Evenepoel saca la rabia y Rui Costa remata en Lekunberri

Evenepoel saca la rabia y Rui Costa remata en Lekunberri

Vuelta a España


Decimoquinta etapa

Actualizado

El belga propicia la escapada del día, aunque no consigue mantener el ritmo en la ascensión a Zuarrarrate.

Rui Costa alza los brazos en la meta de Lekunberri.EFE

Otra vez Remco Evenepoel. Pero esta vez no. El belga, enrabietado, herido en su vanidad o en su orgullo, reivindicando su categoría, haciendo su carrera, ya que no puede intervenir en la ajena, volvió a propiciar, desde el primer kilómetro, la escapada del día. Cuando cuajó la definitiva, que tardó un poco, la impulsó, la comandó y contribuyó más que nadie a consolidarla en la subida a Lizarraga, un puerto largo y blando, de tercera.

Viajaban en ella Rui Costa, Lennard Kämna, Santiago Buitrago, Chris Hamilton, Andreas Kron, Jonathan Caicedo, Kenny Elissonde, Einer Rubio… Un único español: Cristian Rodríguez. Evenepoel la dirigía. Pero, en la segunda subida al puerto de Zuarrarrate, le fallaron las fuerzas. No le abandonaron, si por abandono se entiende pérdida. Pero no le respondieron. No pudo evitar que se marcharan Rui Costa, Buitrago y Kämna. En la meta, el portugués levantó los brazos.

El gran pelotón, el de los mejor clasificados, había dejado hacer. Pero no demasiado. Bajo la égida de Jumbo, UAE y Movistar, mantuvo el control de los rebeldes, que nunca llegaron a alcanzar los cuatro minutos de ventaja.

Kämna besa la hierba

Más tarde tiró Alpecin por si Kaden Groves era capaz de pasar Zuarrarrate y, con los demás velocistas ya diseminados kilómetros atrás, llegar al sprint. Un empeño absurdo, porque la diferencia entre los escapados y el grupo no menguaba y el australiano del Alpecin sólo contaba con Edward Planckaert y Jason Osborne, medio derrengados.

La fuga en la que vaya Evenepoel la forman una locomotora y el consiguiente número, el que sea, de vagones siempre a punto de desengancharse. Pero también las locomotoras pueden griparse. Remco, ya está dicho, perdió su propio tren en esa segunda subida a Zuarrarrate. Incluso así, casi le sonríe la suerte. En el descenso, cuando Rui Costa, Kämna y Buitrago volaban hacia el triunfo, el alemán forzó las cosas, se salió en una curva y besó la hierba. El portugués y el colombiano hicieron entonces el tonto. Empezaron a vigilarse, bajaron el pistón y Kämna se les unió. Entonces hicieron el bobo los tres y sus ex compañeros de fuga se les echaron encima. Desesperado, Remco, desencadenado, les mordió los talones, de los que le separaron dos segundos. Si llega a ganar, lo hubiera celebrado con toda la rabia del mundo.

El juego del Jumbo

Pronosticar es libre, pero entraña un riesgo. Incluso asumiéndolo, y a la espera del Angliru, la Cruz de Linares y la Sierra de Guadarrama, da la impresión de que la superioridad del Jumbo no admite más incertidumbre que la de los intercambiables lugares del podio. En el equipo tampoco lo tienen claro. O sí. Pueden elegir, jugar con las posibilidades, esperar acontecimientos. Si Sepp Kuss se muestra fuerte, lo apoyarán Primoz Roglic y Jonas Vingegaard. Si flaquea, será reemplazado por el esloveno y/o el danés. Así de provisional. Así de fijo.

Ésa es una de las dos carreras dentro de la carrera. La otra se refiere a los nuestros. Su auténtico objetivo radica en ser el primer español en Madrid. Sus movimientos no estarán tan encaminados a desbancar a los Jumbo como a ocupar la cuarta plaza. Ayuso ha dado, al menos hasta ahora, las mejores razones para apostar por él.

kpd