No estaba siendo un partido que se caracterizara por su brillantez futbolística, pero una desafortunada salida de puños del portero escocés Gunn, en el minuto 68, dejó a Varga, aparentemente inconsciente, tendido en el suelo. La preocupación entre los allí presentes era palpable y todas las asistencias disponibles saltaron al campo para atender al delantero húngaro, que se marchó en camilla rodeado por una manta. A partir de ese momento, lo que quedaba de partido pasó a un segundo plano al desconocerse cuál era su estado.
A nivel estrictamente futbolístico, la situación del equipo escocés no era fácil. Si bien tenía una mínima posibilidad de pasar como segunda, con ayuda de Alemania, y hacer historia, un fallo ante Hungría le mandaba directamente a casa. Algo que finalmente ocurrió, tal vez debido a su exceso conservadurismo en un encuentro en el que necesitaba asegurarse la tercera plaza para tener alguna opción de seguir vivo en el torneo.
Tampoco el planteamiento inicial de Hungría invitaba a muchas florituras, pero conforme avanzaban los minutos lo que era un tenue control escocés se transformó en un partido en el que cualquiera podía adelantarse en una jugada aislada mal defendida.
La primera parte transcurrió con ambos equipos temerosos de que su rival les obligara a una remontada que se intuía difícil. La primera gran oportunidad llegó en el minuto 40, cuando Orban remataba alto una falta botada por Szoboszlai. En los minutos finales, la necesidad de Hungría por marcar la invitó a ir al ataque y en el minuto 99 y tras haber tirado al palo con anterioridad, Csoboth marcaba el único tanto del partido para dar esperanzas a los suyos. En la celebración, no faltó el recuerdo hacia su compañero mostrando al público su camiseta. Escocia, resignada, se vuelve a casa habiendo cosechado solo un punto en toda la Eurocopa.