Era su momento. Daniil Medvedev volaba durante el primer set con su plan de ataque, disfrutaba sobre la hierba de Wimbledon. Carlos Alcaraz peleaba para llevarle al tie-break, pero en esos instantes iniciales el ruso dominaba el juego, la pista, el marcador. Era su momento. Pero su carácter es intratable.
Con 5-3 en el marcador y el saque de su lado, Medvedev defendía una bola de break cuando después de un corto intercambio Alcaraz le tiró una dejada rápida. Corre, corre a por ella; corrió el ruso, pero llegó a impactar a la bola justo cuando había dado su segundo bote. Entonces hubo cierta confusión. Medvedev hizo como si no hubiera pasado nada y Alcaraz, al ver la reacción de su rival, pensaba que el punto seguía así que golpeó de derecha. Sólo la jueza de silla, la griega Eva Asderaki, interrumpió el juego. Con acierto advirtió del segundo bote y cantó el nuevo resultado: “Game Alcaraz, 5-4”. Ahí Medvedev reaccionó a su manera.
Plantado en medio de la pista, sin aspavientos, miró a Asderaki y le soltó tres claros “¡Fuck you! [¡Que te jodan!]”. Luego dejó ir algún otro insulto -“Bitch [Zorra]”, según algunas televisiones- y se sentó en su silla sin más.
Alberto PezzaliAP
Asderaki, internacional desde 2001, con varias finales de Grand Slam a sus espaldas, llamó al supervisor del torneo y le explicó lo ocurrido. Según el reglamento de la Federación Internacional de Tenis (ITF), Medvedev podía haber sido descalificado, pero entre otros decidieron sólo apuntarle un warning por conducta antideportiva.
Novak Djokovic sigue jugando con el tiempo. A sus 38 años, este domingo sumó su título número 101 en el circuito ATP al imponerse en la final del ATP 250 de Atenas a Lorenzo Musetti por 4-6, 6-3 y 7-5 en un partido que duró casi tres horas. El golpe ganador le llevó al suelo, agotado, exhausto, pero después tuvo fuerzas para levantarse, gritar y romperse la camiseta en una de sus celebraciones más icónicas.
Después confirmó que no jugará las ATP Finals que empiezan este domingo, pero ante Musetti reapareció una certeza: sólo Jannik Sinner y Carlos Alcaraz pueden derrotarle. El italiano sufre en los momentos tensos y todavía debe mejorar, pero no deja de ser un Top 10 de 23 años con golpes y piernas para cualquier cosa. Pese a ello, el serbio fue superior.
Musetti empezó consistente y se llevó el primer set apoyado en un saque sólido y golpes profundos desde el fondo, pero poco a poco se fue deshachiendo. Djokovic, lejos de perder la calma, ajustó su estrategia: pese a la diferencia de edad, alargó los intercambios y obligó a su rival a tomar decisiones. Con el empate, el tercer set fue una prueba de resistencia. Hubo 'rallyes' inacabales y hasta 11 oportunidades de rotura entre ambos.
Con su victoria, Djokovic le robó un récord a Federer, el de títulos sobre pista dura (72) y, lo que es más importante para él, añadió valor al ATP 250 de Atenas, su torneo. El tenista más laureado de todos los tiempos es el dueño de la licencia de organización y esta temporada decidió alejarlo de Belgrado por su conflicto abierto con el gobierno de Serbia.
"Han sido tres horas de un partido agotador físicamente, superexigente. Lorenzo ha jugado realmente bien. El partido no era de nadie. Felicidades a él por su actuación y estoy muy orgulloso de mí mismo", dijo Djokovic que poco después anunció su adiós de las ATP Finals. Su plaza como rival de Alcaraz será ocupada por Felix Auger-Aliassime mientras Musetti entrará como octavo participante.
22 Grand Slam, 92 títulos en la ATP, cinco Copa Davis, dos oros olímpicos, más de 1.000 victorias... Rafa Nadal se retira con la mochila llena, conquistadas todas las posibles conquistas, pero, ¿Qué deja para el futuro? En cada adiós de una leyenda del deporte mundial se observan miles de niños y de niñas imitando sus gestos y también ocurre con el español, aunque su sombra es extraña. A Nadal se le puede imitar en muchos sitios, se le debe imitar en muchos sitios, excepto sobre la pista.
«Nadie va a volver a jugar como él porque no se debe jugar como él. En la primera parte de su carrera, la que construye a Nadal como mito, jugaba a cuatro o cinco metros de la línea de fondo. Lo podía hacer por su fuerza física, por su mentalidad y por la aceleración que imprimía a la bola, pero era extrañísimo, día que un caso único en la historia», analiza el periodista argentino Sebastián Fest, fundadora de la revista Clay y autor del libro Gracias: El legado de Rafael Nadal.
En sus palabras, la imposibilidad de encontrar un imitador. Mientras Roger Federer ya tiene discípulos-como Grigor Dimitrov- y Novak Djokovic triunfó con un estilo más reconocible, nadie en el circuito se parece a Nadal y posiblemente nadie lo haga. Por ser español y compartir ciertos rasgos con él, Alcaraz ha sido muchas veces comparado con él, pero su estilo de juego no tiene nada que ver.
"Su tenis no es el mejor ejemplo"
«En realidad el tenis de Nadal no es el mejor ejemplo para los jóvenes y por eso es muy difícil que aparezca alguien que juegue como él. Los entrenadores no quieren que sus pupilos le imiten porque para ello necesitarían su físico y su top spin. Pero en las academias de todo el mundo Nadal aparece como referente en cuanto a actitud. Esa capacidad de concentración, ese desempeño en cada punto sí es un ejemplo, el mejor ejemplo. De hecho Nadal nos enseñó que no tienes que ser un robot, que puedes estar nervioso y ser emocional, pero que igualmente en cada punto debes estar concentrado», apunta Simon Cambers, periodista británico que trabaja para The Guardian o Reuters y autor del libro The Roger Federer Effect, que añade: «Por raro que parezca por sus números, es más importante el legado del Nadal persona que el legado del Nadal tenista».
Kin CheungAP
Pese a la aura de sofisticación y cortesía que envuelve al tenis, la amabilidad que mantuvo Nadal en su reinado junto a Roger Federer y Novak Djokovic no ha sido siempre la norma, ni mucho menos. Nadal deja una manera de jugar única, pero también una manera de ser perfectamente imitable: sólo hay que ser educado. Si en la época de Jimmy Connors, John McEnroe, Bjorn Borg o Ivan Lendl se llevaban a matar y en la era posterior dominada por André Agassi y Pete Sampras la rivalidad también se desparramó, Nadal y sus coetáneos demostraron que las leyendas no deben alimentarse de odio.
Su relación cordial con Djokovic y, sobre todo, su amistad con Federer quedan como un paradigma sobre el que construir el futuro del tenis. Hoy, quizá por un cierto efecto rebote, se exageran las tensiones entre los tenistas, pero crece una cercanía entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner al abrigo de lo que construyeron los anteriores. Los dos mejores del mundo en la actualidad, capaces de compartir un viaje en avión privado, se miran sin ninguna duda en la unión entre Nadal y Federer.
La foto en la Laver Cup
«Si hablas con los tenistas más jóvenes sobre Nadal la mayoría te dicen que era buenísimo, pero no te dicen que quieren jugar como él, te dicen que quieren ser como él. Su humildad, su grandeza, su respeto al oponente... Ese es su mayor legado y en ese apartado entra, claro está, su relación con Federer. Demostraron que podías competir por los títulos más importante manteniendo el respeto en la pista, en la victoria y en la victoria», observa Howard Fendrich, especialista de tenis de la agencia estadounidense Associated Press y actual copresidente junto a Cambers de la Asociación Internacional de Periodistas de Tenis (ITWA).
«Con su palmarés puede parecer extraño y de hecho es extraño, pero para mí una de las fotos más importantes de su carrera es la que le hicieron en la Laver Cup, llorando en la retirada de Roger Federer, dándole su apoyo, por todo lo que significa», añade Fendrich que como el resto de consultados asume que no habrá otro Nadal en la pista, pero que desea que fuera de ella tenga muchos discípulos.
Un año, un tenista. Carlos Alcaraz vive de ambiciones históricas, como el recuento de Grand Slam, pero no escapa del simbolismo de acabar una temporada en el número uno del ranking ATP. Este 2025 es suyo, ya lo es. Fue el mejor en determinados momentos -la remontada de Roland Garros, el dominio en el US Open-, pero también fue el mejor en general. Más de una vez proclamó que la lista mundial y sus puntos no le importaban, pero sólo apartaba tanta exigencia. Es un éxito importante. Un éxito reivindicativo.
Hasta ahora le sobrevolaba una crítica a su regularidad: un genio intermitente, el asombro que no dura. Pero este curso ha acabado con la misma. Después de derrotar a Lorenzo Musetti por 6-4 y 6-1 en el último partido de la fase de grupos de las ATP Finals, Alcaraz se aseguró acabar el año en lo más alto del ranking mundial y confirmó su camino como leyenda. Si llega o no llega a las cifras de quienes le precedieron, ya no se podrá decir que fue por inconsistencia.
Antes sólo una vez había cerrado una temporada como número uno, y fue muy distinto. Fue el 2022 del descubrimiento. Era un adolescente impactando al mundo. Ahora este 2025 es otra cosa. Sigue siendo joven, por supuesto, pero ya no es una promesa: es quien manda. Sólo su histórica rivalidad con Jannik Sinner puede poner un asterisco: el italiano faltó tres meses -aunque lo hizo por dopaje-. En todo caso, esa duda también tiene solución
Antonio CalanniAP
Este domingo, Alcaraz y Sinner podrían enfrentarse en la final de las finales y, con todo a favor para el italiano -la pista y el público-, una victoria del español sería definitiva este curso. Antes, ambos deberán pasar las semifinales, pero... ¿quién puede derrotarles? El sábado, Sinner se medirá a Alex De Miñaur, su víctima preferida -el balance entre ambos es 12-0-, y Alcaraz, al vencedor del duelo entre Alexander Zverev y Félix Auger-Aliassime. En otras circunstancias los dos serían adversarios considerables en una superficie dura bajo techo, pero en este torneo, el número uno es realmente el número uno.
El público italiano, muy en contra
«Esto significa un mundo para mí. Si soy sincero, al principio de año me parecía un objetivo muy difícil, muy lejano, pero conforme avanzaba la temporada lo veía más cerca. Torneo a torneo me acerqué a Jannik en el ranking y al final he podido conseguirlo. Estoy muy orgulloso de mí mismo y de mi equipo», comentaba tras el partido Alcaraz, que este viernes recibirá el trofeo que le acredita como el triunfador del curso. Ante Musetti no dejó duda de que lo era.
Antonio CalanniAP
Aunque los nervios le agarrotaron, en los instantes clave supo abalanzarse sobre el triunfo como debía. En el primer set, en la primera media hora, sumó más errores de los deseados, pero se centró en mantener su servicio frente a un rival que hizo más cosas de lo habitual. Musetti corrió más, atizó más con su derecha, subió más a la red; en definitiva, buscó el éxito.
Tampoco le funcionó. Alcaraz estaba decidido a clausurar el ranking ATP del año y aprovechó sus debilidades. Ninguno de los dos había disfrutado de oportunidades de break cuando, con 5-4 en el marcador, el español se agigantó en la pista para hacerse con el primer set y, en realidad, con todo el partido. Incluso se pudo permitir el lujo de fallar una bola de set: resolvió con la segunda. Al acabar el encuentro, su celebración enrabietada guardaba la tensión por su lucha con Sinner en la lista mundial y, al mismo tiempo, la incomodidad sufrida durante el partido.
Pocas veces se vio Alcaraz en una situación así; pocas veces existió algo parecido en la historia de las frías ATP Finals: el público estaba encendido en su contra. En el calentamiento de la tarde ya escuchó tímidos silbidos, un leve abucheo, pero durante el partido la afición italiana se volcó en todo momento con Musetti y no dudó en abroncar al español cuando tuvo oportunidad. Celebraba sus errores tanto o más que los aciertos del italiano. «Lorenzo, Lorenzo, Lorenzo», y así hasta el último punto. No era grave -podía recordar el último Masters 1000 de Roma, cuando derrotó a Sinner en un ambiente similar-, pero era extraño. En todo caso, tampoco cambió nada: este 2025 es, de todas todas, de Alcaraz.