El italiano, que fue imagen de Armani o Calvin Klein, dejó las pasarelas harto de “los excesos” para dedicarse a las carreras de larguísima distancia. “Parece muy glamuroso, pero es un entorno tóxico”, explica a EL MUNDO
“La vida de modelo tiene un reverso. Evidentemente tienes que cuidar de tu cuerpo, vigilar con la comida, ir siempre depilado y afeitado, pero eso no es lo malo. Lo malo es todo lo que le rodea, el sexo, drogas y rock&roll. No paras de ir a fiestas, eres de la jet set, todo parece muy glamuroso, pero al final estás en un entorno tóxico, con muchos excesos, en el que todo es superficial. Yo perdí la felicidad. No tenía un propósito, no sabía a dónde iba. Ahí descubrí el correr”.
Tarde o temprano la vida de Michele Graglia será una película. Debería serlo. De Sanremo, ciudad italiana a un paso de Mónaco y Francia, era un joven comercial de la empresa de su familia, una distribuidora de flores, cuando se marchó a Miami a intentar ampliar los ingresos en Estados Unidos. La idea era que estuviera unos meses, pero se quedó más de una década. Un día cualquiera, en una hamburguesería cualquiera -una Johnny Rockets, en realidad-, una mujer se le acercó y le hizo una oferta. Sobre la mesa, un contrato de dos años para hacer de modelo. ¿Quién era esa mujer? Era Irene Marie, dueña de la potente agencia homónima y protagonista de la serie de MTV ‘8th & Ocean’. Entre 2007 y 2011 Graglia fue imagen de Calvin Klein, Armani y Nike, fue portada de Cosmopolitan, GQ y W, fue top model entre los tops models. Hasta que se cansó. La vida loca era un tormento. Suerte de otro encuentro casual, éste con un libro.
“En las vacaciones de Navidad de 2010, lejos de mi familia en Italia, me encontré con el libro ‘Ultramaratón’ de Dean Karnazes y me cambió la vida. Me enseñó una nueva manera de vivir la vida, muy alejada de la mía en ese momento”, recuerda Graglia, de 39 años, en conversación por teléfono con EL MUNDO. De inmediato se puso a entrenar. Dando vueltas por Central Park se enganchó al ‘running’ y, al mismo tiempo, sin saberlo, renunció a su carrera como modelo. En pocos meses bajó casi 10 kilos, perdió mucha musculatura del tronco superior y las campañas publicitarias desaparecieron. En un par de años su imagen ya no era la deseada por las marcas. Estaba demasiado fino. Y tuvo que volver a su trabajo de comercial en el negocio familiar de exportación de flores.
Su debut a lo bruto
“A nivel económico es otra vida, evidentemente. Trabajo mucho más, llevo otro ritmo, pero no lo cambió por nada. Mis ex compañeros en las pasarelas piensan que me volví loco, nunca entendieron que lo dejara”, comenta el italiano que se sumergió en el mundo de las carreras de larguísima distancia a lo bruto. En lugar de empezar con medias maratones, pasar a maratones, luego a carreras de 70 y 80 kilómetros y así alcanzar los 100 kilómetros o las 100 millas, Graglia debutó directamente en una prueba de 100 millas, los Keys 100 de Florida de 2011, donde llegó a colocarse líder. Luego, como rookie que era, se deshidrató y abandonó, pero la experiencia le demostró que valía. En 2012 ya ganó una carrera modesta, las 50 millas de Everglades y acabó segundo en otra, la Virgil Crest de 100 millas.
Poco tardaría en probarse en las pruebas más famosas de Estados Unidos como la Leadville 100, donde acabó el 31 en 2013, y en empezar su progresión hasta vencer en 2018 en la durísima Badwater 135, una carrera por el desértico Valle de la Muerte, el culmen de su trayectoria. Sus esfuerzos entonces se centraron en los retos. Enamorado de los desiertos, de hecho, su mayor proyecto hoy en día es cruzar los más grandes del mundo. Ya ha estado en Atacama o Gobi y este año planea cruzar el de Arabia, incluyendo el llamado Empty Quarter, la zona más deshabitada de la Tierra. También planea estar en el Mundial de ultras y en retos solidarios como la TransPerfect Mountain Challenge. Como contrapartida, eso sí, un cierto regreso a su vida de modelo. Después de su victoria en la Badwater y antes de publicar su libro ‘Ultra’, Graglia se convirtió en imagen de La Sportiva lo que llevó de vuelta a las sesiones de fotografía.
“Lo hago por mis sponsors, pero es algo muy puntual. No volvería a la vida de top model ni por todo el oro del mundo. Ahora me siento mucho mejor mentalmente y físicamente. Es cierto que las carreras ultra suponen mucho desgaste, pero me entreno mucho para poder hacerlas. Antes bebía mucho, tomaba drogas, ahora corriendo he encontrado el equilibrio”, finaliza el italiano que en el último año abandonó Estados Unidos y volvió a casa después de una experiencia única. Tarde o temprano su vida será una película. Debería serlo.