Con su triunfo (71-76), el conjunto que dirige Chus Mateo mantiene su pleno en Liga Endesa
En la tercera jornada de la Liga Endesa, el Real Madrid logra asaltar el Palacio Martín Carpena (71-76) a base de físico, rebotes y regularidad defensiva ante un Unicaja negado desde el tiro triple -16% de acierto-, pero competitivo hasta apretar el resultado en un emocionante final que decidió con una canasta y dos tiros libres anotados. El conjunto blanco mantiene así su pleno de victorias (3-0) liguero.
El comienzo de partido del Real Madrid fue de equipo total; la dirección del Chacho Rodríguez funcionó de facto pese a la defensa pegadiza de Alberto Díaz, y Mario Hezonja empezó activo, pero el ambiente infernal del Carpena no tardó en llegar.
Desde la aportación física de Augusto Lima, el Unicaja despertó emocionalmente y el partido pasó a ser un duelo de defensas (6-9, minuto 8), hasta que la entrada de la dinamita blanca con Dzanan Musa y Sergio Llull en la rotación abrió brecha para poner a los cajistas cuatro puntos por debajo.
Defensa en vez de acierto
Los problemas con el reloj del partido ralentizaron en un par de ocasiones el juego, ante la impaciencia de un Carpena lleno que apretó durante los 40 minutos. En ese ecosistema de pulsaciones altas el Unicaja se excedía de revoluciones y entraba en precipitaciones que, ante un rival así, se pagan caras.
Estar por debajo del 30% en tiros de campo dificulta jugarle de tú a tú al conjunto de Chus Mateo, por lo que se tuvo que esperar la inspiración de los cañoneros cajistas manteniendo una regularidad defensiva que se estaba consiguiendo: no estaba cómodo Edy Tavares.
Dos chispazos de Darío Brizuela, hasta el momento en las sombras, auparon a los locales a darle la vuelta al marcador por primera vez (25-23, minuto 16); ahí respondió el Madrid con los tiros libres y las canastas de trinchera, bajo el aro, con Tavares apareciendo en el momento justo para marchar al descanso seis arriba.
A la vuelta del descanso, el Madrid salió enchufado y el Unicaja, impotente desde la línea de tres, lo fio todo a esos parciales más de corazón que de baloncesto para intentar recortar, aunque David Kravish se hipotecara por el camino con su cuarta falta personal, al igual que Llull más adelante.
La inmensidad de Poirier y Yabusele en la pintura estaba decantando la balanza en el rebote y los duelos físicos: fue la clave para que el cuadro de Chus Mateo comenzara a enterrar a su rival a base de puntos en el tiroteo mutuo (47-56, minuto 30).
La reacción local
El Unicaja parecía herido, pero nunca hundido, y aprovechó la inspiración de Brizuela en ataque para ponerse a seis puntos de distancia con casi ocho minutos por delante, pero necesitaba que otros segundos espadas como Kendrick Perry se sumaran… y no lo hicieron.
El Real Madrid se mantuvo fuerte en el rebote, incomodó al Unicaja en sus ataques (los porcentajes de tiro exterior fueron demasiado bajos) y usó de manera inteligente sus faltas para cortar los contraataques malagueños, pero esos se vinieron arriba y creyeron en lo imposible hasta ponerse a dos puntos.
“¡Sí se puede, sí se puede! gritaba el Carpena, más ruidoso que nunca, pero en ese infierno verde apareció Llull con cuatro puntos seguidos (los únicos suyos en el choque) que cerraron una victoria más en Liga ACB, la tercera en tres partidos para los blancos.