Fue imposible que tomaran la palabra. Las protestas de los aficionados valencianistas impidieron que el consejo de administración del Valencia, encabezado por Layhoon Chan, diera inicio a la junta general de accionistas que se celebraba en el estadio de Mestalla y, por primera en años, estaba abierta a los aficionados que tuvieran una acción en propiedad. Fueron alrededor de 200 los que ocuparon la tribuna del estadio para no parar de protestar contra la gestión que tiene al equipo colista de Primera División.
Gritos de “fuera, fuera”, “Peter, vete ya”, “Dile que se vaya” y “Layhoon Chan, mentirosa” atronaban en Mestalla como los días de partido. Enfrente, la presidenta, el secretario del consejo, Germán Cabrera, el director general, Javier Solís, y la directora financiera, Inma Ibáñez, junto a los consejeros Kim Koh, Ramnd Cheah y Pang Liang.
Pese al interés de la mesa por esperar a que se calmaran los ánimos, no ocurrió. “Has venido a reírte de la gente”, le gritaban a la presidenta, que apenas pudo pronunciar una frase: “Se abre la sesión y doy la palabra al secretario del consejo”. Cabrera no pudo hablar. “Vamos a intentarlo, cinco minutos, si vemos que no podemos paramos. Aguantamos el chaparrón, pero si no podemos hablar, nos vamos y pasaremos a las votaciones”, se lamentaba.
Pasados los cincos minutos, la presidenta dio orden de retirada. El consejo y los altos ejecutivos se retiraron y la notaria, la ex consejera Ana Julia Roselló, advirtió a los accionistas de que podían entregarle por escrito preguntas o documentación que estimaran oportuno si querían que constara en acta.
Los ánimos de los aficionados no se calmaron y el presidente de Libertad VCF, José Antonio Pérez, advirtió a los presentes de que, aunque el consejo tratara de votar los puntos del orden del día sin debate, la junta podría ser considera “ilegal”.
La decisión que tomó el consejo fue esa: proceder a la votación, que ganaba por la mayoría accionarial de Peter Lim, a las 13 horas. El empresario logró aprobar las cuentas Anuales y aprobar la operación de financiación del nuevo Mestalla, que supone acudir al mercado para lograr 325 millones de euros con los que afrontar las obras que deben reanudarse el próximo 12 de enero.
Georgia lleva dos años en el mapa del fútbol europeo detrás de los nombres de Khvicha Kvaratskhelia y Giorgi Mamardashvili. Su brillo en el Nápoles y en la portería del Valencia ha hecho volver la vista al campeonato de un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, la mitad que la Comunidad de Madrid, que se envuelve en su bandera para, por primera vez en su historia, disputar una Eurocopa.
Los georgianos proclamaron su independencia de la Unión Soviética en 1991 y aplastaron una invasión de Rusia en 2008, pero su fútbol ha sido conquistado por españoles. La base del logro de una selección que enloqueció al país en la tanda de penaltis de la repesca ante Grecia tiene su origen en España y en los éxitos que encadenó la Selección Española de 2008 a 2012, cuando el tiqui-taca asombró.
Jugadores y técnicos eran reclamados y Georgia fue una de las ligas receptoras. Allí desembarcaron dos ex entrenadores de la cantera del Barça: Álex García, que dirigía al juvenil y hoy es segundo de García Pimienta, y Andrés Carrasco, cuya misión era crear la academia del Dinamo de Tiflis por encargo de su propietario, el empresario Roman Pipia, dispuesto a hacer crecer al equipo que vio campeón de la Recopa en 1981 y, sobre todo, a la selección de su país. Hoy el 70% de la selección que en Alemania dirige el francés Willy Sagnol creció en esa academia, empezando por los dos estandartes.
Con ellos llegaron poco después un puñado de futbolistas , entre ellos Xisco Muñoz, campeón de Liga con el Valencia en 2002, que fue primero jugador y luego como técnico del Dinamo. "No teníamos ni ciudad deportiva para entrenar, pero había una intención de hacer crecer el fútbol y el presidente quería apostar por la gente joven del país", recuerda el técnico, hoy en Eslovaquia, que ganó dos campeonatos en el Dinamo.
Uno de esos 'cruzados' que defenderá a Georgia en su primera Eurocopa nació al fútbol con esa mentalidad española. "Yo jugaba en la academia de Dinamo de Tiflis con 12 años tuve un director que ha influido muchísimo en la manera de entrenar y de jugar al fútbol en Georgia. He crecido con la mentalidad y el estilo de juego español". Lo cuenta a EL MUNDO Giorgi Kochorashvili, centrocampista del Levante UD, que se convirtió en el primer futbolista georgiano que daba el salto a una de las cinco grandes ligas en dos décadas. "Desde Shota Arveladze nadie lo había hecho y ese primer paso fue complicado, porque salí con 18 años de mi país y hasta los 21 no pude debutar. Sin embargo, es una demostración de que es posible. De esa convicción de que se puede ha llegado Mamardashvili, con su altísimo nivel, o Khvicha Kvaratskhelia a Nápoles... Los jugadores empiezan a salir y todos estamos creciendo", explica.
Ese director que marcó a Kochorashvili es Andrés Carrasco. "Nuestra idea fue fundar la academia para conseguir un estilo, una identidad. Yo llevaba 13 años en el Barça y vimos que era factible aplicar ese 4-3-3 allí, porque su nivel físico era bueno y había muchos jugadores de calle con los que se podía trabajar con un perfil técnico interesante", explica en conversación desde Tiflis, donde acaba de renunciar a entrenar al Dinamo. Chicos con capacidad de uno contra uno para los perfiles, que no perdieran la pelota y que fueran capaces de jugar a dos toques. Eso, e inteligencia en el campo. Ambas cosas se las vio a Kochorashvili y, sobre todo a Kvaratskhelia. "Era luchador, muy trabajador, porque esa capacidad de trabajo es lo que te hace especial en Georgia. Pero nadie veía su talento. En las pruebas que hicimos no lo mostró y hubo mucha gente que dudó. Yo me la jugué porque creía que lo merecía", relata sin ver el techo del jugador que asombró al Diego Armando Maradona. "Era imposible predecir que iba a tener un impacto tan grande. El paso más difícil fue el de Rusia al Nápoles pero fue progresando y el factor sorpresa le ayudó", explica.
Para Carrasco, ha sido "vital" que hayan dado el salto a ligas más competitivas. "Es la primera vez que apenas hay jugadores en la selección que no estén en Rusia o en Georgia". En España ha costado, tanto que Mamardashvili fue ofrecido en un email que media Primera División rechazó, en la Premier apenas recuerdan la experiencia del talentoso y anárquico Georgi Kinkladze en el City a mitad de los 90 y miran al mediocentro del Watforf Chakvetadze, y es en Francia donde mejor están anidando desde el joven goleador Mikautadze en el Metz a Davitashvili en el Burdeos.
Georges Mikautadze, delantero del Metz francés.AFP
"El fútbol del país tiene visibilidad porque hemos venido jugadores a España, Italia o Francia. Ese reconocimiento ayuda a que la gente se anime más a buscar talento en Georgia. No es que antes no hubiera buenos jugadores, pero no daban el salto a un equipo europeo para jugar, aprender y crecer. Quedándote en Georgia puedes mejorar, pero hay que ver más allá y rodearte de gente que está a un nivel top. Jugar en una de las cinco grandes ligas te da muchísimo", advierte Kochorashvili.
"Como se han criado españolizados están más adaptados a nivel cognitivo al fútbol de primer nivel cuando dan el salto. Ése ha sido el éxito de Andrés, acercarlos al fútbol profesional", añade Xisco, convencido de que en esta Eurocopa pueden ser una sorpresa. "Hay jugadores que con 21 años ya llevan 100 partidos y están dispuestos a no dejar pasar ninguna oportunidad. Lo van a dar todo por su país y saldrán a jugar envueltos en su bandera y haciendo patria", advierte.
No serán nueve entre Mamardashvili y Kvaratskhelia. "Está claro que él es el gran ídolo, una estrella de las que nacen pocas veces, pero en Georgia jugamos en equipo. Él nos ayuda muchísimo con su talento y nosotros a él para que dé su mejor versión en cada partido", puntualiza 'Kocho'.
Son un equipo tras la idea que les propone Willy Sagnol, a quien siguen con fe ciega. "La parte mental la controla muchísimo, que es algo muy importante en el fútbol más allá del físico y la táctica. Nos da mucha libertad y eso nos hace sentirnos muy fuertes y disfrutar de cada momento que vivamos ante Turquía, Chequia o Portugal". Ése es el partido al que todo el mundo mira, se lamenta Kochorashvili recordando que es el último de la fase de grupos.
No tendrán los 'cruzados' georgianos el apoyo de los 60.000 aficionados que llenaron la gradas del estadio nacional en la repesca ante Grecia, pero sienten lo vital que es para el país poder darles una alegría. En medio de una crisis política por la influencia rusa y la limitación de derechos que conllevaría, "para la gente será una forma de desconectar. Somos un país pequeño que sueña a lo grande y estamos listos para esta aventura".
Mestalla acudió a la llamada de auxilio del Valencia se encontró de bruces con las carencias que su equipo no puede superar. Sin goles no hay victorias y punto a punto es difícil escalar y salir del atolladero. Lo que para Osasuna fue sumar un punto de oro en un fortín, a la parroquia valencianista les hubiera sabido a nada de no ser por la necesidad de sumar como sea.
Este Valencia es un equipo romo que lleva demasiado tiempo sin nadie que huela el gol. De Hugo Duro tiró Baraja en los minutos finales buscando que el asedio tuviera premio. Mientras, Rafa Mir, superado el castigo por su indisciplina, miraba desde el palco. Fue el riesgo que el entrenador quiso correr para evitar que todo lo que pasó aquella madrugada en su casa no salpicara más a a la salud del equipo desviando la atención de la grada del objetivo: empujar. Eso ocurrió y no fue bastante. A afición, aunque sea fiel y entregada, no marca goles.
Tampoco es que el primer paso, que es generar peligro. Valencia y Osasuna consiguieron que, durante muchos minutos, no pasara nada, como si el objetivo fuera lanzar una moneda al aire en la última media hora.
Querían mandar los valencianistas y hacer correr a Osasuna, lo que no significó que pisaran área. Encontraban el camino, pero se les apagaba la chispa cuanto más cerca veían a Sergio Herrera. Apenas dos remates del Valencia en la primera parte y ninguno entre los tres palos. El más peligroso lo armó Pepelu a los cinco minutos en una jugada que nació de un saque de esquina. Para ver el siguiente hubo que esperar al 44 en una asistencia de Rioja que Almeida, desde el punto de penalti, no aprovechó. Apenas hubo más. El mal consuelo era que los navarros sólo veían a Mamardashvili cuando sacaba de puerta y en algún saque de esquina que la defensa valenciana les concedió. No generaron peligro y no fue por la exigencia local. Se notó en exceso que el punto que tenían en el bolsillo era suficiente al menos hasta los instantes finales.
Los valencianistas dieron pasos al frente por la necesidad de sumar, pero aunque Almeida, suelto, trataba de encontrar la grieta, Diego López de desbordar y Rioja iba a mil por hora buscando la portería, el riesgo sólo parecía asumirlo Enzo Barrenechea, el elegante 5 cedido por el Aston Villa que nunca se esconde ni se sacude el balón sin criterio.
El arrebato que tocó Baraja en el descanso sirvió para que Dani Gómez casi rebañara un centro de Almeida. Entonces Vicente Moreno buscó a Rubén García y Budimir para que tocaran la campana. Creció Osasuna con tres balones embarullados que logró salvar un Valencia que se la tuvo que jugar poniendo en el campo a Hugo Duro, que no tuvo opción de remate. Sí Budimir en un testarazo casi sin fe. Y es en el minuto 85 ambos miraban más lo que podían perder que la ganancia posible.