Ya tenemos el primer resultado histórico del Mundial de clubes. El Bayern Múnich se ha estrenado en esta edición con un festival goleador sobre el débil Auckland City de Nueva Zelanda, un equipo amateur que ganó la Champions de Oceanía pero que no pudo casi tirar a puerta ante los alemanes. Musiala anotó tres goles desde el banquillo, Coman, Olise y Müller dos y Boey uno para sumar un desnivelado 10-0.
A los 20 minutos el encuentro ya iba 4-0, tras los goles de Coman (dos), Boey y Olise. Reflejo de la superioridad alemana sobre el conjunto de Nueva Zelanda, que apenas tocó balón. El Auckland City es el dominador de los últimos años de la Liga de Campeones de Oceanía, por eso está en el Mundial, pero ante el Bayern quedó demostrado que su nivel es mucho más bajo que el de este torneo. De hecho, según datos de Opta está en el puesto 5074 del ranking mundial, justo debajo del Castilleja, de División de Honor de Andalucía, sexta categoría del fútbol español.
La realidad ha golpeado de manera durísima al Auckland City y emborrona un poco un palmarés envidiable en su continente. Ha ganado doce veces la Champions de su confederación y ha disputado en diez ocasiones el antiguo Mundialito (2006, 2009, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017 y 2022, quedando en tercer lugar en la edición de 2014.
Pero contra el Bayern no pudieron hacer nada. Müller y Olise marcaron el quinto y el sexto gol antes del descanso y el resultado ya era devastador para un equipo que no es profesional. Sus futbolistas no se dedican sólo al fútbol, sino que tienen otros trabajos en los que ganan más que con el balón. Estar en Estados Unidos para este torneo ya es un premio, aunque el debut haya sido tan duro.
Tras el intermedio, la entrada al campo de Musiala activó a un Bayern que parecía haberse relajado. El mediapunta alemán anotó un hattrick desde el banquillo y Müller completó el 10-0 en el tramo final, justo cuando los neozelandeses consiguieron su único disparo del encuentro.
Ahora el Auckland City deberá competir contra Boca Juniors y Benfica para tratar de lograr lo imposible: un empate que le reporte un millón de dólares que sumar a los 3,5 que recibe de la FIFA, la cifra más baja de todos los equipos del torneo.
"Estoy agotado. Necesito un vino o una cerveza. Y este domingo el puro, seguro", bromeaba Carlo Ancelotti en los pasillos del Estadio de Wembley, una vez superada la celebración sobre el césped, la entrega de la copa, los compromisos con los medios oficiales, la rueda de prensa y la zona mixta. El técnico italiano, a sus 64 años, vivió otro partido después de la final de la Champions League. El Real Madrid, su Real Madrid, levantó la Decimoquinta con cierto sufrimiento pero mucha felicidad, dos palabras que el italiano ha repetido sin cesar durante esta temporada, y cuando el colegiado anunció el final se inició un nuevo partido en el estadio que tuvo de todo: fiesta, muchas fotos, muchas palabras, risas, cánticos e incluso alguna pelea. Veamos.
Las lágrimas de Courtois tras el pitido final fueron el comienzo de la fiesta. Bellingham saltó del banquillo sin control, dando saltos de alegría, y se sumó al corrillo que se había creado alrededor de Carvajal, Rüdiger y Nacho. Mientras, en el banquillo, tranquilo, Toni Kroos iba abrazando a todos los presentes y buscaba con la mirada a su compatriota Hummels, amigo de la selección. Para él fue su saludo más sincero y su primera pausa. Un señor hasta el final.
Kroos, a hombros.ADAM VAUGHANEFE
A unos metros comenzaban los bailes. Vinicius se acercó a celebrarlo con el fondo madridista mientras Tchouaméni y Camavinga bailaban y el resto cantaba ese "Cómo no te voy a querer" y los operarios de la UEFA preparaban el escenario para la entrega del trofeo, momento reservado para Zidane, que entregó la copa a Nacho. El francés y Gareth Bale fueron los ex que acompañaron al equipo. Todo quedó en familia.
Carvajal y Vinicius.ADAM VAUGHANEFE
Manteo, bailes, el capote...
Después de que el capitán elevara la orejona al cielo de Londres, la situación se descontroló. Los jugadores celebraron el triunfo en la zona del césped más cercana al fondo de la afición madridista y en el córner donde se congregaban la mayoría de los familiares de los futbolistas. Y desde un primer momento esa situación fue un problema, porque la seguridad del estadio no quería dejar pasar a los familiares al césped y los jugadores sólo querían celebrar con ellos.
Trabajadores del Madrid intentaron reconducir la situación mientras la fiesta seguía. Manteo a Ancelotti, baile con el italiano, Nacho con el capote torero, Kroos a hombros de Militao rodeado de sus compañeros en una imagen icónica... Y todos levantando la copa, incluido Jeremy de León, jugador del Castilla que ha viajado con el equipo en Champions para cuadrar el número de jugadores en los entrenamientos y al que en el vestuario llaman, con cariño, el "amuleto".
Rüdiger en la grada.Kiko HuescaEFE
A su lado, Rüdiger casi acaba con Modric. "¡Mi rodilla!", le tuvo que gritar el croata, en broma, al alemán cuando éste le cogió a hombros. "¡Seis, seis, seis, seis!", repetía como un loco el central, en referencia a las Champions ganadas por Luka.
Pelea entre la seguridad
En la grada, los miembros del club consiguieron convencer a la seguridad para que los familiares saltaran al campo, pero hubo algunos malentendidos y la situación se tornó en pelea. Trabajadores del departamento de seguridad del Madrid y de seguridad del estadio de Wembley (no de la UEFA) se enzarzaron en una discusión que llegó a las manos, con agarrones y empujones entre ellos. Todo porque no dejaron pasar a algunos familiares, lo que provocó el enfado de los futbolistas y del club. Los trabajadores del estadio argumentaban que esas personas no tenían la acreditación correspondiente y los propios futbolistas tuvieron que subir a los asientos a buscarlos. La situación continuó en el interior con varios operarios de seguridad de Wembley empujando contra las paredes del estadio a los de seguridad del Madrid. Un caos.
Bellingham y su familia.JUSTIN TALLISAFP
La madre de Bellingham, fan de Mourinho
En el césped, el hermano de Vinicius corría a abrazar a Bellingham, que le recibía como un familiar más. El inglés hizo de gancho entre su madre y Jose Mourinho, al que le pidió una foto con ella. "Mi madre es una gran fan de Jose desde hace años y le tuve que pedir que se sacara una foto con ella", explicaba el jugador, que le regaló la medalla de la Champions y la camiseta del partido a su madre. "Si la próxima temporada te enfrentas al Fenerbahce, relájate", le dijo el técnico portugués, que acaba de fichar por el conjunto turco.
Vinicius se acercó a la grada a saludar a su 'jefe', el rapero Jay-Z, propietario de la agencia de representación Roc Nation, que el pasado verano adquirió la empresa que lleva los negocios del brasileño. Fue uno de los VIP que se acercó a los jugadores, junto a otros como Lando Norris, piloto de Fórmula 1, que bajó al césped a sacarse fotos con varios futbolistas. En la portería, Camavinga, incansable, jugaba al fútbol con su hermano pequeño y con los hijos de otros compañeros. Tenía gas para más.
Vinicius.GLYN KIRKAFP
La fiesta se trasladó a la zona mixta y al autobús, donde Vinicius apareció ya con gafas de sol. No se las quitó en toda la noche mientras tarareaba canciones del Madrid. "Llega un momento que los jugadores del Madrid dicen 'ahora', y van y ganan", resumía Florentino Pérez en los pasillos. "Sin armar ruido, creo que hemos hecho una buena temporada", bromeaba el presidente.
Al lado del máximo responsable del club estaba Vinicius, que le pedía "que me renueve otra vez, quiero estar aquí para siempre". Toni Kroos, admitía que es "el final perfecto" para su carrera, Bellingham reconocía que "no es una temporada perfecta, nos faltó la Copa", y Modric recordaba que está "cansado de que hablen de la edad, yo me siento bien". Todo mientras desde el bus se escuchaban los golpes de las manos contra las ventanas. Ya había empezado la música que no se apagará hasta que termine la fiesta en Cibeles, este domingo por la noche.
LaLiga Santander
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Actualizado Miércoles,
3
mayo
2023
-
00:57Ver 1 comentarioLos blancos, a 14 puntos del Barça, suman 10...
Zinedine Zidane sonreía en la grada mientras Kylian Mbappé celebraba el 2-0 del Real Madrid. Ante el City. En Champions. En el Bernabéu. Se podría decir que era el sueño de ambos. El hombre obsesionado con aquel adolescente que crecía sin parar en el Mónaco. El entrenador enamorado del futbolista que se convirtió en icono en el PSG y en la selección de Francia. Zizou, porque así es el fútbol, lo vio desde su palco y no desde el banquillo, pero su sonrisa era la de todo el madridismo.
Ese 2-0 es, hasta ahora, el momento cumbre en la temporada del conjunto blanco más allá de la Supercopa de Europa y la Intercontinental. Una obra de arte que empezó en los pies de Courtois y terminó en un movimiento de cadera extraordinario de Mbappé ante Gvardiol. Una jugada en la que participaron todos los jugadores del Madrid menos Asencio y Ceballos y que culminó en el gol 1.100 del conjunto blanco en la Copa de Europa.
Cristiano Ronaldo había metido el 800 y el 900, Benzema el 1.000... Y quién mejor que Mbappé, nueva cara de esta década en Chamartín, para añadir su nombre a la historia del club.
Todo después de un 1-0 madrugador y tranquilizador, con un genial pase de Asencio y una vaselina perfecta de Mbappé, que abría el marcador para el Madrid por 12º vez en el curso: seis en Liga, tres en Champions y una en Copa, Supercopa de España e Intercontinental.
Un doblete para confirmar una racha sobresaliente del francés, que acumula cuatro partidos seguidos marcando y 12 tantos en los últimos 11 duelos disputados, 25 en todo el curso.
El primer triplete de Cristiano
Pero quería más. Cómo no va a querer más en la Copa de Europa alguien cuyo ídolo es Cristiano Ronaldo. Mbappé consiguió su primer hattrick con el Madrid en Champions, el tercero de su carrera tras los conseguidos ante Brujas y Barcelona, e hizo estallar la Castellana. El portugués anotó su primer triplete continental en octubre de 2012 contra el Ajax, con 27 años, tres después de fichar por el Madrid y nueve cursos más tarde de su debut europeo con el Manchester United. Mbappé lo ha logrado a los siete meses.
En el horizonte, acercarse a un legado continental casi imposible de igualar. Cristiano marcó tres goles o más en un partido de Champions en ocho ocasiones (una de ellas un póquer) y es el máximo goleador de la historia de competición con 140 tantos. El galo lleva ahora 55 y tiene 26 años. Le quedan temporadas suficientes por delante, pero el reto es mayúsculo.
Tchouaméni y Ceballos, imperiales
El duelo reflejó la continuación de la era madridista en manos de un Ancelotti pletórico, superior a Guardiola en lo táctico, en los nombres y en el ritmo del equipo a estas alturas de la temporada. El italiano recuperó a Rüdiger y devolvió a Tchouaméni al centro del campo. Al lado de ambos, Asencio y Ceballos, capitales en este momento del curso para el vestuario dentro y fuera del campo.
El canterano se ha ganado un hueco en el once y volvió a repetir una actuación colosal, secando a Marmoush, sustituto de Haaland, y mostrándose impoluto en cada corte. En el centro del campo, Ceballos volvió a demostrar que su nivel actual cambia por completo la temporada del Madrid. El conjunto blanco adolecía de juego en el primer tramo del curso, tenía talento en ataque con sus cuatro estrellas, pero le costaba un mundo la creación. El andaluz ha solucionado eso.
Entre Ceballos, Tchouaméni y Valverde, lateral pero también centrocampista en salida, movieron al Madrid a la perfección, cuajando el mejor partido del año ante un City incapaz. Los tres superaron el 90% de acierto en el pase.
El Madrid esperará ahora al sorteo de este viernes para saber contra quién jugará los octavos de final. Sólo dos opciones: Atlético de Madrid o Bayer Leverkusen, ambos con la vuelta fuera y con Bellingham sancionado para la ida.