La hazaña de Julián o cuando el baloncesto es la mejor canasta contra el autismo: “Fue como en una película”

La hazaña de Julián o cuando el baloncesto es la mejor canasta contra el autismo: "Fue como en una película"

Baloncesto

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Juli, un niño con TEA, juega en el alevín del CB Lourdes y el sábado, para asombro general, anotó su primera canasta, un triple que celebraron hasta los rivales. Eva, su entrenadora, cuenta la enriquecedora experiencia de su día a día: “Hay compañeros que, por iniciativa propia, en los entrenamientos están siempre pendientes de él”

La canasta de Julián, un niño con autismo, que ha emocionado a todos en las redes

Corrían los últimos minutos del tercer cuarto y Julián Granado, o Juli como le llaman todos, que se había incorporado al ataque un poco más tarde, con una alegre y contagiosa carrera de brazos en movimiento, recibió el balón en la cabecera de la zona. “Entonces, fue como en los últimos segundos de una película, todo se paró”, describe el momento Eva Guatiza, su entrenadora, una de las presentes en ese instante mágico ocurrido el pasado sábado en el pabellón Marqués de Samaranch, en el madrileño barrio de Arganzuela. El chaval, de 12 años, dio un par de pasos (o tres o cuatro…) hacia atrás, miró al aro, colocó la bola sobre su cabeza y….

“¡Julián, tira!”, gritaron todos. La pelota hizo una parábola perfecta y el triple de Juli cayó limpio. Podría ser cualquier canastón más, pero lo extraordinario había sucedido. Aplaudían los compañeros, los rivales del Amidecu y hasta el árbitro, los entrenadores daban saltos y enloquecían los padres de todos los niños en las gradas. Y todos fueron a abrazar al gran protagonista del momento viral. “En el vídeo no se ve, pero estábamos todos llorando. Llevo muchos años en el baloncesto, he jugado finales y partidos importantes y nunca, nunca, he vivido un instante de emoción colectiva como ese”, cuenta Eva. Porque era la primera canasta en un partido de Juli, que juega en el alevín mixto del CB Lourdes y padece TEA (Trastorno espectro autista). Y el baloncesto le ayuda a sentirse integrado.

“Aunque el partido este igualado o vayamos perdiendo de 30, a Julián siempre le sacamos. Antes, avisamos al árbitro y al entrenador rival, para que manejen la situación de que tenemos un niño TEA”, relata la entrenadora sobre el elemento diferenciador de su equipo, el que ha hecho no sólo que Juli viva una experiencia enriquecedora que le ayuda a sentirse uno más, sino que el resto de sus niños hayan transformado su presencia en motivación colectiva. “Él siempre se suele quedar muy atrás, pero sus compañeros le intentan buscar. Me daba miedo que hubiera rechazo. Pero ha sido todo lo contrario. Todos se empeñan en integrarlo. Hay un par de niños que, por iniciativa propia, en los entrenamientos están siempre pendientes de él, explicándole cada ejercicio, aunque les retrase. ¡No paran de abrazarse!”, confiesa, contando las anécdotas que salpican el día a día. Como cuando Juli se quedó dormido durante unos estiramientos o cuando cayó redondo al suelo tras empezar a dar vueltas sobre sí mismo. “Vaya leche me he dado”, pronunció y todos empezaron a reír.

Julián, en el centro del banquillo, durante un tiempo muerto del CB Lourdes.CB Lourdes

“Nunca le he visto enfadarse”

Pero gestionar la integración de un niño con autismo no es tan sencillo, aunque Juli sea una alegría: “Nunca le he visto enfadado”. El trastorno, caracterizado por un conjunto de alteraciones cualitativas en la interacción social y de la comunicación, presenta casos completamente distintos, pero la mayoría desconoce lo que es competir o jugar en equipo. Por eso Eva no sólo necesita la ayuda del resto de compañeros, niños alevines de 11 años, también la de sus ayudantes. Además de su segunda, Eva Moreno, esta temporada el CB Lourdes cuenta con Mery Roa. Ambas se turnan en la atención a Juli. Y él ya consigue avances asombrosos, como pedir o pasar la pelota. Logros que son pequeñas victorias que repercuten positivamente en la calidad de vida de estas personas y de sus familias.

“En el patio siempre se pone a tirar desde donde se ve en el vídeo. Incluso desde el medio del campo. El otro día metió cinco seguidas en el entrenamiento, para asombro general”, rememora Eva las peripecias de su día a día con Julián, que ha conseguido que ganar ni siquiera sea lo más importante: “Para nosotros priman más los objetivos de valores y de actitud”. Con el baloncesto, Juli no sólo obtiene beneficios físicos para niños propensos al sedentarismo. El ejemplo de tolerancia es quizá la mejor de las lecciones para el resto de integrantes del alevín CB Lourdes, uno de los equipos del madrileño colegio Lourdes.

El Amidecu ganó el partido el sábado (32-19), pero vencieron todos. “Julián estaba súper feliz, no dejó de sonreír. Él no habla mucho, pero es súper risueño, con su cara expresa todo. Ayer en el entrenamiento seguía y cuando les dije que Llull había mostrado en redes el vídeo…”. La magia del baloncesto.

kpd