino en Champions, como hace unos meses ante el PSG en Montjuïc. Otra vez la competición se amargaba.
Pudo paliar ese regusto Raphinha pero se durmió para rematar una asistencia de Lewandowski tras una contra dirigida por Pedri. El Mónaco olió la sangre y se lanzó al área de Ter Stegen. No pudo Embolo batirle, pero encontró el joven Akliouche un pasillo en la orilla izquierda de su área que aprovechó para recortar a Balde y a Pedri, que le siguieron con la mirada, hacerse hueco y ajustar su zurdazo al palo.
Fueron momentos de apretar los dientes para que no se desatara un vendaval. El gigantón suizo Embolo retaba a Iñigo Martínez, suerte que casi siempre en fuera de juego, pero alguna enganchó entre los tres palos. Parecía cuestión de tiempo que el Mónaco hurgara para hacer más grande el descosido. No ocurrió porque así lo quiso Lamine Yamal.
El Barça tiene un futbolista que espanta los nubarrones y que, como buen adolescente, no piensa piensa en las consecuencias, sólo vive y juega. Por eso no dudó en retar a Akliouche y sacar de su pierna izquierda otro cañonazo ajustado al palo ante el que no pudo reaccionar Köhn. Lo había lanzado Casadó a la espalda de Singo para retar a Salisu, batirle y convertirse en el segundo jugador del Barça más joven en marcar en Champions. No hay temor a encomendarse a él.
Crecieron los blaugranas con el oxígeno que le proporcionó el empate, al que el Mónaco quiso responder a balón parado, pero fue Balde quien erró la ocasión de darle la vuelta al marcador antes de enfilar el túnel de vestuarios.
A la espalda de Iñigo
Reestructuró Flick en en el descanso el plan de partido y el Barça volvió despojado de presión, tanto que complicó a un Mónaco valiente en ataque pero con sus propios demonios en defensa. Eso sí, Ter Stegen, que no estaba en su mejor noche, tuvo la orden de no arriesgar y sus golpeos se convirtieron en un arma de ataque. Raphinha empezó a aparecer sin llegar a aprovecharse de las asistencias en carrera de Lamine o de un centro de Koundé que no pudo rebañar.
Proponía el Barça sin dejar de mirar de reojo a su espalda porque Adi Hütter ya buscaba poner en el campo pulmón y velocidad. El disparo de Vanderson hizo volar a Ter Stegen y Minamino mandó la pelota a acariciar el larguero.
Como el Barça no hincaba la rodilla y Lamine se convertía en una amenaza constante, el técnico monegasco optó por doblar el lateral para desesperarlo. Antes de que se pudiera evaluar su apuesta ya había conseguido el premio en una pelota larguísima de Vanderson a la espalda de Iñigo Martínez que se acomodó a la carrera Ilenikhena para encarar y batir la meta azulgrana. De ese golpe ya no se alzó a pesar de que el VAR le libró de un penalti.