Husillos y la espera por las medallas

Husillos y la espera por las medallas

Europeo Indoor

Actualizado

La delegación española, aún sin premio, aguarda la aparición de sus mejores bazas, mientras Ingebrigtsen se exhibe en la final de los 1.500.

Krsek, Husillos, Nielsen, Duszynki y Coelho, en su serie de los 400.EFE

Toda competición cuyos resultados se midan en medallas de oro, plata y bronce aspira a superar las logradas en la edición anterior. Si España obtuvo cinco en Torun 2021, debería reunir al menos seis en Estambul 2023. Seis para empezar. Luego ya se verá el valor. Tiene que darse prisa y esperar, fundamentalmente a Adel Mechaal, a Quique Llopis, a Adrián Ben, a Jorge Ureña, a Óscar Husillos (ahora iremos con él).

No hubo premio en esta segunda jornada. Quedan dos. En los 1.500 no se anduvo con chiquitas Jakob Ingebrigtsen. Agarró la cabeza desde el primer metro, impuso un ritmo brutal y fue dejando a su espalda sucesivas víctimas en diversos estados de agónica impotencia. Jesús Gómez, tras un pequeño enganchón al comienzo de la prueba que no influyó en el resultado, se pegó como pudo y hasta que pudo a un terceto formado por el cruel noruego, el británico Neil Gourney y el francés Azzedine Habz.

Los tres siempre le han ganado, así que Gómez, cuarto con 3:38.11, cedió, ya sin lucha, entre resignado y satisfecho, a la lógica. Ingebrigtsen (3:33.95) no se inmutó ante una tímida aceleración final de Gourney (3:34.28), mientras Habz, un poco más allá (3:35.39), era feliz.

En unos 3.000 dominados por las dos alemanas, Hanna Klein (8:35.87) se impuso sorprendentemente a Konstanze Klosterhalfen. Carecieron de opciones Marta Pérez (séptima con 8:49.19) y Marta García (décima en 8:54.92).

Capacidad de recuperación

Husillos sigue aspirando al podio. Se metió en la final de hoy de los 400. Tercero en la semifinal ganada por Karsten Warholm, realizó 45.86. Baja asiduamente de los 46 segundos. Pero los demás también. En especial Warholm, que hizo 45.75 en las series mañaneras y 45.43 en las semifinales vespertinas. Óscar, defensor del título, está bien. Pero deberá estar un poco mejor para agarrar metal. Será importante la capacidad de recuperación de unos y otros, porque habrán corrido poco menos que a tope tres veces en 24 horas. Esta reflexión no reza con Warholm.

El día nació de nalgas para esos 400. Iñaki Cañal se lesionó después de vencer (46.25) en su serie clasificatoria. En su esfuerzo por quedar primero para ganarse una buena calle en las semifinales, un factor importantísimo en la peraltada pista cubierta, se arrojó contra la meta. El trompazo era inevitable. A fin de no caer de bruces, torció el cuerpo, en un gesto de protección. Impactó con el hombro y se lastimó la clavícula. Subluxación. Adiós a las armas. Manuel Guijarro salió con el muslo derecho vendado. Le resultaba doloroso correr. Llegó el último con una marca cercana al minuto (49.77).

Las lesiones de Cañal y Guijarro fueron dos dramas individuales y, por añadidura, uno colectivo. Reducen hasta casi la imposibilidad las opciones de medalla del relevo 4×400, una de las principales bazas de la expedición española, que pierde a dos bastiones.

Momentos de esplendor

No todo fueron penas. Esther Guerrero y Águeda Marqués disputarán la final de los 1.500, en la que Laura Muir parece intratable. Y Jaime Guerra (7,99), la de salto de longitud del domingo. No así Iker Arotzena (7,57). Jaël Bestué se convirtió en la primera española en disputar una final europea de 60 metros. Dio igual que fuera octava (7.28). La suiza Mujinga Kambundji, espléndida en sus 7.00, cumplió con los pronósticos.

La jornada tuvo dos momentos de esplendor. Primero el portugués Pedro Pablo Pichardo estableció con 17,60 la mejor marca mundial del año en el triple salto. Se la arrebató a nuestro Jordan Díaz. Y, sobre todo, después, la belga Naffissatou Thiem, en su primera competición bajo techo del año, esculpió un nuevo récord mundial de pentatlón (5.055 puntos). La polaca Adrianna Sulek también batió por un punto (5.014) la plusmarca de la ucraniana Nataliya Dobrynska.

kpd