El kitesurfista J.J. Rice, nacido en Estados Unidos y que iba a representar a Tonga en los Juegos Olímpicos de París, ha muerto en un accidente de buceo a los 18 años apenas un mes antes del comienzo de la cita olímpica. Su padre, Darren Rice, confirmó el fallecimiento de su hijo este lunes al periódico Matangi Tonga.
Jackson James Rice iba a convertirse en el primer caucásico en representar a Tonga en unos Juegos Olímpicos. Su muerte se produjo el sábado en Faleloa, en la isla de Ha’apai, en el archipiélago de Tonga.
Según ha relatado el citado medio, J.J. Rice estaba buceando en apnea cuando sufrió un presunto desvanecimiento en aguas poco profundas. Los esfuerzos por reanimarle fueron infructuosos.
“Fui bendecida con el hermano más increíble de todo el mundo y me duele decir que ha fallecido”, escribió Lily, la hermana de Rice, en un post de Facebook. “Era un kitefoiler increíble y podría haber logrado una medalla en los Juegos Olímpicos. Hizo muchos amigos increíbles en todo el mundo”.
Rice nació en Estados Unidos de padres británicos, pero creció en Ha’apai, donde sus padres regentan un alojamiento turístico. Terminó octavo en la prueba Sail Sydney en diciembre, lo que le sirvió para lograr una plaza olímpica.
El kitefoiling será deporte olímpico por primera vez en París. Los kitefoilers compiten sobre tablas que se elevan sobre el agua y pueden alcanzar velocidades de más de 50 km/h.
El 8 de septiembre de 2023, viernes, a las 18.00 horas locales, España jugó contra Georgia en Tiflis. Hoy, 30 de junio de 2024, domingo, a las 21.00 horas, España juega contra Georgia en Colonia. Entre los dos partidos han transcurrido exactamente 296 días, y en esa cifra podría calibrarse la edad de esta selección española. Porque, de alguna manera, esta España nació en Tiflis, la capital georgiana, escenario de uno de los desplazamientos más convulsos de la historia reciente del equipo. Debido a las circunstancias que ocurrieron en aquel viaje, donde todo era negro, donde el futuro parecía haberse acabado, España es hoy la selección que es. ¿Qué pasó en aquellos días? Veamos, aunque hay que empezar unos días antes de ese 8 de septiembre de 2023.
Para saber más
El viernes anterior, día 1, Luis de la Fuente comparecía para dar la lista de aquella expedición a Georgia (luego habría otro partido, en Granada contra Chipre). Era la primera vez que se enfrentaba a los medios después de sus aplausos a Luis Rubiales en la bochornosa Asamblea de finales de agosto. «Ante la repercusión social, mediática y política que ha generado mi actuación, quiero decir que he recibido críticas, y que las críticas que he recibido son totalmente merecidas. Lamento lo que hice y pido perdón por ello», fue lo primero que dijo, antes de responder a una docena de preguntas sobre el aplauso. Un sector no pequeño de la opinión pública y de los medios de comunicación pedían la dimisión, pero De la Fuente aguantó la tormenta.
Los jugadores se concentraron el lunes 4. El ambiente en la Ciudad del Fútbol era irrespirable. Albert Luque, todavía director de la selección absoluta y hombre de confianza de Rubiales, afeó a De la Fuente que saliera solo a pedir disculpas (o directamente que lo hiciera, según otras fuentes) y la relación entre ambos se resquebrajó. Los futbolistas se reunieron para tratar de unificar una postura más o menos común respecto al caso del ex presidente. Desde el departamento de comunicación se les sugirió que lo más conveniente era hacer un comunicado. Luque también quería estar allí, y hacer como de observador, pero tampoco pudo.
Finalmente, la plantilla, tras varias horas de discusión, consensuó unas líneas que salieron a leer Álvaro Morata, el capitán, acompañado de Rodrigo, César Azpilicueta y Marco Asensio. Tras felicitar a las campeonas del mundo, leyó el párrafo clave: «Queremos rechazar lo que consideramos unos comportamientos inaceptables por parte del señor Rubiales, que no ha estado a la altura de la institución que representa».
"Llegamos allí en una situación de tensión, y se demostró que somos un equipo muy fuerte. Ahí fue donde empezamos a acuñar ese término de familia. Vivimos momentos muy emocionantes y emotivos, y de ahí salimos mucho más fuertes", explicó ayer mismo el seleccionador.
Asensio, en el momento de su lesión en Tiflis.GETTY
Fue, cuentan algunos de los que lo vivieron desde dentro, un viaje muy tenso, el primero con Pedro Rocha al frente. El hombre designado por Rubiales para sucederle comenzó ahí a tomar sus primeras decisiones. Una de ellas tuvo que ver con el asunto que terminó marcando el viaje. Cuando la selección llegó a su hotel de concentración, el miércoles por la noche, dos días antes del partido, alguien reparó en que faltaban dos arcones de material, y uno de ellos era donde viajaban las botas de los jugadores y los guantes de los porteros.
Era un olvido de los responsables del material, un fallo como otro cualquiera, pero en aquellos días todo era un mundo. Entre las paredes del Hotel Marriott, entre intrigas y miradas desconfiadas alrededor de Rocha, hubo que tomar la decisión: ¿cómo traemos las botas? Porque claro, sin botas no se puede jugar al fútbol. Los jugadores, por cierto, no fueron informados hasta la hora de la merienda, justo antes de salir hacia el estadio para el entrenamiento previo. Al principio Antonio Limones, responsable de viajes de la Federación, ofreció la posibilidad de meterlos en un vuelo comercial con escala en Estambul. La otra opción, mucho más cara, era contratar un vuelo chárter sólo para las botas.
Rocha fue quien dio el sí para contratar el vuelo chárter GES211B, de la compañía Gestair, que costó más de 100.000 euros. El vuelo aterrizó en Tiflis la noche anterior al partido, y las botas entraban en el hotel poco antes de las tres de la madrugada. Los jugadores, que se habían enterado, escrito está, en la merienda, hicieron el entrenamiento en zapatillas. Unos estiramientos, unos juegos con unas gomas y de vuelta al hotel. Los periodistas desplazados se enteraron después de la rueda de prensa oficial y antes de ese entrenamiento, cuando el entonces director de comunicación, Pablo García Cuervo, explicó que las botas se habían quedado en Madrid y que estaban volando hacia Tiflis.
Yamal celebra su gol a Georgia, en septiembre de 2023.EFE
Los jugadores, mientras tanto, vivía ajenos a las intrigas alrededor de Rocha. Estaban más preocupados por la clasificación para esta Eurocopa. La derrota ante Escocia en marzo de ese año dejaba sin red al equipo, que no podía fallar en un campo donde había ganado en el tiempo de descuento las dos veces anteriores. De la Fuente incidió ahí, aún más, en la idea de grupo, de familia, conceptos necesarios para enfrentarse a los no pocos peligros externos, las no pocas amenazas que sobrevolaban al grupo.
En el campo también fue el punto de partida de lo que hoy es España. El once fue tal que así: Unai Simón, Carvajal, Le Normand, Laporte, Gayá; Fabián Ruiz, Rodri, Gavi; Dani Olmo, Álvaro Morata y Marco Asensio. No es difícil observar que es el mismo equipo que está aquí salvo dos lesionados (Gayá y Gavi) y otros dos que, con sus lesiones ese día, casi al final del primer tiempo en los dos casos, dieron paso a Nico Williams y Lamine Yamal. Ellos, autores de un gol cada uno, sustituyeron a Olmo y a Asensio para ofrecer un festival y abrir los ojos al seleccionador, que se dio cuenta de que ese (el partido terminó 1-7) era el camino. Así, en mitad de la zozobra, nació esta España que hoy vuelve a mirar de frente a Georgia, con las cosas mucho más claras que entonces. Al menos dentro del campo. Fuera es otra cosa.
Kylian Mbappé abrió el bote de ketchup contra el Betis. Tardó cuatro partidos y muchos dolores de cabeza, pero lo terminó haciendo. Sufrió él, sufrió Ancelotti, sufrió el Madrid y sufrió su afición durante tres encuentros complicados, pero finalmente el galo encontró portería. Anotó dos goles y dio el segundo triunfo de la temporada al conjunto blanco, que ya respira mejor hacia el parón.
Ancelotti asumió sus temores dando entrada a Ceballos en el once inicial. Después de las lesiones de Camavinga y Bellingham, el italiano había probado a Modric y Arda Güler como acompañantes de Tchouaméni y Valverde en la medular, pero ninguno le había convencido. Sin el francés ni el británico, el técnico no encuentra al sustituto natural de Kroos y no da con la tecla para que su equipo fluya en salida de balón.
El Madrid mejoró ante el Betis, porque empeorar la primera parte del duelo ante el Valladolid y los 90 minutos de Gran Canaria era tarea complicada. Estuvo más intenso, más generoso en los esfuerzos, más atento en las transiciones defensivas... Pero le siguió faltando chispa. Y sin chispa no hay gol. Y sin gol no hay puntos. Y sin puntos hay ansiedad. Y con ansiedad hay bloqueo. Y con bloqueo no hay chispa...
El conjunto blanco estaba entrando en una espiral peligrosa, en una angustia que se notaba en Ancelotti, en los jugadores y en un Bernabéu que volvió a pitar tímidamente a su equipo durante la primera parte. Fue un espejismo.
Y eso que el cuadro de Ancelotti encontró alguna luz al final de su túnel. Ese triángulo de la derecha que forman Carvajal, Rodrygo y Valverde produjo más situaciones que en las anteriores jornadas, y Vinicius y Mbappé se buscaron más que de costumbre. Todo necesario.
El brasileño y el francés se movieron entre líneas, intercambiando posiciones y estando más activos, pero fallaron ante Silva. En el 21, Vinicius le dejó un pase de la muerte a Mbappé que éste remató mordido, justo después de una buena parada de Silva a un cabezazo de Militao.
El Betis activó más al Madrid que el Valladolid. Se atrevió a presionar y partió un poco el duelo, lo que le dio espacio a los delanteros madridistas, agradecidos. Pero ni así.
En el 38 llegó la mejor acción, Mbappé recibió de espaldas en el centro del campo, regateó a su par y aceleró para buscar a Vini, que terminó centrando a la llegada del galo. No llegó, pero vibró por fin el Bernabéu ante sus dos estrellas. El descanso aterrizó con otro 0-0 y el Madrid respondió con un asedio sobre la portería del Betis. Un ataque constante más por empuje que por fútbol, más por necesidad que por táctica. Y eso, para qué negarlo, también gusta al Bernabéu, animador de soldados.
Vinicius se encontró con el palo tras un disparo desde lejos, Mbappé falló el rechace, Rodrygo se estrelló con Silva... Era el minuto 54 y los locales ya vivían en el área rival.
Llegó entonces la polémica y la rabia. Algo lógico entre tanta frustración. Vinicius pidió un penalti por mano de Llorente y Ceballos otro tras una entrada de Sabaly. Alberola Rojas no señaló ninguno y el brasileño enfureció, viendo una amarilla por protestar. Chamartín respondió con abucheos y el conjunto blanco ganó energías.
Brahim, la chispa
Ancelotti se atrevió con la entrada de Brahim y Fran García por Ceballos y Mendy y el andaluz respondió dando más amplitud al ataque madridista. En el 67, Rodrygo inició un eslalon en la frontal, cedió para Valverde y el uruguayo se inventó un taconazo hacia el desmarque de Mbappé que el francés convirtió en gol. Con la zurda, al palo derecho de Silva. Fue su primer tanto en Liga y el final de su pequeña ansiedad.
Por si fuera poco, cinco minutos después el galo sumaría su primer doblete. Brahim se inventó un zigzag hacia el área y vio el movimiento de Vinicius al espacio, el brasileño llegó antes que Silva y cayó derribado. Alberola Rojas no señaló nada, pero el VAR le avisó de la pena máxima. Mbappé, intercambiando rol con Vinicius tras el tanto del brasileño ante Las Palmas, anotó desde los once metros.
El Madrid descansará en el parón a cuatro puntos del Barça, más lejos de lo esperado, pero con menos lluvia sobre sus hombros.
"Empecé en España, me formé en Manchester y disfruto en Italia". Ese fue el mensaje que David De Gea (Madrid, 1990) publicó en redes sociales después de dejar una actuación para el recuerdo con la Fiorentina, su nuevo equipo, ante el todopoderoso Milan. El portero no sólo atajó dos penaltis, a Theo Hernández y a Abraham, sino que de un pase largo suyo se originó la jugada del gol de la victoria para su equipo ante los rossoneros. Era la primera derrota milanista en los últimos cinco partidos.
Hay que destacar la última parte del mensaje del guardameta, "disfruto en Italia". Especialmente, teniendo en cuenta que David De Gea viene de un año de inactividad después de abandonar la disciplina del Manchester United en 2023, equipo que le sustituyó por el camerunés André Onana, un portero que fue muy cuestionado en sus inicios en los red devils.
Así, tras no llegar a un acuerdo con el United para renovar, De Gea se quedó sin equipo y, en un principio, no tuvo prisa en encontrarlo. Los primeros meses fueron de tomarse un respiro hasta que el gusanillo del fútbol volvió a meterse en el portero. Entonces, comenzó su preparación para volver a los terrenos de juego.
Recurrió a las instalaciones del Altrincham FC, club de la quinta división inglesa, cuya localización no quedaba lejos de su residencia en Manchester. Lo hizo con un preparador especializado recomendado por Richard Hartis, ex entrenador de porteros del Manchester United. Y también llegó a utilizar las infraestructuras de la Real Federación Española de Fútbol en Las Rozas así como algunas en Illescas, población donde residió cuando era pequeño. Los entrenamientos específicos los combinaba con el pádel, deporte del que es muy aficionado. "No he jugado, pero no he estado parado. Sabía que volvería un día y que tenía que volver a competir al máximo nivel", manifestó el portero.
Pese a la intensidad de sus sesiones, pasaban los mercados y De Gea seguía sin equipo. Se especuló con la posibilidad de Estados Unidos, concretamente el Inter de Miami de Leo Messi, y también con que podría decidirse por Arabia, de donde tenía ofertas del Al Nassr de Cristiano Ronaldo o el Al Shabab de Yannick Carrasco. Pero nada se concretaba.
467 días
La carrera futbolística de De Gea, a día de hoy, tras pasar por las manos de la agencia española de representación, YouFirst, con la que no terminó bien, y por las de Jorge Mendes, la maneja su abogado y amigo José Carlos Bouzas. Así que ambos esperaban la "oferta perfecta", según expresó el futbolista y llegó antes del cierre de la ventana de este verano, la tercera en la vida sin equipo de David De Gea. Habían pasado 410 días desde que dejó el United y 467 desde su último partido oficial, la derrota de FA Cup de 2023 ante el City de Guardiola.
"Tomé la decisión de tener un año para mi, pero no quería retirarme y por eso he seguido entrenando. Cuando llegó la oportunidad de la Fiorentina, un equipo, una ciudad y unos aficionados increíbles, fue una decisión muy fácil", expresó el propio De Gea en su presentación con el equipo viola.
Muchos de ellos acudieron en masa a la presentación del portero con su equipo. Uno sostenía una pancarta en la que se leía: "Podría parar el Titanic". Y De Gea les ha devuelto el cariño con una actuación de "locura" que ha dado la vuelta al mundo. "Extraterrestre", le han llamado los comentaristas del club al portero madrileño. La actuación, podría haber sido aún más internacional, si el portero del Girona, Paulo Gazzaniga, no hubiera elegido el mismo día para parar no dos sino tres penaltis en el partido ante el Athletic Club.
Anécdotas aparte, a De Gea le queda mucha cuerda a sus 33 años. Un portero que, pese a los rumores, dijo esto en su presentación: "Nunca pensé en retirarme, pero era difícil encontrar motivaciones tras jugar en el Manchester United". Los red devils seguirán siendo el equipo de su corazón, pero mientras, le toca seguir disfrutando del fútbol y haciendo disfrutar. "En mi primer entrenamiento, uno de los porteros jóvenes me dijo que era un sueño compartir cancha conmigo", reveló el guardameta. Más si mantiene este nivel.