Olympiacos 73 – Real Madrid 60
Cabreo de Chus Mateo por un encuentro en el que estaba en juego el liderato de la Euroliga y los jugadores madridistas no supieron competir
El Real Madrid cayó ante el Olympiacos sobre un parqué lleno de barro (73-60). Fue uno de esos partidos donde se jalean las posesiones que acaban sin un tiro a canasta. Donde los aros parecen atornillados a sangre y los puntos en la pintura se pagan en moratones. Un partido donde faltaron el ritmo, el espacio y el oxígeno. Un encuentro donde estaba en juego el liderato de la Euroliga y el Real Madrid no supo competir.
Era una mala noche para presentarse sin sus dos principales directores, Sergio Rodríguez y Nigel Williams-Goss, que por fin se estaban asentando a los mandos. Y una mala noche para tener el punto de mira desatinado. Contra una defensa tan espesa, el Real Madrid habría agradecido cualquier cosa que hubiera aclarado el panorama. Y en cambio, la falta de acierto (3/25 en triples) y las pérdidas de balón (14) condenaron al equipo blanco.
Esa sangría de balones, puntos fáciles para el Olympiacos, provocaron el primer cabreo serio de Mateo en el banquillo. Pero no era tanto una cuestión de atención o intensidad, intangibles habituales en estos casos, como de buena defensa del equipo griego y mano de obra disponible. El Madrid se ataba a Tavares, el atajo más rápido en estos casos, pero hasta esa fuente se agotaría (8 puntos en el primer cuarto, 12 en el partido).
Había tal acumulación en la pintura, que hasta al gigante caboverdiano le costó imponer su ley. Casi el camino más cómodo para anotar cerca del aro era pegarse por un rebote ofensivo. El golpazo no se le ahorraba a nadie en las dos canastas, pero la segunda oportunidad al menos pillaba a la defensa descolocada. Un partido como hecho a medida de Felipe Reyes, presente en la grada y quizá con las manos intranquilas por meterse en semejante barro.
Esos puntos en transición y tras pérdida permitían al Olympiacos avanzar más rápido. Puntos fáciles en una noche de marcador anémico (36-28 para los griegos al descanso). Tanto, que un triple de Isaiah Canaan que ponía un 52-40 con tres minutos del tercer cuarto y todo el último por jugarse, dejó un sabor a ventaja definitiva. No era el día de Llull. Tampoco de Rudy Fernández o Gaby Deck. A duras penas lo fue de Tavares más allá del primer cuarto, o de Dzanan Musa hasta el último.
La noche de nadie en un partido para olvidar y que deja al Real Madrid y el Olympiacos empatados con Barcelona y Fenerbahçe por el liderato de la Euroliga más igualada de todos los tiempos.