Durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en la zona mixta del Ariake Tennis Park, a un periodista brasileño se le ocurrió preguntar a Daniil Medvedev sobre su condición de deportista bajo bandera neutral, por cómo se sentía al no poder utilizar la bandera de su país, Rusia, y su respuesta dejó congelados a todos los presentes. “¡Quiero que expulsen a este periodista! ¡Que no vuelva a pisar esta zona mixta! ¡No quiero verle más en todo el torneo!”, empezó a gritar el tenista ante el asombro de los pobres voluntarios japoneses.
Tan obedientes como eran, por un instante hicieron ademán de cumplir con sus órdenes, pero pronto aparecieron los responsables de comunicación de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y redirigieron la situación: el periodista brasileño se apartó a unos metros mientras Medvedev seguía mascullando su cabreo. Al fin y al cabo, cualquiera que trabaje en el circuito ha visto o incluso sufrido la mala leche del ruso, un tenista más que peculiar.
Con Novak Djokovic y Jannik Sinner en la otra semifinal (a las 04.30 horas, Eurosport), hoy (a partir de las 09.30 horas, Eurosport) Medvedev se enfrentará a Alexander Zverev en busca de una oportunidad más, una más. Si alcanza la final del Open de Australia será la tercera vez que lo haga igualando a nombres como John Newcombe o Pete Sampras, aunque al contrario que ellos todavía nunca ha levantado el título. Es el eterno aspirante. En 2021 fue derrotado por Djokovic y en 2022 cayó ante Rafa Nadal en un encuentro que duró cinco sets y más de cinco horas.
“Aquella derrota fue durísima para mí, pero también supuso una inspiración real para mejorar y diría que la he superado al 100%. Quiero otra oportunidad de levantar el título, es algo que deseo con todos mis fuerzas y para lo que he trabajado mucho tiempo”, afirmó anteayer un Medvedev orgulloso al derrotar a Hubert Hurkacz en cuartos de final en otro encuentro larguísimo. Después de tener que remontar dos sets al Emil Ruusuvuori en segunda ronda, el ruso arrastra cansancio acumulado durante todo el torneo, pero igualmente ambiciona como nadie la final.
A sus 27 años y en plena madurez sería la constatación de que puede ir a más. Porque desde que ganó el US Open de 2021 ha vivido cierto estancamiento. A principios de 2022 una hernia le obligó a parar y después la invasión de Ucrania le apartó de Wimbledon pese a manifestarse en contra. “Apoyo la paz, no hay más que pueda añadir”, dijo, pero igualmente fue sancionado. El año pasado se recuperó con las semifinales en Wimbledon y la final del US Open y este curso está de vuelta a la cima. De hecho, si gana el Open de Australia superará a Carlos Alcaraz y se colocará número dos del ranking ATP a un paso del número uno, Djokovic.
Mala racha en finales
Pero ésa no es su obsesión. Su obsesión es ganar el Grand Slam oceánico y romper así su mala racha en finales que, en toda la historia, sólo está superada por la desdicha de Andy Murray: el británico peleó cinco veces por el título en Melbourne y las cinco perdió. “Quiero que Novak y Jannik jueguen siete horas y media, que lleguen al tie-break del quinto set y acaben 30-28 y así, quizá, tal vez, estarán un poco cansados el domingo”, bromeó Medvedev.
Hijo de un empresario de la construcción, alumno de escuela privada en Moscú con pleno de extraescolares -toca instrucciones como el clavecín, habla idiomas…-, graduado en Física y Matemáticas, Medvedev apareció en el tenis en 2019, cuando alcanzó su primera final del US Open -también cayó ante Nadal- y descubrió su juego exquisitamente técnico y su carácter iracundo. Sus cabreos con rivales, jueces e incluso aficionados son ya míticos, aunque en los últimos meses se ha calmado. Casado con Daria Chernyshkova, una ex jugadora en torneos menores, a finales de 2022 tuvieron una hija y eso le ha cambiado.
“Siempre he sido un tipo alegre, pero siento que ahora soy más feliz que nunca. En el último mes y medio me he sentido en paz conmigo mismo, siento qué hacia dónde debe ir mi vida, conozco mis objetivos y cómo puedo alcanzarlos. Me quiero más a mí mismo y sé preocuparme más de la gente que realmente me aprecia. Sé que puedo tener altibajos durante la temporada porque este deporte es complicado, pero considero que he empezado una nueva etapa de mi vida”, comentó la semana pasada en Melbourne el ruso en busca de otra oportunidad, una más.