Su Honda no corre y su hombro todavía molesta. “En la primera carrera lucharemos por el Top 5”, reconoce. En su contra, el cargadísimo calendario y la adaptación de su nuevo compañero, Mir. A su favor, la escasa presión
¿Y Marc Márquez, qué? Otro Mundial empieza mañana en Portimao y la pregunta es la misma que la temporada anterior, y que la otra, y que la otra. A sus 30 años, el referente de MotoGP mantiene la incertidumbre alrededor. Pasado tanto tiempo desde el accidente en Jerez que cambió su suerte parece difícil recuperar al Márquez superhombre, pero todavía no se sabe hasta dónde llegará el Márquez humano. ¿Será campeón otra vez? A juzgar por la pretemporada, no en breve.
Pese a que su invierno ha sido dulce, sin lesiones por primera vez en mucho tiempo, su físico todavía no es el que fue y su Honda sigue siendo una de las peores motos de la parrilla, si no la peor. En los últimos test, de hecho, Márquez sólo pudo marcar el decimocuarto mejor tiempo, a casi un segundo de los pilotos de Ducati, que volverán a dominar el campeonato. «Estamos lejos de los mejores. Es un hecho, es la realidad. Pero nuestra filosofía es la de no rendirnos nunca», comenta Alberto Puig, jefe del equipo japonés, que sabe que él, que el piloto, que la empresa, que todos están en un momento clave.
Tensión en Honda
En los últimos meses, incluido su documental All in para Amazon Prime, Márquez se ha lanzado a una vorágine de entrevistas y actos publicitarios en los que siempre se ha mostrado paciente. Sabe que Honda no está en su mejor momento -«en la primera carrera lucharemos por entrar en el Top 5», reconocía-, pero también que está trabajando para cambiar la tendencia. La fábrica japonesa es, al fin y al cabo, la que tiene más historia y presupuesto del Mundial y tarde o temprano sabrá adaptarse a los avances en aerodinámica que han dado la gloria a Ducati. Para ello han contratado a Ken Kawauchi, ex responsable de Suzuki, como nuevo director técnico y han pedido ayuda a otros fabricantes, como a la pequeña empresa alemana Kalex. Pero… ¿Y si tardan mucho en mejorar?
El contrato de Márquez se acaba la temporada próxima y entonces tendrá ya 31 años; por primera vez, el divorcio entre las partes es una opción posible. Por eso a Honda necesita ofrecerle a su estrella una moto que como mínimo pueda ganar carreras a final de año. Y por eso Márquez también requiere de resultados que demuestren que sus problemas ya no son culpa suya.
Porque el hombro, el dichoso hombro derecho, ya está recuperado, pero… «Físicamente me encuentro muy bien. El objetivo es estar al 100% a final de marzo, y bien, con ganas. Ahora hago entrenamientos normales, tanto de moto como de físico», confesaba a EL MUNDO hace unas semanas. Según su equipo, el dolor en el hombro ha desaparecido, ya ha recuperado parte de la fuerza, pero se mantienen las molestias, un día sí y el otro no. El calendario exagerado de esta temporada, que contará con carreras al sprint todos los sábados, es decir, con 42 pruebas puntuables para el Mundial, no le beneficiará en absoluto. Y, además, le apremiará su nuevo compañero de equipo, Joan Mir, un piloto siete años más joven.
Después de Jorge Lorenzo, el hermanísimo Álex y Pol Espargaró, Mir puede ser el primer piloto desde Dani Pedrosa capaz de acabar algunas carreras por delante de Márquez y eso le obligará a forzar. Su liderazgo en el conjunto y todo lo que eso conlleva estará en juego. El que fuera campeón de MotoGP en 2020 ya fue el piloto de Honda más rápido en los test de pretemporada y parece bien adaptado a la moto, por lo que la comparación no será amable. «Joan es un campeón, no hay que explicarle muchas cosas. Además, mirando la parte humana, la integración con el equipo ha sido realmente buena», valoraba Puig.
Un año sin presión
Lo único a favor de Márquez son las bajas expectativas. Superado un 2022 sin victorias y con un único podio, la presión de un regreso de campeonísimo ha desaparecido y puede plantearse un Mundial de menos a más. Adaptado a su nueva vida en La Finca de Pozuelo, a su rutina de trabajo y a su nuevo plan de comunicación, mucho más expuesto que antes, ya lejos de la tutela de Emilio Alzamora, Márquez está en un año clave en su trayectoria, pero ciertamente tiene todo el margen de mejora del mundo.
Si Honda finalmente le ofrece las herramientas que necesita querrá, como mínimo, acabar la temporada peleando por los triunfos. Y si lo logra podrá asegurar su futuro y optar a su séptimo título de MotoGP, la corona que le igualaría a Valentino Rossi y le dejaría a sólo una del récord de Giacomo Agostini. Ahora todo se resume a una pregunta: ¿Hasta dónde puede llegar el Marc Márquez humano? A partir de este sábado, en Portimao, y en 42 carreras hasta el 26 de noviembre, en Cheste, se conocerá la respuesta.