El deporte esconde, de vez en cuando, proezas insospechadas y asombrosas, David que vencen a Goliat, Chichi Creus ganando Copas y Ligas con el TDK Manresa o, ahora, el UCAM Murcia plantándose por primera vez en su historia en toda una final de la Liga Endesa. Su gesta es todo un desafío a la lógica: no ha ganado en estos playoffs ni un sólo partido en el Palacio murciano -“Es raro. Este año hemos sido un equipo en casa histórico. Hemos ganado 23 partidos de 25 y no hay manera de ganar en playoff”, intentaba explicar su entrenador-, pero, increíblemente, se ha impuesto en los cinco a domicilio, dos en Valencia y tres en la que ha sido la cancha más inexpugnable de toda la temporada, el Martín Carpena.
Para saber más
Para saber más
Incluido el quinto, agónico como todo lo demás, remontando un 10-0 inicial, rematando con un 0-12 pese al fuego en las tribunas malagueñas. Es el primer equipo que lo logra fuera de casa desde el Barça en la 2013-2014, en Valencia. Se las verá a partir del sábado contra el Real Madrid en toda una final que, pase lo que pase ya, será inolvidable en Murcia. “¿Por qué no soñar? Tenemos una posibilidad”.
Lo logrado por los de Sito Alonso resulta asombroso desde el ángulo que se mire. Más allá de haberse convertido en el equipo revelación del curso, con un meritorio quinto puesto (batió su récord de victorias) y su billete para la Copa del Rey que se disputó precisamente en el Carpena, nada ha resultado sencillo para los murcianos. “No es lo que está pasando, es cómo está pasando”, reivindicaba el entrenador madrileño tras vencer el segundo en Málaga, en un partido en el que se fue a los 100 puntos, ganó donde casi nadie lo ha logrado este año y lo hizo sin cuatro pilares. Como iba a repetir el miércoles tras dejarse los dos partidos en casa y parecer herido de muerte.
Porque la fatalidad ha perseguido a los murcianos, que se presentaron en los playoffs ante el Valencia sin sus dos jugadores interiores referencia. Ni Simon Birgarder (quien ya se lesionó gravemente a mitad de curso, cuando dominaba estadísticamente la Liga) ni Marko Todorovic. Ganaron los dos en la Fonteta como lo iban a hacer después en el Carpena. También sin Radovic (volvió para el tercero) ni Artur Kurucs (con permiso del club por el nacimiento de su hija Vienna).
Sorprende la energía de los murcianos, un club con menos de 40 años de historia, heredero del mítico Juver y sin interrupción en la ACB desde 2011. Sólo una vez anteriormente habían pisado los playoffs (2016, cuartos ante el Madrid; en 1993 cayó en octavos) y hace dos años llegaron a las semifinales de la Copa ACB. Este año, además, logaron ya su histórica clasificación para la Final Four de la BCL que posteriormente se llevó el Unicaja en Belgrado.
Fue un verano de cambios en la plantilla, pero no en el banquillo, donde se mantiene el temperamental Sito Alonso, un pupilo de Aíto García Reneses que llegó a Murcia en enero de 2019 tras una mala experiencia en Zagreb: fue destituido del Cedevita a los 35 días. Y que tampoco había tenido demasiada fortuna en sus etapas en Baskonia y Barça. Y que tuvo que lidar con momentos complicados que recordaba tras su hazaña en Málaga. ““Nos tachaban de locos mí porque soñamos cosas muy difíciles de conseguir. Aun llegando a la final, no cambio todavía ese momento de la llegada a UCAM Murcia, la salvación. Estábamos en LEB. Este es otro hito también muy importante, de una felicidad tremenda. No imaginaba que iba a jugar una final ACB con UCAM Murcia. Pero aquí estamos, hay que disfrutarlo”, explicaba.
En verano llegaron Ludde Hakanson (Bilbao), Dylan Ennis (Galatasaray), Simon Birgander (Joventut), Dustin Sleva (París), Moussa Diagne (Tenerife), Troy Caupain (Brescia), Rodions Kurucs (Estrasburgo) y Howard Sant-Roos (Zaragoza). Todos jugadores fundamentales en el devenir del curso. Aunque, para nombre propio, el de Yannis Morin, la gran sensación de los playoffs. El francés, procedente del Chorale Roanne, fue un refuerzo exprés ante las lesiones de Birgander y Todorovic, pero su concurso está siendo más que decisivo. Incluido un rebote ofensivo y canasta determinante en la recta de meta del quinto en el Carpena. “Empujaba porque veía la solidez del equipo. En la comida los veías y sabías que algo iban a hacer. Iban a competir seguro. Esa unión, esas risas que contagian. La ambición la ha transmitido el equipo a la afición”, concluía su técnico, orgullosísimo de la zona defensiva que ha resultado un tormento para Unicaja toda la serie.