Llovía ligeramente cuando ocho mujeres echaron a correr como oscuros rayos húmedos en la final de los 100 metros. No ganó, como de costumbre, una jamaicana. Ni tampoco, como era de suponer en ese caso, una sustituta estadounidense, sino una joven (23 años) de Santa Lucía, una diminuta isla caribeña de 185.000 habitantes, llamada Julien Alfred.
Fue una sorpresa relativa. Alfred había corrido este año en 10.78. Pero las estadounidenses presentaban e
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Los Tres Mosqueteros, una literaria referencia humana, eran cuatro. Pero la "Santísima Trinidad", un futbolístico recordatorio divino, eran, efectivamente, tres en el Manchester United: Bobby Charlton, George Best y Denis Law. Tres Balones de Oro. Ya fallecidos los dos primeros, acaba de desaparecer físicamente el tercero. Fueron perecederos en el mundo real, pero inmortales en el mitológico del fútbol. La "Holy Trinity" tiene una estatua en los exteriores de OId Trafford.
Denis Law era escocés, nacido en Aberdeen, donde ha muerto a los 84 años. Vino al mundo en el seno de una familia humilde y numerosa de pescadores. Sus primeras botas, regalo de un vecino, las tuvo a los 15 años. En los últimos tiempos había perdido las facultades cognitivas y, según el comunicado de su familia, "ahora está en paz". Formó con Charlton y Best un trío icónico, uno de los más grandes de todos los tiempos en cualquier equipo de cualquier país.
Rápido, regateador, técnico y valiente en una época de defensas 'terroríficos', era un 10 goleador, el tercer máximo en la historia del siempre prolífico United (237 dianas), tras Wayne Rooney (253) y el propio Charlton (249). Con Escocia, con la 'Tartan Army' anotó 30 goles, los mismos que Kenny Dalglish, en 55 partidos. Asociado a la mejor historia del United y sir Matt Busby, fue campeón de Europa en 1968, dos veces de Liga (1965 y 1967), una de la FA Cup (1963) y dos de la Supercopa (1965 y 1967).
La estatua de los grandes del Manchester United: George Best, Denis Law y Sir Bobby Charlton antes del encuentro de la Liga de Campeones ante el Copenhague.Dave ThompsonAP
Ganó el Balón de Oro en 1964, por delante de Luis Suárez y Amancio. El único escocés en lograrlo. Había empezado su carrera en el modesto Huddersfield Town. Larguirucho, desgarbado, lejos del fortachón arquetipo del futbolista británico de los 50, no llamó la atención. Lo salvó el instinto de Bill Shankly, mánager entonces del club. Pero no pasó al Liverpool, sino, efímeramente, al Manchester City, en el que marcó 21 goles en 44 partidos. Y de allí al Torino por 110.000 libras, un récord para los traspasos de la Premier al calcio.
El catenaccio imperante en Italia le impidió brillar. Regresó en 1962 a Inglaterra, pero no al City, sino al United, que trataba de rehacerse de la tragedia aérea de 1958. Con los Busby Boys alcanzó la cima. Tras 11 años con los Red Devils, cruzó la frontera local para regresar al City en su último año como profesional. El United, el club de su vida, rozaba el descenso a la First Division, la segunda categoría del fútbol de las Islas.
Y por esas cosas del destino, a Law le correspondió enviarlo a las catacumbas. Un gol suyo de tacón lo condenó. Cabizbajo, no lo celebró y tras ese partido colgó las botas. Nunca hubo mejor ni, también, más triste momento.
Campeonato de Europa contrarreloj. En las cronos, los últimos suelen ser los primeros. En las carreras por etapas, el último en salir es el primero de la general. Remco Evenepoel, en una prueba de un día, tomó la salida en último lugar y terminó con el mejor tiempo. Es decir, fue el primero. Como en 2019, cuando todavía era un crío.
No sólo eso: a mitad del recorrido ya había doblado a Stefan Küng, todo un especialista, campeón en 2020 y 2021 (con Evenepoel tercero), que había partido un minuto antes. La escena recordó a la del Mundial de Ruanda cuando Remco dobló a Tadej Pogacar, que, todo hay que decirlo, lo dominó a él en la prueba en línea.
El fenómeno belga empleó 28 minutos y 26 segundos en recorrer los 24 llanos kilómetros del trayecto, solamente con una pequeña cota final de poco más de un kilómetro al 5% de pendiente media y con viento de cara, entre Loriol-sur-Drôme y Étoile-sur-Rhône. En su octava victoria de la temporada, dejó a Filippo Ganna a 43 segundos y a 1:08 al inesperado danés Niklas Larsen. Una diferencia sustancial entre notables y en un parcours tan corto.
Oro para Ostiz y Reusser
Campeón nacional, europeo, mundial y olímpico, refrendó con creces su condición, más bien su naturaleza, de mejor contrarrelojista del mundo y uno de los más grandes de todos los tiempos. ¿Para cuándo un intento de batir el récord de la hora?
Abel Balderstone, vigesimosegundo a 3:27 de Evenepoel, estuvo muy flojo. Pero España tuvo una gran alegría. En la prueba júnior femenina, Paula Ostiz se alzó con el título después de haber conquistado hace una semana el mundial. España tiene en ella a un valor seguro y, a los 18 años, de enorme proyección. La carrera fue muy reñida, indecisa hasta los últimos momentos, con la alemana Leis Magdalena a dos segundos y la noruega Oda Aune Gissinger a 10.
Movistar experimentó una alegría doble con ese triunfo y el de Marlen Reusser, vencedora de la cronometrada en la categoría absoluta. La suiza es la Evenepoel femenina. También campeona mundial en Ruanda, reverdeció en Francia sus títulos europeos de 2021, 2022 y 2023. No llegaron a inquietarla la noruega Mie Bjorndal Ottestad, plata a 49 segundos, y la neerlandesa Mischa Bredewold, bronce a 51.
Fue en el estadio de Charléty y no en el Stade de France, donde tendrán lugar los Juegos. Pero ya en las vísperas olímpicas, París, en el mitin correspondiente a la Liga de Diamante, ofreció un espectáculo fastuoso regalando dos récords del mundo que han conmovido el atletismo. La ucraniana Yaroslava Mahuchikh, se elevó por encima de los 2,10 en el salto de altura. Y la keniana Faith Kipyegon corrió los 1.500 metros en 3:49.04.
Mahuchikh dejó atrás una plusmarca que tenía 37 años. En 1987, en Roma, en el curso del segundo Campeonato del Mundo, la majestuosa búlgara Stefka Kostadinova supero los 2,09, un registro que resistió todos los embates de atletas posteriores. En especial de la sueca Kajsa Bergqvist y la croata Blanka Vlasic, detenidas ambas, en los momentos más brillantes y frecuentes de sus trayectorias, en 2,08. Los 2,09 eran una frontera vertical, un muro inabordable que desafiaba victoriosamente cualquier propósito de cruzarla, de derribarlo. Mahuchikh (1,81 y 56 kgs.), después de superar, en el segundo intento, los 2,07, su tope personal, pidió 2,10. Los franqueó a la primera y se convirtió, a sus 22 años, en la reina de la ingravidez.
El anterior récord de los 1.500 era muy reciente. La propia Kipyegon, doble campeona olímpica de la prueba, había corrido en 2023 en 3:49.11. Con la española Daniela García como "liebre" hasta los 800 metros, arrastró en su estela, en un festival de grandes registros, a la australiana Jessica Hull (3:50.83), a Laura Muir (3:53.79, récord británico) y a un puñado de atletas por debajo de los cuatro minutos. Entre ellas Esther Guerrero, duodécima con 3:59.74, muy cerca del récord de Natalia Rodríguez (3:59.51).
Armand Duplantis intentó sin éxito sobrepasar los 6,25 en el salto con pértiga. Hubiera sido el tercer récord mundial de la reunión. No lo hubo tampoco en los 800 metros. Pero en la mejor carrera conjunta de la historia, el argelino Djamel Sedjati terminó en 1:41.56. El keniano Emmanuel Wanyonyi, en 1:41.58. Y el francés Gabriel Tual, en 1:41.61. Se convirtieron en, respectivamente, el tercero, el cuarto y el quinto hombre "all time". Ocho atletas bajaron de 1:44.00.
Quique Llopis (13.21) fue cuarto en los 110 vallas. Y Asier Martínez, séptimo (13.35).