Mundial de atletismo
La selección busca consolidarse en el Mundial de Budapest que empieza este sábado con dos medallas como mínimo
Hace no tanto España volvía del Mundial de atletismo con un saco de medallas. Cuatro o cinco, siempre eran cuatro o cinco, un par de ellas de oro. Hace todavía menos España regresaba del Mundial de atletismo tal y como había salido de casa. Minúscula, perdida, irrelevante. Ahora ni una cosa ni la otra. Después de la época dorada y de los años más tristes, la selección llega al Mundial de Budapest que empieza hoy con la intención de ser Europa. Tan simple, tan complicado. Un par de podios bastarán, más provocarán una fiesta, menos, una decepción.
En los últimos tiempos, con Estados Unidos, Kenia, Etiopía, China o Australia siempre por encima, la mayoría de países del continente se han acostumbrado a vivir de unas pocas estrellas y de muchos aspirantes a las finales y en ese rol puede entenderse España. Pesan las ausencias, como de costumbre, esta vez de Ana Peleteiro, Asier Martínez u Orlando Ortega, pero hay otras razones. Desde los 20 kilómetros para hombres de este sábado (08.50 horas, Teledeporte), la marcha será la principal esperanza, con Álvaro Martín y María Pérez, pero en la pista también puede haber celebración. Mo Katir, que correrá los 1.500 (el miércoles 23) y los 5.000 metros (el domingo 27), es el referente de un grupo que guarda sorpresas. Dani Arce, Enrique Llopis, Mario García Romo, Adel Mechaal, Mohamed Attaoui, Adri Ben, María Vicente, quién sabe.
Con los dos bronces del pasado Mundial de Eugene como mínimo y a un año de los Juegos Olímpicos de París 2024, España puede confirmarse al lado de Francia, Bélgica, Suecia, Países Bajos o incluso Alemania o Italia. ¿Y volver a enganchar como antaño? Eso ya será más difícil.
Sin estrellas después de Bolt
Pese a la lenta aparición de líderes de casa, el atletismo mundial vive un impasse entre Usain Bolt, capaz de pararlo todo durante nueve segundos, y el próximo gran nombre. Ahí están Armand Duplantis, Yulimar Rojas, Karsten Warholm, Jakob Ingebrigtsen o Faith Kipyegon, pero o sus especialidades son muy técnicas -caso de los primeros- o sus caracteres son muy esquivos -caso de los segundos-. Como Jesse Owens, Carl Lewis, Michael Johnson o Usain Bolt, el Mundial necesita un rey de la velocidad y no hay ni tan siquiera un príncipe.
Mañana domingo Hungría celebra el Día de San Esteban, algo así como la fundación del país, y, por ello, antes de los fuegos artificiales sobre el Danubio que se verán desde todo Budapest, la organización ha agendado los 100 metros masculinos (19.10 horas). El chasco puede ser mayúsculo. Pese a la evolución de los métodos de entrenamiento y, sobre todo, de las zapatillas, 2023 es el año más lento de las últimas dos décadas y el líder es el británico Zharmel Hughes con 9.83 segundos. Ni Christian Coleman por su sanción, ni Marcell Jacobs por sus lesiones, ni Fred Kerley por sus peculiaridades parecen capaces de acercarse al brillo de Bolt. El atletismo sigue esperando alguien que lo ensalce ante el gran público, que atraiga a la masa de aficionados casuales.
Mientras, para no caer en la irrelevancia de otros deportes clásicos, como la natación, alimentará duelos como el que vivirán Noah Lyles o Erriyon Knighton en los 200 metros masculinos (el viernes 25) o Shelly-Ann Fraser-Pryce y Sha’Carri Richardson y en los 100 metros femeninos (el lunes 21) y ansiará récords y gestas extraordinarias de sus actuales astros. España quiere ser Europa, el atletismo quiere ser mundial.