El mallorquín se pasó 8 meses alejado de las pistas en 2012 por la rotura del tendón rotuliano de la rodilla izquierda. El resto de sus periodos de recuperación no ha sido superior a los cinco meses
Rafa Nadal se aparta del tenis porque su cuerpo le ha dicho basta. Hace cuatro meses, el 18 de enero, cayó en la segunda ronda del Open de Australia en tres sets ante el estadounidense Mackenzie McDonald. Un dolor en la cadera le hizo acabar el partido entre lágrimas. El dolor era reconocible porque el manacorí ha acumulado un calvario de lesiones que le hacen entender a su cuerpo. Las ha tenido en las muñecas, el codo, la espalda, la cadera, la rodilla y en el pie.
Aquella lesión en Australia en el psoas ilíaco tenía un periodo de recuperación de seis semanas que ahora se ha vuelto indefinido. Nunca una dolencia física le apartó de las pistas tanto tiempo.
Para encontrar el precedente de recuperación más larga hay que remontarse a 2012. Nadal cayó en segunda ronda de Wimbledon ante número 100 del mundo, Lukas Rosol, una derrota sorprendente que escondía una lesión: la rotura del tendón rotuliano de la rodilla izquierda. En la hierba de All England Club quedaron también los ocho meses siguientes que le apartaron de los Juegos de Londres, el Open USA y el Abierto de Australia.
No era la primera lesión para el tenista. En 2003 estuvo un mes de baja por una fisura en el codo derecho y en 2004 se perdió por primera vez en su carrera Roland Garros. La rotura del escafoides del pie izquierdo le tuvo fuera del circuito cuatro meses y también le privó de Wimbledon.
Al año siguiente, 2005, le apareció una dolencia que ha ido y ha vuelto varias veces a lo largo de su carrera: el Síndrome de Müller-Weiss, una lesión congénita en el pie izquierdo que le ha tocado arrastrar y que incluso le ha cambiado la pisada. Cinco meses le tuvo de baja..
Hasta 2008 el mallorquín no tuvo dolencias y cerró una temporada mágica en la que encadenó los triunfos en Roland Garros y Wimbledon ante Roger Federer con el oro en los Juegos de Pekín.
Sin dejar de ganar
En 2009 la tendinitis sería en las dos rodillas y vendría acompañada de una rotura abdominal y le llevó a caer en octavos de final de Roland Garros con Soderling y a perderse Wimbledon. Un año después se retiró de los cuartos de final del Open de Australia ante Andy Murray por problemas en la rodilla derecha. Eso sí, en mes y medio lo superó y ganó en París, Londres y el USA Open a Djokovic.
Una desinserción de la vaina de la muñeca derecha le obligó a parar tres meses en 2014 tras caer derrotado en Wimbledon ante Kyrgios. Dos años después, apareció la misma inflamación, esta vez en la muñeca derecha, que le obligó a dejar Roland Garros en la tercera ronda y, tras dos meses y medio de recuperación, volvió a resentirse en los Juegos de Río y perdió la medalla de bronce.
En 2018 aparece por primera vez la dolencia que hoy le ha obligado a hacer un paréntesis que se antoja definitivo en su carrera. En los octavos de final del Open de Australia sintió un pinchazo en el psoas ilíaco que le hizo abandonar. Dos meses y medio de recuperación y, a final de temporada, apareció otra lesión abdominal que le apartó de París.
Desde 2021, las lesiones han sido una constante en las temporadas del mallorquín. Cinco meses le costó convivir con el Síndrome de Müller-Weiss tras perder la semifinal de Roland Garros con Djokovic y en 2023, esta vez en Wimbledon, se quedó a las puertas de la final ante Kyrgios. Después de tres meses, una fisura en una costilla en Indian Wells, donde venció a Carlos Alcaraz en semifinales y cayó con Taylor Fritz, le mandó otro mes y medio a la enfermería.
La lesión en el psoas ilíaco del pasado mes de enero en Australia puede que sea la última de Nadal.