«Intenta pegar todo lo duro que puedas», reclamaba este jueves el entrenador, Juan Carlos Ferrero, y, al otro lado de la pista, Álvaro Alcaraz, en labores de sparring, se dejaba el físico. Debía ser Jannik Sinner, el rival de su hermano Carlos este viernes en semifinales de Roland Garros (14.30 horas, Eurosport), como antes fue Stefanos Tsitsipas, Félix Auger-Aliassime o Sebastian Korda. «Venga, al mejor de tres», retaba Ferrero a los hermanos e
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"Se me nota en la cara, eh, se me ve", reconoce Carlos Alcaraz y habla del cansancio que lleva encima la mañana después de ganar Wimbledon, de celebrar la victoria de España en la Eurocopa y de bailar en la protocolaria cena de los campeones del torneo. "Me fui a dormir un poco tarde, sí, sí. La cena de los campeones era muy tarde, en un hotel en el centro de Londres, y cuando volví todavía me quedaban cosas por hacer, como la maleta. Me acosté tarde, pero en contra de mi voluntad. Estaba cansado, ya quería coger la cama", comenta en conversación con EL MUNDO en la terraza de los jugadores del All England Club, a un paso de la Pista Central.
Reconoce el ya campeón de cuatro Grand Slam que su celebración, en realidad, consistió en intentar ver el España-Inglaterra con poco éxito: el control antidoping le arrebató los primeros minutos, luego estuvo en su casa de alquiler en el gol de Williams, el empate de Palmer le pilló de camino en coche a la cena -"vi por la ventanilla cómo lo celebraban en un pub"- y el gol de Oyarzabal lo festejó con la retransmisión de la BBC en el móvil. "Ya habíamos llegado al sitio, pero no quería bajar del coche hasta que acabara el partido", apunta.
¿Hay alguna pequeña cosa que haga en cada celebración, algo que ya sea tradición?
No, de momento, no, la verdad. Siempre me gusta revisar los mensajes que he recibido en el teléfono, ver quién me ha felicitado, hablar un poco con mis colegas, pero no tenga nada especial para celebrar.
¿Aún vive momentos de asombro con su propio éxito?
Muchos, muchos. Este año aquí diría que no lo he vivido tanto, pero aún hay momentos en los que estoy hablando con alguien y viviendo una experiencia y pienso ¿Qué hago yo aquí?¿Cómo me está pasando esto? Es increíble. Me pasa cuando vienen celebridades a verme. Me impresionaron mucho Zendaya y Tom Holland este año en Indian Wells o Tom Cruise, que estuvo el año pasado aquí en la final. Ese mundo del cine me impresiona y entonces me digo: 'Esta persona está aquí, vamos a intentar hacerlo bien'.
Queda el famoso vídeo suyo de niño, a los 11 o 12 años, en el que dice que quería ganar Roland Garros y Wimbledon. ¿Cuántas opciones veía entonces de conseguirlo?
Ninguna, ninguna. Con 11 años lo soñaba, pero todos los niños sueñan cosas surrealistas. En ese momento no esperaba tanto. Siempre he confiado en mí mismo, siempre he trabajado, siempre he puesto mi alma y a aquella edad todavía la ponía más. Pero una cosa es perseguirlo y otra cosa es conseguirlo. Estaba muy lejos de la realidad aquel entonces.
Después de triunfar en Roland Garros, cualquiera que se le acercaba, fuera periodista o aficionado, le preguntaba por Wimbledon. Este lunes todos a su alrededor le hablaban de los Juegos Olímpicos de París, que empiezan en menos de 15 días. Para un tenista que busca ser leyenda la rueda nunca para. Ante esa exigencia Alcaraz siempre se muestra amable, como es, un joven realmente agradable, pero por dentro, algo se le nota, está pidiendo un descanso.
Los cuatro días en Ibiza este junio fueron una distracción, pero la mente necesita más. Ahora, antes de encarar la cita olímpica en la que hará pareja con Rafa Nadal -"Yo haré lo que él me diga, cierro la boca y él manda", bromeaba-, pasará un tiempo en su casa de El Palmar, con su familia, buscando el descanso suficiente. Por delante se presentan grandes gestas, del oro en los Juegos al US Open pasando su regreso al número uno del ranking ATP que no está tan lejos, pero todo el mundo necesita un respiro.
Escribía este lunes Mats Wilander en L'Equipe que cuando fue número 1 a los 24 años sentía que tenía 34 años, que es muy difícil mantener la frescura en el deporte de élite. ¿Lo siente?
Totalmente. A veces cuesta seguir disfrutando. Cuando estás ahí, ya no es la presión que te pone la gente, es la presión que te pones tú mismo. Quieres ganar todo, quieres ganar los Grand Slam y si no lo consigues te frustras. Ahí es cuando tienes que poner en práctica lo que has hecho en los entrenamientos con tu mente, ya no es técnica o físico. Debes buscar ese equilibrio para seguir disfrutando, para seguir gozando de estas situaciones, de torneos como este. Luego es bonito cuando vuelves a disfrutar, te alegra el doble. Entiendo completamente las palabras de Mats, yo a veces también me siento mayor de la edad que tengo.
Viéndole cuesta pensar en el día que no disfruta.
He tenido momentos difíciles, tanto a final de la pasada temporada como al principio de ésta por culpa de las lesiones. En esos momentos hay muchos pensamientos que te vienen a la cabeza, muchas cosas. El tenis es un no parar, día tras día. Acabo de ganar y ya tengo que estar centrado en los Juegos Olímpicos. A veces pienso que me gustaría tener más tiempo para mí y el tenis no me lo permite. Siento frustración por ello, es una sensación rara. Hay días en los que no he tenido ganas de entrenar o he tenido ganas de parar más de la cuenta para tener más tiempo para mí. Pero siempre han sido pensamientos fugaces que se han marchado rápido.
Quedará para el recuerdo la imagen del pivote de España, Abel Serdio, con el extremo Aleix Gómez en brazos, llevándolo de la pista al banquillo porque le dolía la pierna, el cuerpo, el alma. Hasta el último esfuerzo tuvo que poner la selección otra vez para llevarse de nuevo su quinto bronce en unos Juegos, el segundo consecutivo.
Como en todos sus partidos en París sufrió, sufrió y sufrió y, al contrario de lo que ocurrió en semifinales, en la final de consolación venció a Eslovenia por 23-22 en otro desenlace de infarto. Al final del encuentro, todos los jugadores se reunían para abrazarse alrededor del portero, Gonzalo Pérez de Vargas, y había felicidad, incluso locura, pero delante del banquillo español quedaba Gómez, inmóvil, como muestra de todo lo que había costado llegar hasta ahí.
Unos minutos después, con los reservas -Peter Cikusa y Sergey Hernández- ejerciendo de muletas, Gómez conseguía caminar e ir así a los vestuarios para celebrar con sus compañeros. Su dolor fue decisivo porque pudo costar la prórroga. En toda la segunda parte, España y Eslovenia estuvieron empatadas -del 15-15 al 21-21 nadie tuvo dos goles de ventaja- y cuando parecía que los hombres de Jordi Ribera habían sentenciado llegó la acción polémica.
Después de un gol de Alex Dujshebaev (23-21) y un siete metros transformado por Jure Dolenec (23-22), la selección contó con un minuto y 20 segundos para dejar morir el partido, para marcar y subirse al podio y ahí el balón llegó a Gómez. Muy escorado, podía marcar. Muy escorado, se lanzó a por ello. Hubo un claro contacto con el esloveno Blaz Janc, pero no se pitó nada y todavía hubo que sufrir 20 segundos más, 20 más. No marcó Eslovenia, final, gloria. La decimoctava medalla de España en estos Juegos; el balonmano no ha dado oros ni platas, pero pocas veces falla.
Una Eslovenia distinta
Pasan los años y las generaciones y siempre es así, aunque el juego cambie. No hubo mayor muestra de ello, de hecho, que el balonmano del rival este domingo, Eslovenia. País de centrales creativos, como su actual seleccionador, Uros Zorman, y de extremos a toda pastilla, en estos Juegos vivieron del lanzamiento exterior de Dolenec, Jean Bombac, Aleks Vlah, Borut Mackovsek e incluso del polivalente Janc. Era extraño, pero en realidad, para España, mejor. Siempre sufrió ante la selección balcánica porque encontraba en ella un espejo, las mismas virtudes, las mismas debilidades, y este domingo no fue así.
El guión del partido volvía a ser el que era ante Alemania, defensa y contraataque, y así cualquier cosa podía pasar. Durante la primera parte, el conjunto de Ribera dominó como no había dominado prácticamente ningún periodo en esta cita olímpica, pero el marcador no lo mostraba. Una mala racha de siete minutos sin marcar y algunos despistes antes del descanso hicieron que de camino a los vestuarios hubiera igualdad, 12-12, y se avisara de la taquicardia final.
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JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Actualizado Domingo,
15
octubre
2023
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17:44Ver 25 comentariosCreado en Estados Unidos, alcanza los 20.000 practicantes en España...