Copa del Mundo
El joven base, llamado de urgencia por la marcha de Ricky, afronta sin complejos su primer torneo con la absoluta. El seleccionador le pide “mejorar en defensa y en la dirección” y él apuesta por pasárselo “bien”
Como cada verano desde 2020, Juan Núñez estaba ya en manos de Raúl López, puliendo su talento en las sesiones personalizadas en la North Academy que el ex base de los Jazz montó en Bilbao junto a su compañero Sergio Sánchez. Lo que iba a ser una semana de «metódicos» entrenamientos individuales no duró esta vez ni dos días. Todo pasa demasiado rápido en la vida del chico de Villaviciosa de Odón, pero ni en su más optimista hoja de ruta estaba acudir al Mundial con 19 años. Y mucho menos como base titular de la España que defiende el oro en el torneo que arranca este viernes en Filipinas, Indonesia y Japón.
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Pero Juanito es parte de la Familia. Hace algo menos de un año recibió otra llamada urgente de Sergio Scariolo, entonces bien distinta, para que acudiera desde Ulm a Berlín, a la fiesta del oro continental. «Disfruta de la experiencia y aprende», le había pedido el seleccionador durante las semanas de preparación en las que el chico, MVP ese verano del Europeo sub 20, estuvo en la dinámica de la selección. Ahora, a la fuerza, los mimos han pasado a ser exigencia desde que el 2 de agosto, directo desde Bilbao, viajara al Hotel Meliá en Madrid. Ricky Rubio ya había trasladado al cuerpo técnico los problemas mentales que le iban a acabar haciendo incluso abandonar la práctica deportiva sin fecha de regreso.
No fueron días sencillos para el seleccionador, pero pronto comprobó que Juan iba a responder al desafío y sorprendió atajando públicamente cualquier incertidumbre. Núñez y Alberto Díaz, otro que había llegado de rebote el verano anterior (a causa de la lesión de Llull), iban a ser sus bases en el Mundial. «En el momento en que Ricky dijo que no estaba ha sido el primer nombre y con el primer rol como base del equipo. La confianza es total», confirma Scariolo, un refuerzo para el joven y un mensaje al colectivo. A partir de ahí, las obligaciones.
En junio cumplió 19 años y a Juan ya le ha dado para deslumbrar en categorías inferiores, para debutar en el Madrid (con 17) y en la selección, para abandonar el Real Madrid y para llevar a un modesto equipo alemán a conquistar la Bundesliga. Su apuesta por fichar por el Ratiopharm Ulm no ha podido ser más positiva y no sólo por el éxito en unos playoffs en los que sorprendieron paulatinamente a los tres favoritos, Alba de Berlín en cuartos, Bayern Múnich en semifinales y Bonn en la final. Su crecimiento en un equipo escaparate, experto en desarrollar jugadores jóvenes, ha cumplido las expectativas y cada vez la NBA le mira con mayor interés.
Pero en los planes, propios y ajenos, no estaba la Copa del Mundo. De los playoffs alemanes al Europeo sub 20 (en el que sufrió uno de los pocos episodios agrios del baloncesto de cantera español, eliminado en cuartos), paso por la North Academy de ese Raúl López con el que tantos ven similitudes técnicas -«ambos tienen feeling personal. Juan es súper receptivo y absorbe muy bien todos los conceptos», cuentan quienes conocen de primera mano esos entrenos- y de ahí a unas jornadas con la absoluta como parte del plan de los Golden Boys. A Juan le dio tiempo incluso a disfrutar de unos días en la playa, pero el adiós repentino de Ricky (que se unía a la baja de Lorenzo Brown) precipitó todo.
Durante los partidos de preparación, Núñez ha mostrado más aspectos ilusionantes que lagunas. “Ha evolucionado bastante este año. Siempre ha sido un jugador que parecía un veterano. Sólo tiene 19 años, pero le ves muy suelto jugando, muy inteligente, saber leer muy bien el juego. Obviamente, tiene mucho por mejorar todavía. Su techo se lo va a marcar él mismo. Le queda trabajar, esforzarse y seguir dando esos pasos de gigante. Nosotros intentamos ayudarle en todo lo que podemos. Estoy seguro de que él nos va a dar mucho en este campeonato”, cuenta Sergio Llull a EL MUNDO. Si algo ha llamado la atención es la seguridad en sí mismo de un chico al que nunca se le va de la cabeza el motivo por el que sus padres le apuntaron a baloncesto (antes, a balonmano). «Mi principal objetivo es pasármelo bien, sea jugando en el patio del colegio o aquí. Intento quitarme todo tipo de presión y salir a disfrutar, que es como mejor me lo paso», pronunció después de hacerle 16 puntos a la República Dominicana. Eso sí, Scariolo sabe que con el talento ofensivo y el descaro no será suficiente. Ha puesto el foco en él, consciente de que su adaptación a su método es clave para las aspiraciones de España en el torneo. «Tiene que mejorar en la dirección y en la defensa, indudablemente», admite el seleccionador. Los tres partidos de la primera fase, asequibles a priori, serán una buena prueba para el madrileño. El segundo día se encontrará enfrente a Marcelinho Huertas, 21 años mayor que él. Más adelante, De Colo, Evan Fournier o Shai Gilgeous Alexander, palabras mayores.