Quedan atrás los problemas endémicos del balonmano en España, la desaparición de clubes, la falta de patrocinadores, la semi profesionalidad de la Liga Asobal, el dominio exagerado del Barcelona. La selección llegó a las semifinales en los últimos cinco torneos, incluso se colgó el bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y de repente se despidió del Europeo convertida en un absoluto desastre. ¿Por qué? Los jugadores eran los mismos, el seleccionador era el mismo… todo era igual y todo falló. La sinrazón del deporte -hoy ganas, mañana pierdes- puede suponerse uno de los motivos, pero hay otros más profundos que exigen análisis antes del decisivo Preolímpico de marzo.
Para saber más
Los defensores y la mala suerte
Por ejemplo, la mala suerte. Es una razón profunda, vaya si lo es, porque el infortunio fue exagerado y provocó la horrorosa defensa de España ante Croacia -39 goles encajados- y ante Austria -33-. En el partido de debut el líder de la defensa 6:0, Miguel Sánchez-Migallón, se rompió un dedo y en el segundo encuentro le pasó exactamente lo mismo a uno de los dos especialistas en la defensa 5:1, Kauldi Odriozola. Que el otro experto en el avanzado, Alex Dujshebaev, fuera expulsado de manera rigurosa en el tercer partido fue sólo la constatación de que el destino estaba en contra. Así, imposible. El seleccionador, Jordi Ribera, llamó de urgencia a Viran Morros -pese a sus 40 años- e inventó soluciones, pero pronto aceptó que esta vez estaba gafado. Mykola Bylic, lateral austriaco suplente de Kiel, iba a hacer lo que quisiera con España y no había respuesta posible.
El peor torneo de Pérez de Vargas
Porque en la portería no había nadie. O eso parecía. Gonzalo Pérez de Vargas, tantas veces referente, firmó en global el peor torneo de su vida y en particular el peor partido de su vida. Los problemas del equipo atrás no le ayudaron, pero que Croacia lanzara 26 veces a portería y él sólo hiciera una parada no tiene justificación. Si acaso su delicada situación en el Barcelona -ya ha firmado con el Kiel para 2025-. Si acaso la ausencia de su recambio habitual, Rodrigo Corrales. El portero suplente esta vez fue Sergey Hernández y en los últimos minutos ante Austria demostró que Ribera tendría que haberle dado más minutos.
Nadie para el ataque
Algo parecido a lo que sucedió en ataque. España nunca ha brillado con problemas en defensa, muchos de sus goles siempre llegan en contraataque, pero esta vez estuvo especialmente ineficaz en el ataque estático. Demasiadas perdidas, demasiados errores infantiles. Pese a lo ocurrido en el Europeo de 2022 -plata sin él-, el equipo depende mucho de Alex Dujshebaev y no se mostró inspirado, más bien todo lo contrario. Con Joan Cañellas machacado por los años, el otro central, Agustín Casado, también se lesionó ante Austria y sólo en los instantes finales halló un líder, Ian Tarrafeta. Entonces ya era demasiado tarde.
Un sorteo complicado
En definitiva, un cúmulo de motivos que llevaron a España a un cataclismo cuando nadie se lo esperaba. Es cierto que el sorteo había sido duro, con Croacia en el estreno y una selección pujante como Austria como rival a batir, pero la selección tenía que estar en segunda ronda jugando contra Francia o Alemania. Nunca antes había sido eliminada tan pronto de un torneo continental. Ahora tiene mucho que aprender para llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024.