Tour de Francia
El equipo español, que perdió a Enric Mas el primer día, se reinventa en busca de una etapa que no gana desde 2019. Rozó la victoria con Jorgenson. “Hay que dar guerra”, pide Chente.
Se empeña la Grande Boucle en poner mala cara al Movistar, el único equipo español en la elite, la escuadra que dominó la carrera con otro nombre en los 90 con Perico e Indurain, la que después siempre fue protagonista con Valverde, Pereiro, Nairo Quintana… Si el año pasado resultó una pesadilla marcada por la amenaza del descenso de la categoría ProTour y por el bloqueo mental de Enric Mas, su líder, tras varias caídas bajando (acabó retirándose por covid), el inicio del presente Tour marcó los restos con el abandono del balear en Bilbao.
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‘¿Y ahorá qué?’, se cuestionaron en el bus del equipo, miradas gachas y ánimos por los suelos. Un plan hecho añicos. «Un palo como ese te trastoca todo. El equipo pasó unos días fastidiado, porque teníamos ilusiones en este Tour. A Enric le venía muy bien, montañoso. Cuando se cae el líder te tienes que rehacer y hacerles ver a los que se quedan que oportunidades va a haber para todos, eso es lo positivo», admite Chente García Acosta. Ahora más que nunca para el Movistar se reivindica el lema del director deportivo navarro: «La fuga de la fuga».
Porque la desgracia fue a la vez liberación. Siete tipos sin un líder al que proteger, 20 etapas para reivindicarse. «Ya no tenemos que estar delante tapando el aire a nadie. Es mucho más relajado», sigue Chente, palabras que corrobora el capo. Jamás Eusebio Unzué, una vida en la carretera, se vio ante semejante tesitura, perderlo todo en el amanecer. «Hay más libertad para todos, tienen menos obligaciones que cumplir», cuenta a EL MUNDO el manager del Movistar Team, que habla de, una vez «digerido el palo», convertir «cada día en una oportunidad».
«Y a ver si tenemos suerte de dar en la diana». De momento, Movistar, que tampoco cuenta con un velocista para las llegadas al sprint (ni Gaviria ni Max Kanter están en este Tour), ha tenido dos disparos al palo con sus dos corredores con más colmillo. El segundo día de Pirineos, Rubén Guerreiro, uno de los refuerzos del 2023, fue protagonista de la fuga del día. Rebasado en la ascensión a Cauterets por Pogacar y Vingegaard, acabó en cuarta posición.
Más cerca estuvo aún Matteo Jorgenson el domingo -el mismo día que Annemiek Van Vleuten conquistó para el equipo el Giro Donne- en el Puy de Dôme, un triunfo que hubiera sido histórico para la escuadra telefónica, que no gana una etapa desde hace cuatro años: fue Nairo Quintana en Valloire. También el colombiano el último en subir al podio de París con esos colores, en 2016.
Es estadounidense, que inició la subida con más de un minuto de ventaja sobre el grupo de escapados, se vino completamente abajo en las últimas rampas del volcán, rebasado por Michael Woods, otro cuarto puesto. «Los días de media montaña y montaña, las fugas van a llegar. Ahí que estar ahí», pide Unzué. Además de Guerreiro y Jorgenson, la punta de velocidad de Alex Aranburu, la experiencia de Gorka Izagirre o la osadía de Antonio Pedrero, también les hace ser candidatos, por ejemplo hoy en Issoire tras la etapa de descanso, cinco puertos desde Vulcania. «Tenemos previsto para cada día, según las características de cada uno. Sabiendo lo difícil que es», sigue Unzué, también ocupado estos días pensando en el porvenir.
Porque habrá cambios en un Movistar en busca de un segundo patrocinador, cerca de cerrar un acuerdo en Arabia que incremente su presupuesto. El prometedor Jorgerson saldrá rumbo al Jumbo-Visma y también lo hará Carlos Verona. Y llegará, nada menos, Carlos Rodríguez, el español del Ineos, cuarto en la general, que centra las miradas estos días y que será, al menos los dos próximos años, el jefe de filas. Según adelantó MARCA, también serán fichados el italiano Daniele Formolo y la promesa nacional Pelayo Sánchez, desde el Burgos BH.