Tori Bowie, medallista olímpica y ex campeona mundial de los 100 metros lisos, murió debido a complicaciones en la etapa final de su embarazo, según el informe de la autopsia, que recogen los medios estadounidenses.
La atleta estadounidense, de 32 años, fue encontrada muerta en su casa en el condado de Orange, estado de Florida, el mes pasado. Y pocos días después se conoció que se encontraba en un avanzado estado de gestación.
Según USA Today, durante la autopsia, el médico forense del condado de Orange descubrió que Bowie estaba embarazada de ocho meses y en trabajo de parto en el momento de su muerte. El informe asegura que los funcionarios sospechan que Bowie pudo haber sufrido complicaciones. Entre las posibles complicaciones figuraban dificultades respiratorias y eclampsia, una enfermedad poco frecuente que puede provocar convulsiones.
El forense dictaminó que la muerte de Bowie fue natural.
La agente de Bowie, Kimberly Holland, aseguró a CBS News que tras conocerse los resultados de la autopsia se pondría fin a las “hirientes” especulaciones sobre la causa de la muerte. “Por desgracia, mucha gente, incluidos los medios de comunicación, están especulando con que se hizo algo a sí misma, lo que es muy doloroso“, dijo. “Así que esperemos que, sabiendo ahora la verdad, haya muchas disculpas”.
Bowie fue parte del equipo de Estados Unidos que ganó la medalla de oro en el relevo 4x100m de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016, una cita en la que la velocista también ganó la plata en los 100 metros y el bronce en los 200 metros.
Además, ganó el título mundial de 100 metros en el Mundial de Londres de 2017 y sigue siendo la única estadounidense en ganar un título olímpico o mundial de 100 metros lisos desde Carmelita Jeter en 2011.
Hace cuatro años llegó la caldera que calienta el agua. Hace dos, la potabilizadora que ahora está estropeada y obliga a utilizar filtros. No hay cocina, sólo una brasa donde se colocan las más que desgastadas ollas de acero. Los muebles, como las camas, o la televisión tienen más de 10 años. En el gimnasio sólo hay una barra de pesas semiabandonada, una elíptica con telarañas y una bici del Decathlon con un rodillo viejo. Dentro del campamento del NN Running Team de Eliud Kipchoge en Kaptagat no hay ni rastro de lujo.
Si acaso, en el parking de la puerta, donde descansa el todoterreno del mejor maratoniano de la historia, un Izuku Mu-X gentileza de un patrocinador, un Mercedes E250 no muy nuevo de otro corredor y algunos Land Rover. La relación de las estrellas kenianas del atletismo y el dinero es curiosa: son de los más ricos de su país, Kipchoge cuenta con un patrimonio de unos tres millones de dólares -una barbaridad aquí-, pero viven en la austeridad.
"Deben aprender a invertir
«Es una de las cosas que intentar enseñar a los jóvenes. Deben estudiar, leer, aprender a ahorrar y a invertir. Yo tengo negocios inmobiliarios y agrícolas», explica el dos veces campeón olímpico a EL MUNDO, orgulloso de sus tierras donde cultiva té, de su granja y, sobre todo, de sus inmuebles. Entre otras cosas, en la ciudad más cercana a su campamento, Eldoret, Kipchoge cuenta con una gran casa familiar en Elgon View, una zona acomodada entre colegios y hospitales privados.
«Estoy ahorrando, la carrera de un atleta no es muy larga. Tengo algunas tierras y me interesa el mercado inmobiliario», desvela Laban Korir, Top 10 de maratones del nivel de Tokio o Boston y liebre de Kipchoge. «Me gustaría comprar pisos y alquilarlos, convertirme en casero», refrenda en la misma línea Victor Chumo, ganador de carreras como el medio maratón de Barcelona y también liebre de Kipchoge.
La aspiración es grupal. La mayoría de corredores kenianos siguen el mismo camino con lo que ganan de premios y patrocinios: primero compran tierras para construir una casa para sus familias y luego buscan invertir en el mercado inmobiliario. Todavía es bastante común hacerse con ganado, especialmente vacas, pero ya no es prioritario como lo fue décadas atrás.
De los hospitales al negocio
La evolución ha llevado eso. El atletismo keniano vivió una transformación con el aumento de los premios en maratones a partir de los años 90 y hoy en día es uno de los motores de la región. Antes, en los años 70, los primeros referentes, como Kipchoge Kenio, se dedicaron a construir infraestructuras como el hospital público de Eldoret o el mismísimo estadio, pero a partir del primer 'boom' del running y de figuras como Paul Tergat y Moses Tanui se pasó de la caridad a la rentabilidad.
Ante el desarrollo de los resorts en la costa de Kenia y El Masai Mara, los atletas kenianos intentaron incluir al valle del Rift en el circuito y durante un tiempo lo habitual fue construir hoteles. Mary Keitany tiene el Windsor de Eldoret, Wilson Kipsang, el Keellu Resort de Iten... Pero esa línea de negocio tenía un recorrido limitado. Aún sin mucho turismo en la zona, actualmente los atletas prefieren comprar o construir edificios de viviendas o de oficinas para alquilar y asegurarse así vivir de las rentas. El pionero fue Moses Kiptanui, que posee varias fincas en el centro de Eldoret, pero le han seguido muchos. De hecho se estima que el 35% del mercado inmobiliario del condado de Uasin Gushu pertenece a atletas.
Después de su profesionalización y de normalizar la relación con los agentes europeos que negocian sus contratos -ahora se llevan entre el 15% y el 20%, antes hubo muchos abusos-, los corredores saben como asegurarse su futuro, mientras viven en la austeridad.