Magnus Cort vence en Viareggio a pesar de la lluvia y las caídas

Magnus Cort vence en Viareggio a pesar de la lluvia y las caídas

Giro de Italia

Actualizado

Domenico Pozzovivo, Callum Scotson y Sven Erik Byström no tomaron la salida al dar positivo en coronavirus al igual que Evenepoel, quien se retiró el domingo

Magnus Cort Nielsen celebra la victoria en la décima etapa del Giro de Italia.LUCA ZENNAROEFE

La vida sigue, el ciclismo sigue y el Giro, tras la jornada de descanso, siguió su marcha hacia la todavía lejana Roma, a donde conducen todos sus caminos, con la décima etapa entre Scandiano y Viareggio, de 196 kms.

Siguió, pero no siguió igual, como la vida en la canción de Julio Iglesias. Siguió sin quien era líder tras la novena etapa, después de haber ganado dos, pero sí con el actual, Geraint Thomas. Y siguió con miedo, porque el virus ha vuelto a subirse de polizón a bordo de las bicicletas. Un virus muy democrático que afecta-infecta por igual a los gregarios y a los campeones.

La retirada de Evenepoel infligió a la carrera, a su interés y su proyección, un golpe muy duro. Pero, con el estoicismo con el que el ciclismo encaja sus reveses y acepta sus gajes, el Giro reemprendió su ruta con la esperanza de que el covid se hubiera contentado con cobrarse una pieza de caza mayor y se bajase del sillín. Incluso así, Domenico Pozzovivo, Callum Scotson y Sven Erik Byström tampoco tomaron la salida al dar positivo. Mads Würtz Schmidt, Oscar Riesebeek y Rein Taaramäe dieron negativo, pero no se sentían bien y, asimismo, optaron por el abandono.

Aparte de ellos, no salieron por otros motivos Rigoberto Urán y Stefan Küng. Y en el curso de la etapa abandonaron otros. Entre ellos, pronto, enfermo, Alexander Vlasov, sexto en la general. Hacía frío, llovía lo suyo y los corredores (manguitos, chubasqueros, perneras, guantes, botines) subían, entre la niebla que todo lo empapaba y envolvía, el larguísimo Passo delle Radici, 33,4 km., con porcentajes modestos que lo calificaban de 2ª categoría.

Ya venían escapados, prácticamente desde la salida, Davide Bais (Eolo Kometa), Magnus Cort Nielsen (Education First), Derek Gee (Israel) y Alessandro de Marchi (Jayco Alula). Pasó Bais en cabeza por el alto y, conseguido su objetivo de apuntalar su liderato en la montaña, se desentendió del asunto en el descenso. Hizo bien, porque la carretera estaba peligrosa. No tanto como para haber suspendido o acortado la etapa, según se llegó a especular en la salida, pero sí lo suficiente como para tomar toda clase de precauciones.

Era el kilómetro 87 de carrera. Todo cuanto sucedió desde entonces se redujo, es un decir, a contar el número de caídas (ninguna, en principio, grave, excepto, quizás, la de Barguil, herido en la muñeca). Se redujo, decimos, en definitiva, a eso y a saber si Nielsen, Gee y De Marchi, perseguidos por una cincuentena de lobos empapados, podrían culminar su hazaña. A perseguidos y perseguidores se les helaba el sudor en unos cuerpos que tiritaban.

Fue una doble y preciosa pugna. Dos empresas titánicas: la de tres héroes que, al borde del agotamiento, se negaban a rendirse, y la de un pelotón en el que sobrevivían varios velocistas (Cavendish, Pedersen, Milan, Ackermann), eliminados Gaviria, que besó el suelo, y Groves.

Faltando tres kilómetros y medio para la llegada, el grupo, en el que no faltaba ningún favorito, tiró, resignado, la toalla. Y, en el sprint, Nielsen impuso la lógica de su mayor punta de velocidad ante Gee y De Marchi. Ya ha ganado en las tres grandes rondas. Bienvenido al club.

kpd