Lola Fernández Ochoa: “Hay que hablar del suicidio para concienciar y que no pase más”

Lola Fernández Ochoa: "Hay que hablar del suicidio para concienciar y que no pase más"

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Lola Fernández Ochoa irradia una enorme vitalidad y calidez. Su apellido es parte de la historia del deporte español, con seis hermanos olímpicos en esquí alpino, y ella contagia esa fuerza que hace seguir hacia delante para alcanzar una meta. La suya desde hace dos años es ofrecer una amplia red de apoyo a los deportistas de elite para cuidar de su salud mental a través de una fundación. En el marco del Día Internacional para la Prevención del Suicidio que se celebra mañana conversamos con ella de ese espacio de escucha, orientación y ayuda psicológica que lleva el nombre de su hermana Blanca, cuya muerte hace cinco años devastó a su familia y estremeció a la sociedad.

Aún provoca mucho “dolor” recordarlo, pero Lola se sobrepone en cada entrevista, en cada charla, convencida de que el estigma solo aumenta el sufrimiento: “De lo que más me arrepiento es de haber respetado ese silencio, de haber sido cómplice de la vergüenza que sentía Blanca”, aquejada de un trastorno mental grave. Familiares que han perdido a sus seres queridos por suicidio la paran de forma espontánea cada día para agradecerle su “valentía” por contarlo.

¿Cree que la muerte de su hermana Blanca ayudó a tomar conciencia del estigma en torno a los problemas de salud mental en el ámbito deportivo, especialmente en la alta competición?
Pues sinceramente creo que el caso del suicidio de Blanca fue un detonante para que el tema de la salud mental se empezase a hablar, junto con Simone Biles. Fue un impacto tan grande que se empezó a tomar conciencia. Yo fui la primera en tener vergüenza de contar que mi hermana se había suicidado. Cuando Blanca desaparece, intenté no hablar del tema, hacer como que había tenido un accidente cuando yo tenía claro que se había quitado la vida. Al cabo ya de unos meses, de ocho o diez, después de la pandemia, decidí que no podía quedar en saco roto lo que había pasado con Blanca sino todo lo contrario, que le tenía que dar voz a lo que había pasado, quitarme esa coraza de vergüenza, ¿por qué si eres una víctima tienes que tener vergüenza? Decidí entonces montar la Fundación Blanca de Apoyo al Deportista e intentar visibilizar, normalizar y concienciar de la importancia que tiene cuidar la salud mental en el deporte.
¿A cuántos deportistas de alta competición ha dado apoyo la fundación en estos dos años?
Ya hablamos de cientos. Hemos colaborado también con la Fundación Salud y Persona y hemos habilitado un teléfono completamente gratuito para todos los deportistas de élite (900494279 . Tienen 24 horas al día, 7 días a la semana un psicólogo a su disposición para levantar el teléfono las veces que lo necesite y la asistencia es completamente anónima, algo es clave. 90 de cada 100 son mujeres. Ellas utilizan más el recurso; al hombre y sobre todo al deportista le cuesta mucho tomar esa decisión quizás por no demostrar ‘debilidad’ ya que desde pequeñitos les están enseñando que deben ser fuertes. Cuando tienes un esguince en un tobillo vas al traumatólogo, cuando tienes un esguince mental vas al psicólogo y no pasa nada. Es más, hay que ir al psicólogo antes de tener el esguince, para que el día que tengas el esguince, saber identificar que es un esguince y cómo afrontarlo.
¿Están concienciadas las Federaciones de la importancia del cuidado de la salud mental?
Estamos trabajando en ese sentido, concienciar a las instituciones, y es lo más complicado. Es tan importante tener un entrenador físico y técnico como un entrenador mental. Puedes tener un Nadal como jugador, sí, pero por cada Nadal puede haber miles de deportistas sin esa fortaleza. Es importantísimo trabajar la salud mental como parte de tu entrenamiento. La mente es el músculo más importante del cuerpo, en el momento que falle un poco por mucha técnica que tengas…
¿Qué actividades de sensibilización realiza la Fundación Blanca en este sentido?
Hemos llegado a un acuerdo precioso con la Liga de Fútbol masculina para impartir talleres a los equipos y contar durante 40 minutos a los futbolistas la importancia que tiene el tema de la salud mental y preparar su retirada, porque muchas veces uno de los grandes problemas del deportista es que de repente se acaba tu carrera porque te has lesionado, porque no te convocan porque ya no das la talla o por la edad y te encuentras con 30 años o 35 sin haber estudiado y sin formación específica. Te preguntas, ¿ahora que hago con mi vida?

A esos talleres acuden junto a la psicóloga de la Fundación dos supercracks, Carlos Marchena y Zuhaitz Gurrutxaga. Marchena habla de la retirada del fútbol y de la importancia que tiene prepararte y Zuhaitz Gurrutxaga, sobre los graves problemas de salud mental que sufrió al no hacer caso a esos indicadores que te dicen que estás entrando en una depresión . Han sido preciosos de llorar pero preciosos (se emociona recordándolos).

Por suerte, el presidente de la Liga Nacional de Fútbol Profesional, Javier Tebas, lo tiene clarísimo y ha apostado por nosotros a muerte. El taller lo haremos este año con muchos más clubes, y otros que ya lo hicieron quieren repetir. Han asistido todos los jugadores y hasta los presidentes de los clubes, pero los entrenadores no. Yo les he dicho a los equipos que el cuadro técnico tiene que estar en primera fila. O trabajas bien el tema mental o puede ser un caos. Estos chavales encima son mediáticos, como Lamine Yamal, de 17 años. Tienen que cuidarle, entrenar su mente y darle herramientas porque tendrá días también muy malos, partidos en los que le piten. Hay que concienciarles de que también es importante que una vez que acabe tu entrenamiento físico dediques un tiempo a la formación y tener otras aspiraciones.

Cuando dejas de competir se produce un vacío tremendo si no tienes un plan B”, decía su hermano Paquito Fernández Ochoa.
Yo hablo siempre de tener un plan B. Del deporte vive uno de cada 16.000 deportistas. La mayoría de los casos que vemos nosotros son referentes en deportes en los que te dan una palmadita, una medalla, te vas a tu casa y no tienes al día siguiente para comer. Estamos haciendo un estudio académico con la Universidad de Zaragoza para saber cuál es el estado de salud mental de los deportistas al terminar su carrera.

Cuando un deportista se retira en este país ya nadie se hace fotos con él, ni le echa un cable… desaparece. Por eso hemos montado esta fundación. Estamos aportando nuestro granito de arena y estoy muy contenta, pero hay mucho trabajo por delante. Nos harían falta muchos ‘Rickys Rubio’ que lo cuenten (sus problemas de salud mental). Morata ha contado que tiene mucha presión y que ha tenido problemas de ansiedad, pero me falta oír la segunda parte de Morata, que ha pedido ayuda y cómo lo está trabajando.

Álvaro Morata ha sido objeto de críticas por expresar su propia vulnerabilidad. ¿Cuesta aún a una parte de la sociedad aceptar y entender el dolor ajeno?
Nos queda muchísimo aún mucho camino por recorrer en ese sentido. Muchas veces los aficionados, la gente que ve el deporte desde su sillón con una cerveza, no tiene ni idea del sufrimiento, del trabajo tan tremendo que lleva un deportista. Hay que saber filtrar, para eso están los psicólogos. Las redes sociales yo creo que están haciendo un daño tremendo también. Los medios también tenéis mucha responsabilidad. Normalmente engrandecéis a un deportista y de repente es Dios. Al día siguiente le hundís. Siempre pongo el ejemplo del golfista Sergio García. Ha sido Dios y ahora nadie habla de él. Lo más importante en la vida, sobre todo, es la familia. Es la que va a estar el día que te retires, que ya no seas foco de atención.

ÁNGEL NAVARRETE

Lola habla de la suya propia, una “tribu” de deportistas, seis olímpicos, unidos siempre y más aún cuando las cámaras dejaron de enfocar sus sonrisas en el podio. Los ocho hermanos han tratado de sostenerse y cuidarse mutuamente desde niños. Durante los últimos veinte años volcaron especialmente sus esfuerzos y cariño en Blanca, con un sufrimiento “inimaginable” debido a un trastorno bipolar que la sumía en graves depresiones. Su diagnóstico la avergonzaba y no se sintió capaz de pedir ayuda. Se quitó la vida hace cinco años dejando una gran desolación en su entorno: “Fue muy duro para una familia como la nuestra, tan unida, que de repente uno de nuestro clan se suicide”.

Duele recordarlo, a Lola le “sudan las manos” y se quiebra ligeramente su voz, pero hacerlo, hablar del suicidio, puede ofrecer a otros la esperanza que su hermana no pudo recuperar. Sin necesidad de que medie una pregunta explica cómo Blanca comenzó a perder las ganas de vivir:

Cuando Blanca se retiró cayó en una depresión, como todos los hermanos. Pensamos que era por dejar el deporte pero lo de ella fue algo más fuerte y acabó en bipolaridad [alternancia de episodios maníacos (altos emocionales) y depresivos (bajos emocionales]. Yo alguna vez le decía vamos a pedir ayuda y Blanca decía no. Ella no quería, le daba vergüenza y yo la respeté. Eso es de lo que más me arrepiento, de haber respetado ese silencio, haber sido cómplice de su vergüenza”.

¿Cree que se va superando el estigma a la hora de hablar del suicidio?
Hemos empezado a hablar, pero yo creo que estamos en un 5% del camino. Cada vez que voy a comprar se me acerca alguien porque me reconocen al parecerme tanto a Blanca (muestra una amplia sonrisa de orgullo) y me dicen que su padre, su novio, su hermano, su mejor amiga… se suicidó. Pasa todos los días.

Cuando termino de dar las charlas de la Fundación aparecen más de 10 personas diciéndome lo valiente que he sido por contarlo y que ellos no lo han hecho por vergüenza. Entonces digo, algo estoy haciendo bien y que es importante dar un primer paso y reconocerlo. Si tu familiar o tu amigo se ha suicidado hay que contarlo para que no pase más. Hay que ser valientes y contarlo.

kpd