El pívot Joel Embiid, vigente MVP de la NBA, se decantó por unirse a la selección de Estados Unidos para competir en los Juegos Olímpicos de París en 2024, avanzaron este jueves medios estadounidenses.
Embiid, nacido en Camerún en 1994, tenía la opción de representar tanto al país africano como a Estados Unidos o a Francia.
Según ESPN, la estrella de los Philadelphia 76ers comunicó este mismo jueves su decisión a Grant Hill, actual director ejecutivo del ‘Team USA’, con quien se había reunido unos días atrás.
Embiid tomó esta decisión “porque quiere ayudar a Estados Unidos a volver a lo más alto del básquet internacional después de que este verano no consiguiera medalla en el Mundial de la FIBA“, señaló la cadena deportiva.
Otras superestrellas de la NBA como Kevin Durant, LeBron James y Stephen Curry han expresado su interés en formar parte del equipo estadounidense en París-2024 en busca de una quinta medalla de oro olímpica consecutiva.
La noche, que era un carrusel de talentos para el Real Madrid, se complicó. Y en la reacción del Partizan de Obradovic, en ese susto final comandando por Duane Washington que recordó los fantasmas del domingo en Vitoria, apareció un chico con pinta de despistado y una clase especial. El esperado Theo Maledon tomó las riendas como si llevara toda la vida haciéndolo y solucionó la papeleta en el Palacio, una presentación a lo grande, ilusionante, y el tercer triunfo seguido en casa en la Euroliga para los de Scariolo. [93-86: Narración y estadísticas].
En su debut con el Madrid tras su lesión de inicio de curso (apenas pudo jugar un par de minutos en la pasada Supercopa), Maledon dejó poso de jugador genial. Los "minutitos" que anticipó Scariolo fueron minutazos, el balón en sus manos en la hora de la verdad, un triple demoledor en la recta de meta, cuando más apretaba el Partizan con la remontada, un casi robo a Jabari antes y dos tiros libres para acabar con lo que se daba. Firmó 16 puntos en 14 minutos y endulzó las estupendas actuaciones de varios de sus compañeros, del omnipresente Tavares (19 puntos, ocho rebotes), al encendido Trey Lyles (17, 5), otro que se suma a la fiesta de este Madrid que presume de un arsenal como no se recordaba.
Antes de los sudores, había sido un Madrid arrollador y compacto desde el mismísimo amanecer, como si quisiera desprenderse de los sinsabores del desenlace ante el Baskonia. Y como si quisiera seguir haciéndose fuerte en un Palacio que siempre fue refugio. Pese a la amplia e imponente escuadra que maneja el maestro Obradovic -pocos nombres balcánicos y muchos norteamericanos-, con el último en llegar, el prometedor finlandés Mikka Muurinen, ya listo, los blancos encontraron rápido la forma de desmontarles los planes.
Tavares, defendido por Tyreque Jones, en el Palacio.JUANJO MARTINEFE
Tavares dominaba a sus anchas la pintura (aplastando a Tyreque Jones) y Okeke, una amenaza, le acompañaba como si jamás fuera a fallar un triple en esos aros (acumula ocho de 10 en los dos últimos partidos de Euroliga). Después apareció Lyles para unirse a la fiesta ofensiva, que a la vez lo era defensiva, 12 puntos encajados en todo el primer acto. Con un abrumador dominio del rebote, el esperado debut de Maledon y acciones certeras, el Madrid se fue al descanso con dos dianas más de Okeke y una máxima reluciente (52-33).
Que fue más a la vuelta, con un Real Madrid suelto y divertido y un Partizan que se encomendaba a la elegancia de Jabari Parker para intentar meterse en el partido. Pero al ex del Barça le respondía Lyles, desplegando las esencias de lo que puede llegar a ser. En ese tramo, sin embargo, los blancos se enredaron en una serie de errores y pérdidas (especialmente impreciso estuvo Campazzo) que no terminaron por enterrar a los serbios.
Y que despertaron hasta acercarse a cuatro puntos de la mano de un desatado Washington. Pero, a falta de un minuto, un triplazo de Maledon (en cancha acabó el Madrid con él, Campazzo y Llull juntos), finiquitó al Partizan.
Un 14 de octubre de hace 25 años, un manchego de Ciudad Real debutaba en ACB. Han pasado otros 25 y Emilio Pérez Pizarro es, 814 partidos después, el rostro más reconocible del arbitraje español. Referente también en Europa, viral por los vídeos microfonados en los que se abre en canal con jugadores y entrenadores, el árbitro en activo con más encuentros (y noveno en la lista histórica que encabeza José Antonio Martín Bertrán con 1080), charla con EL MUNDO camino de Bolonia, donde el miércoles dirigió el Virtus-Mónaco de Euroliga.
¿Recuerda ese Breogán-Ourense del año 2000?
Como si fuera ayer. Un día que por las emociones, las vivencias, la ilusión y lo impensable que era estar allí, lo recuerdo al detalle. Las conversaciones con los compañeros, el viaje... Tengo lagunas del partido, eso sí. Estaba muy nervioso. Mucho.
¿Cuándo el niño Emilio dijo: 'Quiero ser árbitro'?
Nunca hubo ese día. Cogí un silbato con 14 años, por casualidad. Faltaba gente para arbitrar en un torneo de mi ciudad, Ciudad Real. Me gustó y a partir de ahí... escolares, federación, arbitrando por la provincia... Fui quemando etapas, sin pensar demasiado, disfrutando el camino.
11 años después estaba en ACB. ¿Cómo lo compaginó con la adolescencia, los estudios...?
De forma natural. Como otra gente que los fines de semana practica un deporte. Estudié historia, a distancia, poco a poco. Pero no creo que nunca me dedique a ello, porque no tengo vocación por la docencia.
¿Arbitrar es divertido?
Sin duda. Es una pasión. Y hay un componente alto de disfrute, porque si no...
¿Recuerda momentos de dificultad, de querer tirar la toalla?
Recuerdo tener que coger plena consciencia de lo que realmente se pasa en algunas canchas. En las categorías inferiores estás expuesto a una crítica bastante hiriente. Tuve que mentalizarme de que eso formaba parte también de lo que me apasionaba. A nadie le gusta, claro. Pero formaba parte del negocio.
Pérez Pizarro, durante un partido de esta temporada.ACB Photo
¿El episodio más duro?
Como árbitro por Castilla la Mancha tuve que abandonar pistas escoltado por la policía o por guardias civiles. Y en más de una, de dos y de tres ocasiones... No es sencillo. Pero nunca fue un lastre a mi ilusión. Sí me apena que yo y otros tuviéramos que vivir esos momentos. Porque se trata de un deporte. Y no tiene que haber nada más alejado de esas conductas. Qué pena. Que apoyar a un equipo tenga que estar relacionado con estas situaciones desagradables.
¿Quién es el ídolo de un árbitro?
Pues otro árbitro. Si me tango que quedar con una persona y que no se me enfade nadie... Paco Monjas. Él fue quien me ascendió a la ACB. Y sigo manteniendo una relación cordial. Luego, referentes en pista: Miguelo Betancor, Mateo Ramos...
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¿Qué se siente al ser juez de estrellas?
Eres consciente de que tienes que juzgar. Y el sentimiento de admiración tiene que estar ahí, pero nunca mezclado con el trabajo que tienes que hacer. Siendo todo lo profesional e imparcial que debemos. Y arbitrar a jugadores, no a nombres.
Se han hecho virales sus vídeos microfonados, en los que se le ve tratar con jugadores y entrenadores, llamarlos por sus nombres...
Me choca que la gente piense que se estoy haciendo un papel. Me siento igual de cómodo que si no llevara micro. Porque hago exactamente lo mismo. Realmente soy así. En pista. Nos llamamos por nuestro nombre. Luego, me veo una vez y ninguna más. Intento aprender de qué manera puedo comunicar mejor, pero no lo analizo con detenimiento. Sí creo que es un acierto por parte de la ACB, porque dota de mayor transparencia a nuestro trabajo. Acerca al público la manera en que tenemos de interactuar con jugadores y entrenadores, cómo nos comunicamos entre nosotros, el porqué de algunas decisiones...
A veces parecen psicólogos con los jugadores...
Se trata de bajar el pico de tensión. No puedes estar gastando bromas permanentemente, pero un comentario más distendido puede ayudar a destensar la situación. Aunque hay que saber con quién, de qué manera y en qué momento del partido. Pero en más de una protesta nos hemos acabado riendo los dos.
Es muy recordada la final de 2022, cuando Yabusele se le abalanzó. ¿Se sintió intimidado?
Nunca me ha pasado nada igual. ¿Intimidado? Si te digo que no, te estoy engañando. Me sorprendió, no me lo esperaba. No lo recuerdo con mucho cariño. Después tuve la ocasión de encontrarme con él en otros partidos y todo estaba correcto. Hay situaciones que te marcan más que otras y todo forma parte del aprendizaje.
Emilio Pérez Pizarro.ACB Photo
¿Un árbitro es capaz de disfrutar del juego?
Sí, se puede disfrutar. Estamos concentrados en nuestro trabajo. Pero hay momentos que eres como un espectador de lujo.
¿Cuál es el partido más bonito de sus más de 30 años de carrera?
A parte del debut en ACB, he tenido momentos bonitos, pero sobre todo en partidos por el descenso. Que alguien que acaba de perder la categoría, alguien que está jodido, te venga y te felicite por el trabajo realizado... Que te dé un abrazo en ese momento duro. Eso no se olvida, te marca, te emociona. Me quedo con ellos, más que las finales, claro.
¿Se imagina conviviendo con la polémica permanente del fútbol?
Por suerte, en baloncesto, aun teniendo nuestras polémicas, no tenemos ese volumen tan importante. Creo que es un tema mediático. Lo que arrastra el fútbol: el eco es mayor, todo se magnifica. Sigo las polémicas de mis compañeros de fútbol, hablo mucho con mi primo hermano, Pizarro Gómez (fue arbitro de Primera y ahora VAR) y nosotros estamos más alejados.
¿Hay más respeto en una cancha de baloncesto que en el parlamento?
Creo que en el deporte, en el baloncesto, la polarización está más amortiguada que en la sociedad. Más allá de la protesta o del fanatismo lógico por un club, no hay esos puntos de conflicto permanente. Es que parece que vivimos en el conflicto, que entenderse es algo complicado. Cuánto difícil hacemos por entendernos.
¿Cómo es Emilio Pérez Pizarro sin silbato?
Pues como apenas tengo tiempo de ocio, mi poco tiempo libre es para Álvaro, Laura y mi mujer Encarni, que sin ella no estaría aquí. El chiquitajo, que tiene seis años, siempre me dice que no me vaya. La mayor me escondía la maleta.
La visita a la pista del líder de la Euroliga se saldó con el tercer triunfo a domicilio de la temporada para el Real Madrid, que firmó en el Adidas Arenas su actuación más completa del curso. Facundo Campazzo (19 puntos, seis asistencias) y Walter Tavares (10 puntos, 14 rebotes, tres tapones) acabaron con la resistencia del Paris Basketball, que hasta ese momento sólo había inclinado una vez la rodilla como local. [Narración y estadísticas (85-96)]
Tras la debacle ante el Zalgiris, Chus Mateo dejó fuera de la convocatoria a Xavier Rathan-Mayes y sin un solo minuto a Serge Ibaka. Una pequeña revolución para este grupo tan necesitado de rearme anímico. La baja de última hora de TJ Shorts, que venía promediando 19,3 puntos y 7,9 asistencias, supuso otro alivio para la defensa blanca, que venía haciendo aguas desde septiembre.
Pese a la ausencia del base, el equipo de Tiago Splitter amenazó desde el perímetro gracias a la inspiración de Maodo Lo (30 puntos, siete asistencias), indetectable durante los primeros minutos. Tras el intercambio de golpes, el Madrid empezó a hacerse sentir gracias a la intensidad de Andrés Feliz y Usman Garuba, estandartes de la segunda unidad, tan fuera de onda en las últimas semanas.
La frescura de Hezonja
El Paris Basketball se sostenía gracias a los triples de Nadir Hifi (16 puntos al descanso), pero el vigente subcampeón replicaba con algo más que consistencia. Al control de los tableros (49 rebotes, 18 más que el rival) había que añadir la frescura de Mario Hezonja (17 puntos). Un balón de oxígeno para el genio croata, otro de los señalados ante Fenerbahçe y Zalgiris.
Con ocho triples al descanso, el Madrid lucía un aspecto más jovial, mientras los franceses sólo reunían acciones aisladas. Aun así, con un triple de Hifi, el Madrid sintió otra vez el vértigo a 3:31 para el final (78-80). Entonces, un 2+1 de Campazzo, un triple de Hezonja y el acierto desde el tiro libre de Gabriel Deck hicieron añicos cualquier atisbo de remontada.
No hubo opción para la fatalidad, como ante el Maccabi o el Asvel. El Madrid pudo disfrutar de un desenlace tranquilo, mientras los 8.000 espectadores daban por perdido el liderato, que pasa ahora a manos del AS Mónaco. El equipo de Vassilis Spanoulis, reciente sustituto de Sasa Obradovic, rinde visita el jueves al WiZink Center.