La extraña victoria del Madrid ante el Maccabi: 106 puntos pero “pocos alardes”

La extraña victoria del Madrid ante el Maccabi: 106 puntos pero "pocos alardes"

Fue una noche extraña en el WiZink, un partido aparentemente al trantrán, sin fuegos artificiales, que, sin embargo, resultó un festival ofensivo. Se retaban los dos mejores equipos en eso de meter puntos de la Euroliga, Real Madrid y Maccabi, dos viejos enemigos también. Pero el caso es que las defensas se tomaron el día libre y los blancos, sin el brillo perdido últimamente pero con 106 puntos en su zurrón, se llevaron el duelo para mantenerse invictos en casa en Europa y líderes destacados. [106-101: Narración y estadísticas]

Se vieron 207 puntos en el Palacio y no por ello fue una noche para el recuerdo. Ni siquiera demasiado emocionante, pese a que el Maccabi no tiró nunca la toalla. Se nota el cansancio de la cuesta de enero (Lorenzo Brown falló sus 13 primeros lanzamientos). Ni un sólo segundo fue el Madrid -todavía sin Llull ni Tavares– por detrás en el marcador pero tampoco se supo ganador hasta casi los últimos 20. Una noche extraña, sí en la que el talentoso Wade Baldwin se disparó con 28 puntos.

El Madrid tenía muy presente su momento actual, que no es precisamente el más óptimo. Por sensaciones, por cansancio y por bajas. «Un bajón que tenía que llegar», en palabras del propio Chus Mateo. Más allá del rapapolvo del domingo en Gran Canaria, donde se presentó con 10 efectivos y pocas fuerzas, quizá nada preocupante. Buen colchón y lo importante por llegar. Pero mejor no hurgar en la herida e ir recuperando el feeling.

Y el inicio, con Yabusele y Hezonja recuperados, fue sólido. Sin florituras, con acierto y con el protagonismo interior de Vincent Poirier, que iba a resultar el tipo más determinante.. El Maccabi es un rival con veneno, pero parecía controlado. Incluso a pesar de su capacidad en el rebote ofensivo. Todos los puntos hebreos llegaban de Baldwin y Colson y con un par de triples antes del descanso se arrimaron, como para avisar de que estaban ahí.

La alegría del Chacho

El partido avanzaba entre frialdad, parones y ventajas traicioneras y eso que Lorenzo Brown, en su duelo con Campazzo, fallaba y fallaba. Era como si el Madrid hubiera perdido punch, nervio para rematar. Confianza. En ese tercer acto el protagonista visitante era el ex Murcia y Valencia, James Webb. Cuando se quisieron dar cuenta, el Maccabi ya estaba, sí, ahí (72-71).

Hezonja y el Chacho pusieron un poco de orden con dos triples, pero la realidad era que en los dos últimos cuartos, el segundo y el tercero, el Madrid había encajado 55 puntos. Y eso a pesar del desastre de Lorenzo, que compensaba en parte con sus asistencias. Cuando llegó la primera canasta del base de la selección, Sergio Rodríguez intentaba espantar sustos con su alegría intrínseca. En un abrir y cerrar de ojos, para desesperación de los jugadores del Maccabi (que en ese tramo vieron dos técnicas por protestar), el Madrid se volvió a disparar. Puso la máxima (91-78, min. 33), con Musa de martillo, y cualquiera hubiera sospechado que era el punto y final. Si no fuera porque la consistencia es una de las cosas que más está echando de menos los blancos últimamente. También fue un abrir y cerrar de ojos en el que encajó un parcial de 0-11.

No iba a ser el último intercambio de parciales, síntoma de desconcentración. Un 9-0 para cada uno y, finalmente, una victoria con más puntos que brillo. O, como concluyó el propio Chus Mateo: «Estamos para pocos alardes en cuanto a energía». Sin tiempo de descanso, este jueves ante el Asvel.

kpd