Joseline Umulisa, la víctima del genocidio de Ruanda que curó el trauma gracias al tenis: “Guardo la imagen de mi madre allí tirada”

Actualizado

«Me crie en un pueblo de Ruanda cerca de la frontera con Tanzania. Mi infancia fue mi feliz, era la novena de 10 hermanos y mis padres me daban mucho amor. Recuerdo que un día en la escuela un niño me llamó serpiente y yo no entendía por qué. Le pregunté a mis padres y me explicaron que éramos tutsis y que algunos de mis compañeros eran hutus. Era incapaz de distinguir quién era quién, no veía ninguna diferencia. Tenía nueve años aquel 7 de abril [de 1994]. Mi tío vino a casa para avisarnos de que los hutus estaban matando a los tutsis y se empezaron a oír gritos por todos lados. Primero acuchillaron a mi tío y luego a mi padre y mis hermanos. Prendieron fuego a nuestra casa. Mi madre, mi hermana y yo huimos hasta el río para llegar a la frontera, pero allí las atraparon, las mataron y las tiraron al agua. Yo logré subir a un bote. Guardo en mi memoria la imagen de mi madre allí tirada»

Cuando Joseline Umulisa relata su vida sólo queda escuchar. Todavía en activo a sus 39 años, es una referente del deporte en Ruanda, siete veces campeona nacional de tenis, una de las pocas que ha jugado algún partido en el extranjero, pero sobre todo es la impulsora de un proyecto que está removiendo el país africano. Su Tennis Rwanda Children’s Foundation (TRCF) ha conseguido que casi 2.000 niños cojan una raqueta y sueñen con un futuro mejor. En sólo tres años. Y sin apenas recursos. No hay pistas públicas así que se las inventan: colocan redes en pistas de baloncesto o directamente en explanadas. El material viene de donaciones por organismos como la Federación de Tenis de Estados Unidos.

«Hemos conseguido montar 14 centros cerca de la capital, Kigali. Sería increíble si alguno de nuestros niños llega a ser profesional, pero sobre todo les enseñamos que si se esfuerzan pueden llegar a ser lo que quieran, doctores, políticos, arquitectos, aunque no vengan de una familia rica», cuenta Umulisa a EL MUNDO en conversación telefónica desde Nueva York tras participar en la ceremonia de los premios Emmy del deporte. El documental que recoge su historia, producido por ‘Tennis Channel’ y titulado ‘Tennis can be my medicine’ estuvo nominado a mejor largometraje, aunque finalmente no venció.

“No podía dormir del trauma”

¿Cómo llegó al tenis?
Cuando volví a Ruanda vivía cerca de Kigali en un orfanato de la Cruz Roja y sufría muchísimo. No podía dormir por el trauma y apenas me podía mover por el dolor de espalda. En mi huida del país me violaron y me hirieron. Un día, volviendo del colegio, vi a un hombre con una raqueta y le pregunté qué era aquello. Me dijo que era una raqueta de tenis y me ofreció probarla. Yo no sabía qué era el tenis ni quién era ese hombre, que quería de mí. Pero allí había un club privado, él era entrenador y me enseñó cómo devolver la pelota. Aquel día, durante una hora, no pensé en lo que había sufrido, mi mente sólo pensó en golpear la pelota, y por la noche pude dormir. No le expliqué a nadie que había jugado a tenis porque tenía miedo de que me abofetearan, pero al día siguiente me salté el colegio y volví a la pista. Descubrí que el deporte podía ser mi medicina.

En las semanas posteriores a aquel hallazgo, Umulisa consiguió el permiso del orfanato para entrenar, dejó los antidepresivos que tomaba, fortaleció su maltrecha espalda y, al final, en 2000, a los 15 años, fue campeona juvenil de Ruanda. Aquello le abrió un mundo. Volvió a salir del país, pero esta vez para divertirse, para jugar un torneo en Kenia, y a la vuelta se dedicó a entrenarse. En 2021, ya veterana, a los 35 años, fue parte de un logro nacional.

Por primera vez Ruanda participó en una clasificación de la Copa Federación, la actual Copa Billie Jean King, y se midió a Chipre y Bosnia en Lituania. En cuatro partidos, dos de individuales y dos de dobles, sólo se llevó dos juegos, pero el tenis apareció femenino apareció en la prensa ruandesa, todo un hito. «Enseñé a la gente que mató a mi familia que podía ser una campeona. Había estado ingresada en un psiquiátrico, iba a acabar allí, pero conseguí curarme gracias al tenis. Hubo días en los que la emociones me embargaban, especialmente alrededor del 7 de abril, y sólo me calmaba agarrando fuerte mi raqueta», finaliza Umulisa.

kpd