Copa del Rey de Baloncesto
Lenovo Tenerife 80 Unicaja 83
El equipo de Ibon Navarro impone su ritmo y su acierto en la segunda mitad para derrotar al Tenerife y conquistar la segunda Copa de su historia. Tyson Carter, MVP
La segunda Copa de su historia le llegó a Unicaja cuando menos lo esperaba, cuando el camino más empinado se le presentaba. En el Olímpic de Badalona completó una gesta para el recuerdo. Tras haber desplumado a Barcelona y Real Madrid consecutivamente, lo que nadie antes, acabó en la final con el Lenovo Tenerife, ahí donde el rock and roll del grupo salvaje de Ibon Navarro no tuvo respuesta en el momento de la verdad. [80-83: Narración y estadísticas]
13 años después, la Copa de la sorpresas concentró en los malagueños la épica de lo inesperado. Un histórico del baloncesto español que ha vivido su particular travesía por el desierto, de temporadas de grisura lejos de esa élite con la que se codeó en la época Scariolo. Con el italiano en el banquillo, la Copa de 2005, la ACB de 2006, la Final Four de 2007… El último título fue un alivio, una especie de espejismo, la Eurocup de 2017 con Joan Plaza. En las vitrinas cajistas hay desde este fin de semana inolvidable de Badalona otro trofeo gracias a tipos que creyeron en sí mismos desde el primer momento. Y sobre todo por un entrenador que, guiños del destino, hace un año era despedido del banquillo del Andorra.
Porque es un éxito coral. De héroes para cada momento, de una plantilla con nueve caras nuevas. Darío Brizuela el primer día, Kravish ante el Real Madrid en semifinales, siempre Alberto Díaz, Will Thomas o Kendrick Perry; Kalinovski, el MVP Tyson Carter y Dylan Osetkowski en la final ante un Tenerife que remó hasta donde le llegaron las fuerzas de sus veteranos, sin aliento ya el impresionante Huertas ni su compinche Shermadini en la recta de meta.
Huertas
Fue una final de menos a más. En el amanecer se trataba de contener las emociones, de encarrilar la euforia de las horas previas, de ser conscientes ambos de lo cerca que estaban de la historia. Pero también de imponer su plan, tan en las Antípodas el baloncesto del que presumen Tenerife y Unicaja. Y, en ese tanteo eterno que fue la primera parte, eran los de Txus Vidorreta los que iban adueñándose de las sensaciones, incluso más que del marcador. En la primera final de siempre, después de haber disputado cinco de las últimas seis semifinales, se iban a quedar con la miel en los labios.
La hoja de ruta aurinegra, la que llevan calcando con éxito durante las últimas temporadas -desde 2017, dos Champions FIBA y tres Intercontinentales, la última la semana pasada-, un bloque que apenas varía, es la de la solidez y la defensa, enjaular al rival e ir minando su resistencia con la gota malaya que suponen Huertas y Shermadini, una conexión que se retroalimenta, que se entiende con miradas. Es el equipo que menos puntos encaja de toda la ACB y en el primer cuarto el volcánico Unicaja sólo pudo hacerle 17 puntos, con un triple final de Kalinovski.
Fue en el segundo cuarto cuando el Tenerife dio el primer aviso, un parcial de 12-4 en el que Shermadini dominaba la pintura. Pero había una fisura por la que pudo el Unicaja seguir en la brecha. Iba a ser clave. Además de sus triples, el rebote ofensivo (hasta nueve en el primer acto) fue el resquicio por el logró igualar. Sólo un triple marca de la casa de Marcelinho, desde el centro del campo a una pierna, tan parecido a aquel de la final de Liga de 2012 en el Palau, otorgó ventaja mínima a los insulares al descanso (39-37).
A la vuelta de vestuarios se desató la tormenta, como no podía ser de otra forma. Fuera contemplaciones. La osadía de los malagueños, que regresaron con un 0-7 de parcial, fue contestada con contundencia. En una reacción canaria liderada por Huertas, incontenible hasta para Alberto Díaz. Fue un 14-0 que hizo temblar a Unicaja (53-44). O lo pareció, porque en ese abismo, sus muñecas se destensaron. A base de triples llegó su réplica, los cuatro sin fallo de Kalinoski, un tipo que aprendió en la escuela de Stephen Curry, la Universidad de Davidson. Y los tres seguidos de Tyson Carter, el héroe inesperado: entró en pista en plena crisis en la segunda mitad (52-44) y se marchó con 17 puntos y su equipo en plena ola (72-78).
La igualdad no se podía aguantar en el Olímpic y el intercambio era brutal. Pero los triples eran una tortura para el Tenerife y Unicaja cada vez corría más, imponía su físico, su tendencia siempre al ataque. Cuando Barreiro acertó con el enésimo, algo pareció quebrarse. Restaban cuatro minutos y el gallego robo un balón para que Osetkowski volviera a herir desde el perímetro (69-77). Fue ya el fin para una final que se recordaba quizá porque vuelva a tardar en repetirse, sin Barça ni Madrid en la cumbre.