Europa League
El portugués de la Roma pierde su primera final europea como técnico. Su futuro en el equipo italiano es una incógnita
José Mourinho fue a felicitar a José Luis Mendilibar antes de que Montiel anotara el penalti que dio la Europa League al Sevilla en Budapest. El técnico del Sevilla no sabía dónde mirar, aunque quizá nada de lo que ocurriera en el Puskas Arena pudiera sorprenderle. El técnico portugués rompió su rutina perdiendo su primera final europea, pero sí cumplió con todo lo que se esperaba de su personaje.
Más allá de las protestas, continuas durante toda la noche, incluso hilarantes, Mourinho dejó el esperpento para el final. Dio la vuelta al campo aplaudiendo, se acercó al fondo donde los hinchas sevillistas celebraban el título, se abrazó a Mendilibar, y, sin que el trofeo estuviera aún en el atril, sin que nadie le hubiera llamado a escena, sin que sus jugadores supieran qué iba a hacer, pasó a recoger la medalla. Eso sí, antes de meterse en el vestuario se la tiró a un chico que había detrás del banquillo.
“Siempre lo hago. Me quedo con las de oro, no quiero las de plata”, se excusó, a su manera, el entrenador de la Roma.
La impecable historia de José Mourinho en las grandes competiciones europeas acabó por fin. El portugués, que parecía más sosegado desde que peina canas, quería seguir demostrando que su tiempo en los banquillos aún no había pasado. Como tampoco el de la Roma, que desde 2008 no se acercaba a un título y la temporada pasada conquistó la Europa League.
Y eso que el luso ha encajado en la grada giallorrossa mejor de lo esperado. Si el club llevaba 14 años sin alzar un trofeo, él hacía cuatro que no sumaba ninguno a su palmarés. El Tottenham lo despidió semanas antes de jugar la final de la Copa de la Liga de 2021 y parecía que a Mou ya no le quedaban banquillos en la élite ni equipos capaces de pagar su caché. Pero como dos Champions, dos Europa League, tres Premier League, dos Scudettos y una Liga son argumentos de mucho peso, apenas pasó unos días en el paro porque el nuevo propietario americano de la Roma le lanzó el reto de reconstruirla.
Dan Friedkin, dueño de los concesionarios Toyota en EEUU y propietario de una productora de cine que ha reclutado a Clint Eastwood o Ridley Scott, buscaba su golpe de efecto. Su proyecto era tan ambicioso que fichaba a The Special One. El resultado no pudo ser más inmediato: al final de la primera temporada se proclamaba campeón de la Conference League, la tercera y recién estrenada competición de la UEFA. Ya no pudo levantar este miércoles en Budapest la Europa League, un título más reconocible que aumentara el orgullo de los tifosi y les abriera una puerta que tiene cerrada demasiado tiempo: la Champions League.
El futuro de Mourinho, pues, es una incógnita. Tiene una temporada más de contrato y al equipo en puestos de Europa League en la Serie A. Sin embargo, el runrún de una salida le acompaña. De hecho, habló de esto con sus capitanes, Pellegrini y Mancini, antes del duelo ante el Sevilla. «Pero es algo que debe quedar entre nosotros», advirtió el entrenador al que se le vincula con el PSG. Opta el portugués por el secretismo, incluso comparando su situación con la de Mendilibar, quizá esperando que un nuevo título ayudara a que el propietario americano inyectara más recursos en el proyecto y se lo confiara. Ahora, todo son dudas.