El Villarreal golea a un Cartagena que se adelantó en el marcador (1-5)
Hugo Duro, en el tercer gol del Valencia a La Nucía.EFE
Ni siquiera tuvo emoción el duelo copero entre La Nucía y el Valencia. El equipo de Gattuso, pese a las rotaciones y las reservas del italiano, no dio opción al voluntarioso rival de Primera RFEF que contaba con engancharse a los octavos de la Copa amparado en su racha de ocho partidos sin perder en casa. La empezó a romper en mil pedazos la conducción, la bicicleta y la definición de Justin Kluivert en el minuto tres. Apenas una ocasión creó el equipo de César Ferrando antes de que un cambio de juego de Guillamón encontrara a Jesús Vázquez en el extremo izquierdo. Tras cerrarse sus opciones de salir cedido al Getafe, tocó de primeras para servirle el segundo gol a Ilaix Moriba.
Pese a la irregularidad del Valencia, que La Nucía diera el susto se antojaba muy difícil, imposible en la segunda parte cuando llegó el tercero, de Hugo Duro. Gattuso respiraba, guardaba armas, tiraba de canteranos y hasta hacía debutar al veterano meta Iago Herrerín.
Goleada del Villarreal
Algo más le costó arrancar al Villarreal en el Cartagonova. Se adelantó el Cartagena con el testarazo a saque de esquina de Pablo Vázquez y destacó la furia grogueta hasta poner un 1-5 en el marcador.
Baena igualó a los tres minutos e inclinó el partido del lado amarillo. Danjuma, Morales, Chukwuez y Capoue completaron el marcador que dio el pase sin apenas desgaste al equipo de Setién, que empieza a asimilar la idea del técnico y traducirla en resultados.
Martínez Munuera muestra la roja a Marquesín.EFE
El Espanyol echa al Celta
La emoción estuvo en el único duelo entre dos Primeras. A la prórroga llegaron Espanyol y Celta. Paciencia avanzó a los gallegos, pero Puado igualó y, en al inicio del tiempo extra, Darder robó el balón en la medular, encaró hasta el área contraria y, apoyándose en Aleix Vidal, marcó para dejar fuera a un Celta, que ya no se pudo rehacer.
La expulsión de Marchesín les obligó a acabar con Hugo Mallo bajo palos, sin poder evitar el tercer gol de Nico Melamed.
No era una frase hecha la de Sylvinho alertando de que su Albania pelearía por cada punto en esta Eurocopa. Es su descaro lo que está poniendo picante a esta competición que acostumbra a guardar alguna sorpresa. Desnudó a Italia a los 23 segundos y noqueó a Croacia en el añadido final después de una remontada liderada por Budimir que parecía inapelable. La cenicienta de un grupo con dos campeonas del mundo y una semifinalista ha salido respondona y obliga a echar cuentas a los croatas. En la última jornada, frente a Italia, si no ganan y España se descuida en sus deberes, pueden verse con los dos pies fuera de la Eurocopa.
Habían escuchado el avisoq ue lanzaron los albaneses en su estreno con Italia, pero no lo interiorizaron y a los once minutos ya deambula por el campo con el marcador en contra y sin encontrar su fútbol. No le coge la medida el equipo de Dalic a esta competición en la que está sufriendo mucho más de lo que esperado.
Ramadani, cómodo ante Modric, Brozovic y Kovacic sesteando bajo el sol de Hamburgo, vio escaparse a Asani en la banda y le buscó para que fabricara la jugada del primer gol. El ya jugador de Las Palmas, como si en las botas tematizadas con la imagen de Mario Bros tuviera un guante, le regaló un centro al punto de penalti a Laçi para que, de cabeza, batiera a Livakovic. Otra vez estaban por delante antes del cuarto de hora. Otra oportunidad para, esta vez sí, atar la victoria.
Con Croacia sin desperezarse a la le bastó con ordenarse y buscar la espalda de la defensa croata con contras que no podían frenar. De una pérdida de Modric pudo nacer el segundo gol en un remate a bocajarro de Asllani que atrapó Livakovic. Había optado Zlatko Dali por colocar a Perisic de carrilero zurdo y Albania se encontró con un filón que a punto estuvo de aprovechar Rey Manaj con otro testarazo a las manos del meta del Fenerbahçe.
El despertador de Budimir
Necesitaba reaccionar con urgencia Croacia y fue el osasunista Budimir quien hizo sonar el despertador. Recuperó en el centro del campo y asistió a Kramaric para igualar el marcador. Era el minuto 73 y tardaron sólo tres más en ponerse por de delante. Otra vez el goleador rojillo peleó un balón hasta la línea de fondo para dejárselo en el punto de penalti a Sucic, con la fortuna de que Gjasula lo tocó y acabó en el fondo de la portería.
Lo más difícil, salir del sopor, lo habían hecho. Ahora debían tirar de oficio para agarrarse al resultado y no echar una moneda al aire ante Italia en la última jornada. Pero Sylvinho pensó lo mismo. Había apuntalado a su equipo para aguantar el punto de brío que habían exhibido los croatas y se quedaba sin armas. Hasta que apareció Hoxha para estirar al equipo y volver a llevarlo al área croata. Nadie se rinde en Albania. Es una sensación que no conocen aún.
Por eso Hoxha, que juega en el Dinamo de Zagreb y sabe leer bien la mente de los croatas, se lanzó a intentar hacerles más daño. No importaba que el tiempo ya corriera en su contra porque no estaban dando muestras de ninguna seguridad. Aceleró, esperó a que apareciera por la orilla el carrilero Mihaj y asistiera a Gjasula para, esta vez sí, marcar en la portería de Livakovic. Con el empate a dos, Albania suma oxígeno, vida para intentar colarse al menos como tercera en los octavos de final con un fútbol sin miedo.
Es esa la sensación instalada ahora en el vestuario de Croacia, que no para de echar cuentas a ver qué resultado del España-Italia le daña menos para llegar con alguna opción a la última jornada. No tiene gasolina ni ideas el equipo de Modric, el reflejo de que esta generación de croatas que lleva entre las mejores del continente desde 2018, está encarando su final.
No tiene edad para trabajar sin el consentimiento de sus padres, ni para conducir ni para votar. Lamine Yamal acaba de aprobar cuarto de la ESO y se ha convertido en estrella del fútbol con 16 años y 362 días antes de poder hacer todo lo demás, una precocidad superior a la de las grandes leyendas de la historia del fútbol mundial. Ni Maradona, ni Cruyff ni Di Stéfano, ni siquiera Pelé brillaron en un gran torneo tan pronto como el español.
Al brasileño es al que más se acerca. Con 15 años lo sacó el Santos de una fábrica de zapatos donde cobraba dos dólares la hora mientras jugaba en el Baquinho, un club de barrio de Bauru, en el interior de Sao Paulo. Lo hizo debutar un mes antes de cumplir los 16 en un amistoso ante el Corinthians, pero su primer partido oficial lo jugó el 26 de abril de 1957 con 16 años, 6 meses y tres días. Unos meses después, el 7 de julio, jugó su primer partido con Brasil: la Copa Roca y ante Argentina en Maracaná. Perdieron 2-1, pero suyo fue el gol. Su explosión llegó un año después en Suecia. El 15 de junio, ante la URSS, con 17 años, siete meses y 20 días marcó su primer gol para conducir a Brasil a la Copa de Mundo y empezar a fraguar su camino de leyenda.
A Cruyff, del que seguro Lamine Yamal ha escuchado mil y una historias en La Masía, también le costó algo más acaparar las miradas. A los 12 años, y tras el repentino fallecimiento de su padre, entró en el Ajax, donde debutó en la élite con 17 años, seis meses y 21 días. Sin embargo, para vestir la 'orange' tuvo que esperar hasta los 19 años, en septiembre de 1966 con un 2-2 ante Hungría con un gol suyo. Ese año también ganó la Liga. Su liderazgo con Holanda se fraguó en los 70, tras recibir el Balón de Oro con 24 años.
El fútbol de Cruyff le queda lejos hasta al padre de Lamine, que apenas tiene 36 años, pero seguro que recuerda a Diego Armando Maradona y su talento puro. El argentino también fue precoz. Con 15 años, once meses y 20 días debutó con la camiseta de Argentinos Juniors, cuando ya habría brillado en su equipo infantil, que apodaban Cebollitas. Menotti le llamó para debutar con Argentina con 16 años y 119 días, pero no contó con él para el Mundial del 78, uno de los momentos más amargos de la carrera de Maradona, que se convertiría en icono del fútbol mundial a mediados de los 80, pasados los 20 años.
Con 16 años, Alfredo di Stefáno estaba ayudando a su padre con en el campo y con la ganadería. Había abandonado los estudios para contribuir a la economía familiar pero no la pelota. Aprovechaba cualquier momento para jugar allá donde fuera y su talento llegó a oídos de River Plate. A los 17 años le fichó River Plate, que no le hizo debutar hasta dos años después, luego lo cedió a Huracán para recuperarlo en 1947 y proclamarse campeón de Liga, máximo goleador con 27 goles y campeón con Argentina del Sudamericano, en el que marcó cinco goles en seis encuentros. Esa misma temporada, el 4 de diciembre de 1947, jugó por primera vez con Argentina. Tenía 21 años y 147 días. Fue en Ecuador con una goleada 7-0 a Bolivia en la que marcó.
Lamine Yamal.MIGUEL MEDINAAFP
De Zinedine Zidane hay poco que explicarle a Yamal, aunque recuerde más su faceta de entrenador del Real Madrid que de jugador. También llegó rápido al profesionalismo, pero le costó más entrar en la selección francesa. El 18 de mayo de 1989, con 16 años y 329 días, firmó su contrato con el Cannes para debutar en la Ligue 1, pero no fue hasta cinco años después, en agosto de 1994, tras el Mundial de Estados Unidos al que no fueron los bleus y tras cumplir los 22, cuando la absoluta le llamó para un amistoso contra la República Checa en Burdeos, ciudad y club para el que jugaba. El marcó los dos goles que hicieron empatar a Francia.
El 'padrino' Leo Messi
A Lamine nadie le tiene que explicar qué hacía Leo Messi a los 16 años, porque en La Masía convive con quienes le conocieron. De hecho, el argentino le 'apadrinó' sin saberlo en un calendario solidario en el que el joven jugador de 20 años del Barça sostiene a un bebé de Mataró que se había inscrito para participar en esa acción solidaria en la que se volcó el club. Con la edad de Yamal, el argentino ya asombraba, pero fue Rijkaard quien lo llevó al primer equipo el 16 de noviembre de 2003, con 16 años y 145 días, en un amistoso ante el Oporto de Mourinho. Su debut en Liga fue el derbi ante el Espanyol en Montjuic un año después. No tardó en vestirse la albiceleste. Fue en Budapest en el verano de 2005, con 18 años y 55 días. A Lamine aún le faltaban dos años para nacer.
A Cristiano y a Mbappé también se les puso el foco muy rápido. Con 16 años, el portugués daba su primera entrevista después cuatro años en la cantera del Sporting de Portugal. Su familia había cambiado Funchal, en Madeira, por la capital buscando la progresión, que llegó con el debut en Primera con el 29 de septiembre de 2002, con 17 años y 233. La Eurocopa de Portugal en 2004 le abrió las puertas de la selección un año antes e hizo su debut recién cumplida la mayoría de edad.
Kylian Mbappé no es de la misma generación, pero Yamal se va a cruzar con él muchas veces. En la primera, ya le derrotó. El francés tiene el récord de precocidad en la Ligue 1 al debutar con el Mónaco en 2015 con 16 años y 347 días, de manera que superaba a Thierry Henry. Su primer gol lo marcó con 17 años y 62 días, pero la internacionalidad absoluta no le llegó hasta 2017 con 19 años, lo que convierte en más extraordinaria la precocidad del joven español.