A tres días de la Final Four de la Euroliga, la tercera consecutiva que disputará el Real Madrid (semifinales contra el Olympiacos el viernes a las 21.00 h.), en busca de revalidar el título, algo que no logra desde 1968, el media day del club antes de partir a Berlín dejó un novedoso episodio en lo que al futuro de Mario Hezonja se refiere. El ‘culebrón’ de rumores tuvo un enorme giro en las propias palabras del croata que, lejos de verse con otra camiseta a partir de junio, habló sobre las intenciones comunes para su continuidad.
“No tengo ni p* idea. El señor Florentino me amenaza cada vez que me ve en el comedor con que tengo que quedarme aquí. Ojalá. Estoy hablando con Juan Carlos (Sánchez), con Alberto (Herreros). Tenemos todos el mismo pensamiento”, aseguró el alero, que también aclaró que la decisión se tomará, en cualquier caso, en las próximas semanas: “No es el momento para molestar al equipo con cosas que son individuales. Llegará el momento perfecto. Porque ganar la Liga también es importante, que el año pasado la regalamos. Hay que competir y ojalá luego lleguen las buenas noticias”.
Panathinaikos y Barça
En las últimas semanas se especuló sobre la posible salida de Hezonja del Madrid tras dos temporadas. El Panathinaikos y una supuesta oferta mareante parecía ser el destino. Pero incluso su retorno al Barça, en el que debutó en Europa, se habló como posibilidad.
Mario siguió hablando del porvenir. “Hace meses dije que este equipo tiene el potencial de ser el mejor de la historia de la Euroliga. Lo pienso de verdad. Mucho va a depender de la gente de arriba [renovaciones]. Muchas cosas se van a decidir en el verano”. “Estamos luchando los dos lados. Hacemos lo máximo para que este equipo tenga continuidad, éxitos y trofeos. Ojalá llegue este momento después”, agregó.
“Gracias al staff y mis compañeros, especialmente a la viaja guardia, me han calmado mucho, en temas de liderazgo y madurez. Estoy lejos de mi mejor versión de baloncesto, eso llegará en el futuro. Creo que esto sólo podía llegar en el Real Madrid, no en otros equipos”, concluyó Hezonja, que, sin Deck por lesión, volverá a moverse entre las posiciones de tres y cuatro en el momento clave del curso para el equipo de Chus Mateo.
Hace ya un par de semanas que el Real Madrid apretó el botón de su modo competitivo, lo que siempre le hizo temible. Desde la final perdida de Copa es otro equipo, en resultados (una derrota en 12 partidos) pero sobre todo en actitud. Vio las orejas al lobo y reaccionó. Ante el París Basketball, en un duelo precioso, mostró su mejor versión, coral, agresivo, solidario, fogoso, irreductible. La quinta victoria consecutiva en Europa, el mejor momento del curso, para incluso soñar con una última jornada de carambolas en la que acabar quinto ganando en Belgrado al Partizán. Eliminado ya no va a quedar. [105-104: Narración y estadísticas]
Porque el play-in, objetivo de mínimos, ya está matemáticamente asegurado. Lo que hace tanto no estaba tan claro. Como que Andrés Feliz fuera un base de nivel Euroliga. En el Palacio, entre tanto protagonista de un partido de 209 puntos, el dominicano se mostró a toda Europa. Hezonja anotó 26 puntos, Musa 20, Tavares 15 y nueve rebotes (cinco ofensivos), pero el elemento clave fue él. Nada menos que ante TJ Shorts, ese demonio que a punto estuvo de ponerlo todo (otra vez) patas arriba.
Porque el duelo fue una feria, una verbena en una noche de verano. Llovía fuera y dentro había que frotarse los ojos ante tanto vértigo. El Madrid se vio por momentos desbordado y al poco respondió, prueba de carácter, de que ya no es tan sencillo hacerles temblar. No se descompuso, encontró sus virtudes, Tavares reinó en la pintura en el momento clave y Shorts, que había sido una pesadilla, desapareció, desquiciado ante Campazzo y Feliz, para un triunfo tan trabajado como celebrado.
Que un novato venga con esas ínfulas es una bendición. El París Basketball, con su grupo de jugadores semi desconocidos, con un rookie como Tiago Splitter en el banquillo, ha sido una de las grandes noticias de la presente Euroliga que llegó a liderar. Todo ese baloncesto alegre, ese desenfreno, esa apuesta por el rock and roll, no la iba a dejar de lado ahora que se está jugando el billete para cuartos. Al Palacio, liderado por su pequeño capitán TJ Shorts, acudió a morir o matar con las botas puestas.
Hezonja y TJ Shorts luchan por un balón, en el Palacio.Juanjo MartínEFE
Y el frenesí no se hizo esperar. En un abrir y cerrar de ojos los franceses ya habían asestado seis triples (se fueron con nueve al descanso, llegaron a lucir un 15 de 23). Desde temprano ya un bonito intercambio de golpes, pues el Madrid no se arredró: estaba prevenido.
Chus Mateo metió bien pronto a Hezonja en una batalla que le venía perfecta al croata. También intentó contener al París con esa zona defensiva a la que cada vez recurre más. Pero no funcionó demasiado, porque Ibaka no dominaba el centro (Ward hizo mucho daño), aunque lucía en la ofensiva. Después de un par de broncas y algunos partidos sin ni siquiera ir convocado, el africano, aprovechando la baja de Bruno Fernando, está mostrando su mejor versión, como si hubiera retrocedido unos años su reloj vital. La ovación del Palacio así se lo reconoció.
Con los Brates brillando en anotación, el Madrid se rehízo antes del descanso, una primera parte de fuegos artificiales que Jantunen igualó sobre la bocina. Antes había ya puesto su sello TJ Shorts, curiosamente dejando a cero a quien idolatra. Campazzo guardaba su momento para más adelante.
TJ Shorts, durante el partido contra el Madrid.THOMAS COEXAFP
El pequeño base californiano estaba ya encendido (aunque acabó desquiciado y eliminado por faltas, firmó 24 puntos y 10 asistencias). Volvió de vestuarios imparable, anotando y asistiendo, poniendo en órbita a un París que machacaba desde el perímetro a un Madrid que empezaba a dar signos de flaqueza. Porque cada error era un castigo, sin respiro. El quinto triple de carrerilla encendió las alarmas con la máxima (65-75).
No había mucho margen para la reacción. Era ya o ya y ahí apareció Andrés Feliz, un tipo al que en la previa su entrenador había calificado como "imprescindible". Sin rastro de las dudas (lógicas) con las que arrancó su etapa en el Madrid, el dominicano contrastó con la noche gris de Campazzo y se alió con Musa y Hezonja para espabilar a su equipo.
El comienzo del acto final fue un 10-0. Al poco Campazzo anotó su primera canasta y los triples al París ya no le entraban con tanta facilidad, pero faltaba mucha tela por cortar. Porque Hifi (23 puntos), otro jugadorazo a apuntar en todas las libretas de los grandes de Europa, no estaba dispuesto a tirar la toalla. Un triple de Campazzo y dos acciones geniales de Feliz, en ataque y defensa, dispararon a un Madrid que puso su máxima a falta de tres minutos (96-86). Aunque iba a tener que ganar dos veces, porque el París, irredento, contestó con un 2-10 que llevó el duelo, maravilloso, hasta la disputa del último segundo.
El jueves, en Belgrado, ante un Partizán que perdió en Kaunas y ya no tiene opciones, se decidirá todo para los blancos tras una temporada de vaivenes. Si gana en Belgrado, asegura el playoff salvo que el Efes gane sus dos partidos (este viernes en la cancha del Estrella Roja) y el Barça a la Virtus. Porque el triple empate no les beneficia.
"No dudes de que me voy a tomar la cervecita. Y mañana, ya tocará analizar a Panathinaikos". Chus Mateo estaba especialmente satisfecho en las entrañas del Uber Arena. Cada vez desprende más seguridad en sí mismo y no es para menos. El domingo ante Panathinaikos (20.00 h.) puede ganar su segunda Euroliga en dos años. El inicio de semifinal del Real Madrid fue una oda al trabajo previo, al plan de partido tan milimétricamente diseñado por el técnico madrileño. Esta vez, gracias a finiquitar tanto la serie de cuartos contra Baskonia como la de ACB contra Gran Canaria por la vía rápida, tuvo más tiempo si cabe para preparar la cita más importante de la temporada. Y el 28-10 de salida lo demuestra.
El entrenador blanco resumió las claves. La entrada de Eli Ndiaye (titular como en la pasada Final Four), con Hezonja al tres, respondía a una misión fundamental. Controlar el rebote junto a Tavares. Eso es el maná del baloncesto blanco, la clave para poder correr, para herir a la mejor defensa de Europa, la misma que había dejado en menos de 60 puntos al Barça en los dos partidos finales de la serie de cuartos, el quinto en el Palau incluido. No había nada al azar. "Hemos entendido perfectamente lo que teníamos que hacer para batir a Olympiacos. Controlar el ritmo del partido y correr después del rebote", resumió Mateo, que reconoció que ese acierto inicial (cuatro de cuatro para empezar) le dio "ventaja".
Otro elemento fundamental fue el de anular a los gigantes del rival. Ahí, pletóricos Tavares y Poirier, en una pintura que estuvo repleta de agresividad -"la verdad que me han dado muchos palos, pero sabíamos que iba a pasar eso", concedió el africano-. Otro dato estadístico difícil de creer. Entre Moustapha Fall, Nikola Milutinov y Moses Wright sólo lanzaron una vez a canasta en todo el partido. "Es verdad que no tuvieron asistencias. Pero para jugar contra Tavares y Porier... hay que estar mejor preparado mentalmente. Esos primeros minutos nos han costado demasiado", resumió Giorgios Bartzokas.
La entrada temprana de un Causeur que no venía contando, la posterior de Llull, Campazzo dividiendo la zona y optando ora por el pick and roll, ora por el pase abierto a la esquina. Todo estaba previsto en la pizarra. El Olympiacos sólo pudo atrapar seis rebotes en la primera mitad, uno en el segundo acto. En la segunda, en plena remontada a la desesperada, cogió 25, 11 ofensivos. "Hemos tenido la mala suerte de jugar contra el Madrid en una gran momento. Su talento, su experiencia, su plantilla y la dirección de su entrenador. No empezamos como deberíamos. Metieron los tres primeros triples y cogieron confianza. No diría que estábamos asustados, pero no hicimos el mejor acercamiento a este partido", reconoció un rato antes un apesadumbrado Bartzokas.
Chus Mateo celebra la victoria contra Olympiacos.CLEMENS BILANEFE
Cuando Llull puso la asombrosa máxima (54-29), la primera parte de la hoja de ruta estaba completada. Incluso mejor que en los planes previstos. Hacer 56 puntos al descanso a Olympiacos resulta una quimera. También estaba claro que los griegos, con su carácter, iban a intentar regresar. Y ahí, de nuevo, el temple de Mateo. "Sabíamos que no era suficiente. Hemos seguido luchando y sabíamos que podían volver. Cuando nos golpeaban con triples y rebotes ofensivos, hemos estado juntos y hemos sido capaces de controlar el ritmo al final con dos bases y el reloj corriendo", explicó el entrenador blanco, que elogió especialmente a dos hombres.
El primero fue Hezonja y su actitud defensiva. Chus se rompió con el croata cuando este se lanzó al suelo con todo a robar una balón. "Es bonito verlo jugar en ataque. Cuando lucha en defensa, para mí es algo grande, cuando roba un balón... Muestra su carácter. Cuando hacen algo para el equipo me hace sentir orgulloso", dijo. Y el otro es Sergio Rodríguez, fundamental en esos instantes de amenaza helena. Acabó con ocho puntos y cuatro asistencias y todo el saber hacer que atesora en su veteranía. En la que posiblemente sea la última Final Four de su carrera. "Es una maravilla ver al Chacho con su cuerpecillo, cómo va sacando pases. Nunca ha tenido un físico extraordinario, pero se mantiene bien. Nos da clases magistrales. Es una gozada poder coincidir con él. Estoy encantando. Le hemos cuidado para que llegara bien. Y se siente cómodo en las Final Four", elogió al tinerfeño.
Jamás en la historia del Panathinaikos, siete veces campeón de Europa, ningún jugador propio había firmado una noche estadísticamente tan descomunal como la de Juancho Hernangómez contra en Anadolu Efes en el primer partido de cuartos de final (87-83). Y, sin embargo, cuando el protagonista fue entrevistado nada más terminar su festival, se desprendió de todo mérito: "Nuestro MVP es Kendrick [Nunn], lo seguimos. Hizo un gran trabajo encontrando los pases extra".
El madrileño se refería al recién nombrado MVP de la temporada regular en el Euroliga, que en la jugada clave encontró liberado a Jerami Grant para que el actual campeón sellara su remontada contra el Efes. Pero, por mucho que desviara la atención, lo de Juancho pasará a la historia. Un actuación tan redonda que agota sólo relatarla: 20 puntos (7 de 7 en tiros de dos), 16 rebotes, tres asistencias, tres robos, dos tapones...
Ergin Ataman, su inefable entrenador, sólo se atrevió a sentar al mediano de los Hernangómez 56 segundos. Tal es la dependencia que el Panathinaikos tiene del internacional español. Un relación de amor que nació de la forma más improbable, en la final de la pasada Euroliga en Berlín, donde Juacho brilló contra el Madrid tras un curso, su primero de vuelta de la NBA, de vaivenes.
Nada que ver con el presente. Ídolo ya de las gradas del OAKA, el ex de Estudiantes, que nunca es primera opción ofensiva en un equipo repleto de talentos, se ha convertido en indispensable. Hace sólo unos días fue elegido en el segundo mejor quinteto de la competición, con promedios de 10,1 puntos y siete rebotes. Entrega, defensa, inteligencia competitiva... Un jugador en su cénit.
"Nunca nos rendimos, este equipo es muy peligroso, juega muy bien en los contraataques. Siendo sinceros, no jugamos bien. Veamos el vídeo y volvamos al segundo partido", añadió Juancho en la breve entrevista, haciendo hincapié en un partido que al campeón le costó sacar. Al comienzo del último cuarto todavía perdía por 10 ante un Efes en el que brilló Poirier (17 puntos, ocho rebotes, cinco tapones). Un parcial final de 23-11 evitó que los griegos perdieran el factor cancha.
Tanto los 16 rebotes como los 40 créditos de valoración del español son historia del club heleno, superando las marcas de Stéphane Lasme (12) y Dimitris Diamantidis (34).