El ‘tío Juancho’ o cómo Hernangómez encontró su casa en el Panathinaikos: el favorito del OAKA, “paciencia” con Ataman y el “alma del vestuario”

El 'tío Juancho' o cómo Hernangómez encontró su casa en el Panathinaikos: el favorito del OAKA, "paciencia" con Ataman y el "alma del vestuario"

El ‘tío Juancho’ (así le conocen ya en el vestuario) juguetea durante cada calentamiento con el hijo de Matthias Lessort -el compañero al que quiere como “un hermano”- y con los de Jerian Grant. Va a la playa con ellos, los carga en brazos en las celebraciones del Panathinaikos. También comparte confidencias con el polémico y disparatado presidente del club, Dimitrios Giannakopoulos, quien el día de su renovación hasta 2027 le escribió un mensaje público, toda una declaración de amor: «Un verdadero caballero. Un gran atleta. Un líder tranquilo. Una persona divertida. Un corazón amoroso. Y un cerebro de los que no se encuentran a menudo». «He encontrado mi casa. Estoy feliz», asegura el menor de los Hernangómez, quien halló en la improbable Atenas el refugio donde asentar su existencia e impulsar su carrera.

Para saber más

A partir de este viernes -primera semifinal ante el Fenerbahçe- en el Etihad Arena de Abu Dabi, Juancho busca seguir ampliando un palmarés ya asombroso, conseguir su segunda Euroliga de carrerilla (algo que no logra un jugador español desde hace 57 años, aquel Real Madrid de 1968 de Emiliano, Luyk…). Lo hace como pilar fundamental del Panathinaikos, aunque quien lo hubiera dicho. «Es el jugador que más ha mejorado esta temporada. Es el Juancho que los aficionados soñaban cuando firmó en el verano de 2023. Pero, sobre todo, es uno de los favoritos de la afición. El favorito de todos. Aquel que siempre está ahí para los demás. El que tiende la mano para ayudar, el que nunca falta cuando alguien necesita apoyo. El alma del grupo», cuenta a EL MUNDO un periodista griego cercano al día a día del campeón de Europa.

Aunque hace exactamente un año… También en la semi de la Final Four ante el Fenerbahçe, Hernangómez apareció en el segundo cuarto en el Uber Arena de Berlín -ese lugar tan mágico para él en el que una noche de verano asestó siete triples para ganar todo un Eurobasket con la selección-, clavó otra canasta de tres, pero a continuación cometió dos fallos, recibió una bronca de Ergin Ataman y ya no volvió a pisar la pista. Parecía prolongar su mediocre temporada de vuelta de la NBA, que había discurrido entre críticas por su alto salario, rendimiento irregular y hasta mala fortuna: una operación en el dedo al poco de comenzar y después, una sinusitis, le mandó al hospital en plena eliminatoria de cuartos contra el Maccabi. Y, sin embargo, sólo dos días después todo iba a cambiar para el español.

Nadie en Atenas había dudado de su esfuerzo y su compromiso, ni el propio Ataman. Pero en la final contra el Real Madrid, tocado por esa varita mágica que se posa sobre los elegidos, Juancho volvió a reescribir su historia. Esta vez salió y apenas volvió a pisar el banquillo, merced a su excelente labor de contención sobre Yabusele. Los verdes, 13 años después, eran campeones de Europa. El madrileño, en el lugar más insospechado, iba a encontrar los días más felices de su carrera.

Juancho Hernangómez, durante un partido contra el Real Madrid.Panagiotis MoschandreouMUNDO

En una reciente entrevista en el podcast GBL, el ex colegial hablaba del proceso. ¿Cómo consiguió enderezar su relación con Ataman? «Con mucha paciencia». Hoy Juancho, con permiso del fenómeno Kendrick Nunn, es el rey del OAKA. Le corean los enfervorecidos aficionados griegos -«es la primera vez que me ha pasado en toda mi carrera, que un pabellón entero coreé mi nombre»-, le rodean los niños de sus compañeros y su inefable entrenador se entrega a él, el jugador sobre el que posa el equilibrio: ha promediado más de 27 minutos por partido (sólo por detrás de Nunn, MVP de la Euroliga). Y Juancho, tan madrileño que nunca fue de ningún sitio -en siete años en la NBA vistió seis camisetas-, es más feliz que nunca en Atenas.

Nunca el español encontró tal estabilidad. Seguro de sí mismo, ya no bascula sus sensaciones a través del acierto. Ahora es la defensa lo que impulsa su pujanza. Ha disputado los 39 partidos de la Euroliga del Panathinaikos, doblando sus números en anotación, rebotes y valoración. Elegido en el segundo mejor quinteto de la temporada. Y desatando su talento en momentos clave. Como en la final de Copa contra el Olympiacos -el derbi de Atenas, la final con la que todo el mundo sueña para el domingo en el Etihad-, donde aportó 11 puntos y 17 rebotes en la victoria del PAO. O hace unas semanas en la serie ante el Efes, donde dejó una actuación para la historia, el tope de valoración (40) de cualquier jugador español en Euroliga: 20 puntos, 16 rebotes… «Me siento genial. Es una guerra, un partido y la final. Estoy listo», desafiaba el tío Juancho a su llegada a Abu Dabi.

kpd