LaLiga Santander
El francés, que sufrió en la cantera del Girondins donde se hizo amigo del central del Barça, es un enamorado de la cultura americana. Hoy aterriza en su primer Madrid-Barça. “Se nota que quiere integrarse rápido”, dicen en el club
El primer recuerdo que llega a la mente de Aurélien Tchouaméni (Ruan, 2000) cuando piensa en el clásico entre el Real Madrid y el Barcelona es la imagen de Cristiano Ronaldo gritando “¡Calma! ¡Calma!” a la grada del Camp Nou después de meter un gol. Aquel tanto del portugués en la Ciudad Condal fue en 2012, cuando el centrocampista del conjunto blanco tenía sólo 12 años. Y quizás no hay mejor manera de definir cómo de joven es el francés, que a sus 22 primaveras ya carga sobre sus hombros el peso del juego de todo un campeón de Europa.
En Tchouaméni el Madrid ha encontrado un “Casemiro 2.0“. Así lo resumen también en Valdebebas, donde una de las grandes preocupaciones de los últimos años ha sido cómo trazar el camino hacia la sucesión de la Santísima Trinidad de su centro del campo: Casemiro, Kroos y Modric. El brasileño, capital en la última década como eje del equipo y encaje ideal para el talento del alemán y el croata, decidió salir al final de la pasada temporada destino Old Trafford. Su venta se hizo oficial en verano, pero el jugador informó de sus intenciones mucho antes, apenas unos días después de la final de la Champions.
En ese momento, la directiva madridista abrió la libreta por la página de centrocampistas, ésa en la que también está Jude Bellingham (Borussia Dortmund), y seleccionó al primer pivote defensivo que aparecía en ella. Levantó el teléfono, negoció con el Mónaco y pagó 80 millones, casi los mismos que recibió por Casemiro (72+13). El resultado del cambio, en estadísticas y a la espera de los títulos, no podría parecerse mucho más.
Los números del “Casemiro 2.0”
Tchouaméni acumula 15 entradas, 16 duelos aéreos y 430 pases en los siete duelos ligueros que ha disputado, 2,1, 2,2 y 61 por encuentro. El curso pasado, Casemiro promedió 2,4, 3,1 y los mismos 61 en los 32 encuentros en los que participó. Una similitud que explica a la perfección la rápida adaptación del futbolista nacido en Ruan y ese “Casemiro 2.0” que usan en la ciudad deportiva, donde no ha sorprendido su fútbol y sí su personalidad.
El núcleo galo de la plantilla (Benzema, Mendy, Camavinga…) le ha ayudado en sus primeras semanas, pero aterrizó en Valdebebas hablando en castellano, algo que dejó atónito al mismísimo Florentino, y las tres clases por semana de español a las que sigue apuntado le han acercado todavía más al resto de compañeros. “Se le ve un chico muy humilde y muy respetuoso. Se nota que quiere que su integración sea lo más rápida y natural”, explican fuentes cercanas al vestuario del conjunto blanco.
La llamada de Ancelotti
El francés, que disputará su primer clásico, ha jugado 12 de los 13 partidos del Madrid, en 11 de ellos como titular, y sólo Vinicius, Alaba y Valverde suman más minutos que él. El cuerpo técnico, que ha intentado probar a Kroos y Camavinga como pivotes cuando Tchouaméni ha descansado, asume que no hay otro jugador con sus condiciones en la plantilla y que será indiscutible durante toda la temporada. Por eso Ancelotti le llamó cuando su fichaje todavía no estaba cerrado. Él, mientras, mantiene la cordura a pesar de lo que le ha cambiado la vida en los últimos 12 meses.
Hijo de un farmacéutico y de una orientadora de estudiantes, ambos de origen camerunés, no ha llegado a la elite desde los suburbios, sino desde la clase media francesa. No ha sufrido la pobreza de algunos de sus compañeros de profesión, pero sí la soledad de vivir lejos de casa desde niño, alentado por un padre que quería ser futbolista y por una madre que le recomendó no alejarse nunca de los estudios a pesar de lo que creciera en el fútbol.
Koundé y su “familia” de Burdeos
Por ellos, y por ser “demasiado cabezón“, dicen, aguantó en Burdeos cuando parte de su interior le gritaba que volviera al hogar familiar. Era 2014, hacía tres años que había dejado el SJ Artigues de Ruan y se había ido a vivir a la residencia de la cantera del Girondins. En ese momento, varios compañeros de las categorías inferiores del conjunto galo se convirtieron en su familia: tres de ellos eran Over Mandanda, que está sin equipo; Zaydou Youssouf, que juega en el Famalicao portugués; e Ibrahim Diarra, que disputa la cuarta división francesa. Era una “familia” de cinco miembros, con Tchouaméni como cuarto y un quinto que seguro que les suena: Jules Koundé, actual central del Barcelona. Ambos “mejores amigos” se enfrentarán esta tarde en el Bernabéu.
Con Koundé, además de compartir habitación en las concentraciones de la selección francesa, Tchouaméni comparte técnicas de trabajo, dietas y agencia de representación. Tienen una confianza plena en el fisioterapeuta Fabrice Gautier, con el que han estado este verano en Los Ángeles haciendo varias sesiones de osteopatía. Según su entorno, con Gautier, con el que trabajan desde 2017, mejoran la coordinación, la velocidad de respuesta ante un movimiento ajeno y la amplitud del campo visual, algo clave para los futbolistas.
EEUU y las frases de libros
Ese viaje a Estados Unidos no fue casual en Tchouaméni, enamorado del deporte y la cultura norteamericana y muy unido a algunas de sus estrellas gracias a sus patrocinadores. Unas semanas antes de su fichaje por el Madrid se le pudo ver con Colin Kaepernick, quarterback vetado por la NFL por liderar protestas sociales.
Sus ídolos son Michael Jordan y Kobe Bryant, como ya explicó en su presentación, y tiene la costumbre de apuntar en su móvil frases de los libros que lee para recordarlas cuando necesita motivación. Además, lleva desde hace un tiempo una pulsera con frases inspiradoras que también usan el jugador de la NBA Kyrie Irving o el tenista Frances Tiafoe. “Más allá de lo que es capaz de hacer en el campo, su cabeza también está hecha para ello“, elogió sobre él el seleccionador francés Didier Deschamps.
Diez años después del “¡Calma!” de Cristiano, aparece Tchouaméni.