A Xi Jinping y Vladímir Putin les conviene que ganen los suyos. Ambos conocen el valor propagandístico del deporte
Ian Nepomniachtchi en un momento de la octava partida contra Ding Liren.RADMIR FAHRUTDINOVEFE
Vladímir Putin y Xi Jinping, esa parejita, firmaron en marzo un acuerdo de cooperación económica y reiteraron los planes conjuntos para construir una Estación de Investigación Lunar. Aquí, en la Tierra, en Astaná, capital de Kazajistán, se está dirim
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El título de gran maestro (GM) de ajedrez es un título vitalicio. Aunque ya era utilizado de forma oficiosa, la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) no lo regularizó hasta 1950, cuando se lo concedió a 27 elegidos que tenían dos cosas en común: un dominio demostrado de los secretos del juego y el hecho de estar vivos. Lo que no ha conseguido nadie desde entonces, ni siquiera excampeones como Capablanca y Alekhine, es ser reconocidos como grandes maestros una vez muertos. Esa frontera infranqueable la acaba de traspasar Sultan Khan, una de las figuras más geniales y olvidadas del siglo XX, un muchacho que trabajaba como sirviente y que, contra todo pronóstico, acabó ganando tres campeonatos británicos de este deporte.
La Federación Internacional ha decidido reconocer por fin su figura con el título honorario de gran maestro, lo que no ha generado poca polémica en el mundo del tablero. Pero antes sepamos por qué Sultan Khan merecía semejante reconocimiento, que eso no lo duda nadie, pues su figura, revisada, resulta incuestionable.
Para saber más
Ghandi derrotó a un imperio sin permitirse ni un acto violento. Khan, que de sultán solo tenía el nombre, tampoco necesitó más armas que su ingenio y algún jaque traicionero. Casi un esclavo, su señor era Malik Sir Umar Hayat Khan Tiwana, noble y coronel del imperio que descubrió impresionado el talento para el juego de su criado. Este había nacido en 1905 en lo que hoy es Pakistán y conocía la variante local del ajedrez, sin enroques, conversiones en dama ni saltos dobles de peón, entre otras diferencias. La había aprendido, como sus nueve hermanos, gracias a su padre, líder religioso del Punyab. Hasta los veintitantos años, Sultan dedicó sus mayores esfuerzos a memorizar el Corán, lo que contradice claramente su fama de analfabeto. Es verdad que en su lengua no había libros de ajedrez, por lo que desconocía todo lo relacionado con la teoría del juego, y que como no hablaba ni leía en inglés las crónicas más colonialistas suelen considerarlo lerdo.
En este punto cabe recordar una anécdota, posiblemente falsa, que vivió en Hamburgo. Cuenta la leyenda que el jugador austriaco Hans Kmoch tenía que jugar contra él y que, como no entendía ni una palabra de su rival, le preguntó en qué lengua hablaba. «Ajedrez», respondió el paquistaní antes de derrotarlo, siempre supuestamente.
TRES CAMPEONATOS
Sin tener en cuenta su inexistente título académico, Sir Umar Hayat se lo llevó a Inglaterra y le proporcionó un par de maestros. Después de unos meses de instrucción, el joven ganó su primer campeonato británico. Fueron tres títulos en cuatro años (1929, 1931 y 1932) y otras tres participaciones como miembro del equipo olímpico de las islas, al menos una de ellas como primer tablero.
Entre las víctimas que se llevó por delante en ese periodo destaca el cubano José Raúl Capablanca, excampeón mundial y puede que el mayor talento natural que han visto los tableros. También un caballero, porque cuando se vio derrotado se puso en pie y aplaudió a su inesperado verdugo. Si el lector está interesado, no es difícil encontrar la partida.
Sultan Khan regresó después a su pueblo, donde el ajedrez y él se olvidaron mutuamente, como dos amantes regañados. Uno de los motivos fue la salud, siempre frágil desde que contrajo la malaria. Los viajes propios de la vida de ajedrecista tampoco le agradaron nunca, en una época en la que los largos desplazamientos eran esfuerzos penosos. Hasta que apareció Viswanathan Anand, medio siglo después, Khan fue el mejor jugador que ha conocido Asia, el continente donde a buen seguro se coció el ajedrez a fuego lento durante siglos.
El máximo responsable de la FIDE, Arkady Dvorkovich, ha encabezado la delegación que se reunió en Pakistán con su presidente, el doctor Arig Alvi, y con el primer ministro, Anwaar-ul-Haq Kakar. Más allá del politiqueo y de las conversaciones sobre el lanzamiento de la Iniciativa Nacional de Deportes Mentales, la Federación Internacional honró a sus anfitriones con la noticia de que Sultan Kahn recibiría el título de gran maestro honorario. Los beneficiados también serán unos seis millones de niños de 10.000 escuelas públicas de Pakistán. Dvorkovich ha prometido ayuda en la formación de los profesores necesarios. A la concesión no le han faltado críticos.
El gran maestro Jacob Aagaard, autor y entrenador de prestigio, no duda de los méritos del jugador, pero sí de las intenciones de la FIDE. «A algunos nos ha costado décadas conseguir el título degran maestro, que es la cima de nuestra carrera. Es insultante que se utilice para hacer favores políticos, aunque personalmente estoy orgulloso de ser colega del Sr. Khan».
Aagaard recuerda que Capablanca, Alekhine y Lasker no recibieron nunca el título y que en realidad hay un precedente peor: Kirsan Ilyumzhinov, antecesor de Dvorkovich, se lo regaló a Gadaffi después de jugar con él cinco minutos, aunque aquel gesto para la galería y la propaganda no tuvo mayor repercusión.
Susan Polgar, pentacampeona del mundo, reclama ahora que la siguiente en recibir el título de gran maestro sea Vera Menchik, primera campeona del mundo, que murió en los bombardeos de Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Hay otras peticiones en curso, pero tendría su punto que Menchik y Alekhine lo consiguieran a la vez. Hay una vieja foto de 1932 en la que aparecen los dos juntos, al lado de Sultan Khan y de otros ajedrecistas de la época. En manos de la FIDE está cerrar el círculo y empezar a honrar a los muertos. De momento, ha hecho algo más práctico, que es reconocer a los vivos. Acaba de otorgar el título de GM honorario al estonio Ivo Nei, nacido en 1931 y todavía en activo, y al austriaco Andreas Dueckstein, nacido en 1927.
No los aparenta, por su madurez, por su juego y por su barba cerrada, pero Gukesh Dommaraju tiene 17 años y podría convertirse en el campeón del mundo más joven de la historia del ajedrez. "Es una máquina asesina", definió el gran maestro español Miguel Santos en la retransmisión de las partidas en Chess24. Ayer, Gukesh consiguió dos hitos: colocarse como líder en el torneo de Candidatos y relegar a Ian Nepomniachtchi al segundo puesto. El segundo logro podría parecer menor, pero el ruso llevaba 41 partidas seguidas, en los tres Candidatos que ha jugado, sin bajar nunca de la primera posición. No había precedentes de algo así.
Este sábado, Gukesh tomó una decisión de crack absoluto, tan brillante como la mejor de sus jugadas. En un momento dado, su rival, Alireza Firouzja, estaba apuradísimo de tiempo. La tentación más evidente era complicar aún más el juego para provocar un error de su rival. Pero el indio, aunque tenía más minutos en la reserva, no quiso ganar por un fallo enemigo, sino por sus propios aciertos, así que repitió un par de veces jugadas para alcanzar la jugada 40.
Cuando eso ocurre, los jugadores reciben media hora más y pueden planificar mejor sus siguientes acciones. Le dio por tanto un respiro a su rival, pero sobre todo se concedió a sí mismo el lujo de clavarse más de diez minutos para descubrir el mejor plan de victoria. Por supuesto, lo encontró, aunque el camino seguía siendo incierto y esa media hora de regalo desapareció pronto en medio de nuevas complicaciones.
Última prueba brutal
En la jornada 14, la última del torneo que se disputa en Toronto, el indio partirá como nuevo líder, aunque todavía deberá superar una prueba dificilísima. Tiene que contener, como mínimo, al estadounidense Hikaru Nakamura, número 3 del mundo y mucho más experimentado que él. Naka es otro asesino en serie, un tipo con el que no conviene jugarse ni una caña a las tres en raya.
El gran maestro nacido en Japón dijo que venía a Canadá a divertirse, de vacaciones, una actitud que se ha revelado ganadora. Después de cada ronda, comenta sus partidas en internet para sus cientos de miles de seguidores y en los días de descanso no ha dudado en jugar torneos de ajedrez rápido en Chess.com. Hikaru gana más dinero como 'streamer' que como ajedrecista, pero el impulso que le daría el asalto al Campeonato del Mundo sería morrocotudo, en seguidores y en su economía.
Para llegar a eso, al americano solo le vale la victoria, sin embargo, al igual que a los otros dos perseguidores de Gukesh, el también estadounidense Fabiano Caruana y el ruso Nepomniachtchi. Las tablas no le sirven a ninguno, lo que permite adivinar una jornada épica. Los tres perseguidores del indio eran justo los tres favoritos antes del comienzo del torneo. Que se les haya adelantado un niño de 17 años es algo que solo entraba en los planes del propio ajedrecista indio, que trabaja como un animal para superar en precocidad a todos sus geniales predecesores.
Este sábado, Nepo y Naka decepcionaron un poco con unas tablas algo temerosas. La partida estuvo bien, pero en el momento crítico ninguno quiso jugársela. Prefirieron asegurar el medio punto y esperar al día decisivo, sin contar seguramente con la victoria de Gukesh, que dio una nueva lección de perseverancia y estrategia contra Firouzja. Pese a algún fogonazo, el francés ha vuelto a decepcionar en este torneo, después de su fiasco en Madrid hace dos años. Un dato revelador es que en las 13 partidas disputadas ha bajado diez puestos en la clasificación de la FIDE, del sexto al 16. El destino ha querido que intercambiara posiciones con Gukesh, que ha pasado del 16 al 6.
Qué ocurre si hay empate
Todo puede pasar todavía, incluidas varias posibilidades de igualdad a a puntos entre dos o más jugadores en la primera posición del Candidatos. En ese caso, se jugarían partidas rápidas de desempate al día siguiente, el lunes. Para muchos, sería el final deseado porque se prolongaría así la emoción de un torneo inolvidable. Para otros, sería una solución injusta, porque no es serio recurrir al ajedrez rápido para resolver la igualdad en el clásico. En ese escenario, Nakamura sería favorito si logra ser uno de los jugadores que terminan en primera posición.
El otro ajedrecista que ayer hizo los deberes en Toronto fue Fabiano Caruana, que superó en la partida más larga del día al indio Praggnanandhaa, solo un año mayor que Gukesh. El chico de 18 años resistió como un campeón, pero Fabi es una calculadora humana y acabó encontrando la solución a todos los acertijos que le plantaba Pragg. Su 'sprint' ha sido tremendo, como el de Nakamura, medido a la perfección para dar caza a Nepo, sin saber ambos que la verdadera liebre era Gukesh.
Tan Zhongyi, medio título en el bolsillo
Tan Zhongyi.Maria EmelianovaFIDE
En el Candidatos femenino, la emoción fue mucho menor porque las rusas se cayeron de sus caballos antes de tiempo. Dos chinas se jugaban el primer puesto, pero ayer la líder, Tan Zhonyi, hizo tablas contra Goryachkina mientras que Lei Tingjie fue superada por otra ajedrecista asombrosa.
La india Vaishali Rameshbabu, hermana mayor de Pragg, logró su cuarta victoria consecutiva. Ya está empatada en el tercer puesto y si no ha terminado más arriba es porque antes de esta racha imparable tuvo otra nefasta, en la que sufrió cuatro derrotas seguidas. Este sábado Vaishali venció a Lei, que ya no depende de sí misma para alcanzar a Tan.
Salvo milagro, esta última será la retadora de la campeona mundial, la también china Ju Wenjun. En el ajedrez femenino hay menos variedad de denominaciones de origen, lo que empobrece un poco el espectáculo. Una de las esperanzas para cambiar esto a corto plazo es el ascenso de la española Sara Khadem, que ya es la decimotercera del mundo y que debería intentar colarse en el próximo Candidatos.