El que fuese el primer gran campeón de sumo ‘yokozuna’ nacido fuera de Japón, Taro Akebono, falleció a la edad de 54 años, informaron este jueves medios locales citando a fuentes cercanas al ex luchador.
Akebono, cuyo nombre de nacimiento era Chad George Haaheo Rowan (Waimanalo, Hawái, 1969), falleció debido a una insuficiencia cardíaca, según recogió la agencia de noticias nipona Kyodo, que no precisó la fecha exacta de la muerte.
Akebono, de 2,03 metros de altura y que alcanzó 226,79 kilos de peso en el punto más álgido de su carrera, debutó profesionalmente en marzo de 1988 y durante su trayectoria ganó 11 grandes torneos.
En 1993 se convirtió en el primer luchador de sumo nacido fuera de Japón en obtener el más alto rango en este deporte, el de ‘yokozuna’, y se erigió como el luchador número 64 con este título.
Tres años más tarde, en abril de 1996, Japón le otorgó la ciudadanía y tras el Gran Torneo de Sumo de Año Nuevo de 2001 se retiró de la competición.
Tras su retirada, Akebono se mantuvo cerca del sumo como entrenador y jefe de establo, el lugar donde viven y entrenan los luchadores de sumo y que gestionan luchadores que ya no compiten.
Con la intención de convertirse en una estrella del sumo, Akebono, a quien el novelista hawaiano Mark Panek dedicó el libro ‘Gaijin Yokozuna: A Biography of Chad Rowan’ (El yokozuna extranjero: una biografía de Chad Rowan, 2006), abandonó con 18 años su área natal, en el Hawái rural, para establecerse en Tokio.
La obra de Panek, publicada por University of Hawaii Press, explica que Akebono alcanzó la categoría de ‘yokozuna’ unos cinco años después de llegar la capital nipona, llegando así a ser el primer luchador ‘gaijin’ (extranjero, en japonés) en este nivel.
Akebono fue elegido para representar a los japoneses en el ritual sagrado de sumo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Nagano de 1998.
Para los japoneses, los ‘yokozuna’ encarnan valores muy apreciados en su cultura, como el trabajo duro, la paciencia, la fuerza y la dignidad.
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Un safety car, el primero en tres años en Montmeló, sacó de sus cabales a Max Verstappen. A 11 vueltas, cuando Andrea Kimi Antonelli quedó varado en la grava de la curva 10 tras una rotura de motor, los favoritos debieron pasar otra vez por boxes. A Red Bull sólo le quedaba un juego de duros para Mad Max, abocado desde entonces a la peor de las suertes. El holandés supo salvar un latigazo salvaje a la entrada de la recta, pero nada pudo hacer frente a Charles Leclerc y George Russell. Totalmente desquiciado, el tetracampeón vio de lejos el doblete de McLaren, con Oscar Piastri por delante de Lando Norris.
Una merecida sanción, por colisionar ante Russell, relegó a Verstappen a la décima plaza, justo por detrás de Fernando Alonso. De este modo, el asturiano sumó sus dos primeros puntos del año, tras quitarse de encima a Gabriel Bortoleto y Liam Lawson. Entre tantas escenas de caos, ninguna como la de Nico Hulkenberg con Lewis Hamilton. Un Sauber, el coche más lento de la parrilla, rebasaba a un Ferrari y era quinto en la meta.
Hubo invasión de pista para conmemorar este loco desenlace, decisivo para la suerte del Mundial. Piastri conquista su quinta victoria del año, mientras Verstappen sale casi de vacío de Barcelona. Nunca quiso claudicar, exprimió al límite su estrategia, pero ahora queda a 49 puntos del liderato. Traspasó los límites para defender el podio y acabó disparándose en el pie. Desde la salida quiso dejar claro que no iba de farol.
Norris, lento en la salida
Piastri aún guardaba recuerdo del error de Imola, cuando intentando sujetar a Russell dejó un resquicio a Verstappen, autor de un excepcional adelantamiento. Esta vez, McLaren no hubo de lamentar la pérdida del liderato, pero sí la lentitud de Norris, que se dejó ganar la partida frente al líder de Red Bull. Tampoco anduvo fino Russell ante los Ferrari, abocados desde entonces a un duelo fratricida.
Aunque el auténtico protagonista de la salida fue Hulkenberg, envuelto en un toque que le hizo salirse por el exterior de la curva 1. Dicha maniobra fue validada por los comisarios, así que el veterano ganó cuatro posiciones hasta situarse a la estela de Alonso. En la segunda vuelta, el bicampeón también hubo de capitular ante el Sauber.
Los malos presagios asomaron con una peligrosa maniobra de Lawson y se agudizaron con una salida de pista en la curva Seat. Tras 13 vueltas, la degradación mermaba al AMR25, así que dos giros después entró el asturiano para montar los medios y reincorporarse último. En la décima vuelta ordenaron a Hamilton ceder el paso a Leclerc y Williams llamó a capítulo a Carlos Sainz. Algo habían detectado en el alerón delantero, con daños desde la primera vuelta, así que fue preceptivo el cambio. Tras casi 11 segundos en el pit-stop, las opciones del madrileño pasaron de remotas a nulas.
Alonso, el domingo, en la recta de meta de Montmeló.EFE
La baja de Lance Stroll, víctima de un problema en una muñeca, había permitido avanzar un puesto a Carlos en la parrilla, por delante de Franco Colapinto y Yuki Tsunoda, que partió desde el pit-lane. Un domingo terrible para el madrileño, condenado a luchas de escaso rango. A bordo de un Williams muy lento en las curvas de Montmeló, con daños en el alerón delantero por culpa de Lawson, aún puede darse por satisfecho con su decimocuarta plaza final.
Lawson, un peligro rodante
En la decimotercera vuelta, Norris se quitó de enmedio a Verstappen a final de la recta. Nada podía oponer frente a los monoplazas papaya, pero el holandés sí dejó un glorioso adelantamiento a Antonelli, en la zona del estadio, y otro frente a Russell, en la Moreneta. En una carrera tan táctica, Red Bull aún guardaba su cuota de esperanza.
Por eso tomaron la iniciativa en la vuelta 14 para colocar un segundo juego de blandos a Verstappen. Ocho giros más tarde, McLaren optó por los medios con Norris y también para Piastri, cediendo la cabeza ante el tetracampeón. En la vuelta 30, Red Bull lanzó otro órdago, metiendo medios, mostrando que iban a tres paradas. A 19 giros para la meta llegaría la última parada para el holandés. McLaren, por supuesto, respondió de inmediato con Norris y Piastri.
Durante las dos últimas ediciones, no se había registrado ni una sola bandera amarilla, así que el safety car postrero con Antonelli hubo de interpretarse como una bendición. Los comisarios ya se habían ahorrado medidas cautelares incluso cuando Lawson hizo trizas el ala delantera de Alex Albon. El sol ardiente debió de pasar factura al neozelandés, demasiado agresivo frente Sainz y Oliver Bearman. Y ni por esas recibió una penalización.
La Fórmula 1 se va de vacaciones en uno de los momentos más apasionantes de los últimos tiempos. La temporada no tiene la tensión ni la beligerancia de 2021, pero a cambio tiene una igualdad inimaginable. Llegar a la vuelta final de una carrera en Spa sin saber quién va a ganar y ver como los tres primeros cruzan la meta con un margen de un segundo es un regalo. No puedo evitar sentir un poco de envidia, incluso una pizca de nostalgia al ver la b
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