Rien Schuurhuis, admirador de Miguel Indurain y casado con la embajadora de Australia en la Santa Sede, participará en el campeonato de ruta del próximo domingo en Wollongong
Agua bendita sobre la cabeza del pionero. El Papa Francisco consagra a Rien Schuurhuis, un neerlandés que este domingo se convertirá en el primer representante del Vaticano en un Mundial de ciclismo. Todos los honores para el ciclista de Dios, que suma 40 años y carece de palmarés relevante.
La santidad como rango distintivo del campeonato de ruta de Wollongong (Australia), donde el Estado más pequeño del mundo dejará su impronta. Por primera vez, una bicicleta ungida por el Sumo Pontífice y un maillot blanco y amarillo se integrarán en el pelotón de los mejores, ahí donde sobresalen las figuras de Pogacar,Evenepoel, Van Aert, Alaphilippe o Van der Poel.
El Vaticano sólo cuenta con 800 habitantes, pero deportivamente puede ser representado por ciudadanos de su país, tanto laicos como clérigos, y sus familiares. Rien Schuurhuis, nacido en Groningen, está casado con Chiara Porro, embajadora de Australia en la Santa Sede. Un guiño para los organizadores del Mundial de este año.
La Federación de Ciclismo (englobada en la Athletica Vaticana, organismo reconocido por el Comité Olímpico Italiano) fue admitida por la Unión Ciclista Internacional (UCI) en otoño de 2021 y cuenta con un equipo de 10 corredores. El ciclismo siempre ha atraído a la Santa Sede, en la década de los 90 impulsó el equipo Amore & Vita.
Al Papa Francisco le gusta el ciclismo, no sólo como deporte sino también por los valores que transmite. Las referencias a este deporte son habituales en sus homilías: «El ciclismo pone de relieve virtudes como la resistencia, la fatiga, el altruismo y el sentido de equipo… El equilibrio de la Iglesia se asemeja al equilibrio de una bicicleta: está inmóvil y va bien cuando está en movimiento; si la dejas inmóvil, se cae».
Schuurhuis está feliz con su rol de emisario del Altísimo: «Desde que llegué a Roma, me sentí inmediatamente atraído por el espíritu de comunidad de Athletica Vaticana. El lenguaje del deporte es verdaderamente universal. Representar al Vaticano en Australia es un honor increíble para mí». Este veterano neerlandés se educó en un ambiente en el que la bicicleta ocupaba un espacio central. En Groningen iba en bici a la escuela, a la iglesia y a las tiendas para comprar alimentos para su familia. «Mi primer dinero lo gasté en una bicicleta. No sé exactamente cuándo nació el amor por el ciclismo como deporte, pero creo que siempre ha estado ahí en mi corazón», ha dicho en una entrevista con la agencia Italpress.
En un encuentro con ‘L’Osservatore’ dijo que siempre se admiró a Indurain: «Yo solía animar al español Miguel Indurain. Realmente admiré su modestia y humildad dentro y fuera del ciclismo. Fue una inspiración para muchos jóvenes ciclistas. Lo opuesto a la personalidad vivaz de mi héroe de la infancia, Mario Cipollini”, explicó antes de iniciar su viaje a Australia.
«Hemos realizado un gran esfuerzo para llegar a este punto y espero llevar este espíritu de equipo a la competición. El deporte tiene el poder de empujar a cada uno de nosotros a dar lo mejor de sí mismo, uniendo generosidad, sacrificio y humildad», aseguró un corredor siempre alejado de la élite.
Schuurhuis se estrenó como profesional en 2016, en el equipo australiano Oliver’s Real Food. También ha militado en el Black Inc Cycling Team de Laos. La mayor parte de su trayectoria se ha desarrollado en Asia y Oceanía. Su mejores resultados han sido un quinto puesto en la clasificación general del Tour de la Gran Costa Sur de 2017, un segundo puesto en el Tour de Tahití de 2018, dos victorias de etapas en esa misma carrera en 2019 y un tercer puesto en el Tour de Nueva Caledonia 2019. El año pasado participó en el Campeonato de Países Bajos de contrarreloj, terminó en el puesto 40º, a más de más minutos del ganador, Tom Dumoulin. Para el ciclista del Papa acabar la carrera del domingo (266,9 kilómetros, con un perfil quebrado y muy exigente) sería una proeza. Schuurhuis dispondrá del apoyo técnico de Valerio Agnoli, ex ciclista de los equipos de Liquigas, Astana y Bahrain y gregario de Ivan Basso y Vincenzo Nibali.
El deporte es un factor dinamizador de la casa de San Pedro, mantiene un equipo de fútbol, compuesto por voluntarios de la Guardia Suiza, miembros del Consejo Papal y guardias de los museos. También dispone de un club de críquet y de atletismo. El pasado 1 de julio acudió por primera vez a una competición oficial internacional: los Juegos Mediterráneos, celebrados en Orán (Argelia). Sara Carnicelli (27 años, hija de un administrativo del Vaticano, participó en la prueba de media maratón.