La visita a la pista del líder de la Euroliga se saldó con el tercer triunfo a domicilio de la temporada para el Real Madrid, que firmó en el Adidas Arenas su actuación más completa del curso. Facundo Campazzo (19 puntos, seis asistencias) y Walter Tavares (10 puntos, 14 rebotes, tres tapones) acabaron con la resistencia del Paris Basketball, que hasta ese momento sólo había inclinado una vez la rodilla como local. [Narración y estadísticas (85-96)]
Tras la debacle ante el Zalgiris, Chus Mateo dejó fuera de la convocatoria a Xavier Rathan-Mayes y sin un solo minuto a Serge Ibaka. Una pequeña revolución para este grupo tan necesitado de rearme anímico. La baja de última hora de TJ Shorts, que venía promediando 19,3 puntos y 7,9 asistencias, supuso otro alivio para la defensa blanca, que venía haciendo aguas desde septiembre.
Pese a la ausencia del base, el equipo de Tiago Splitter amenazó desde el perímetro gracias a la inspiración de Maodo Lo (30 puntos, siete asistencias), indetectable durante los primeros minutos. Tras el intercambio de golpes, el Madrid empezó a hacerse sentir gracias a la intensidad de Andrés Feliz y Usman Garuba, estandartes de la segunda unidad, tan fuera de onda en las últimas semanas.
La frescura de Hezonja
El Paris Basketball se sostenía gracias a los triples de Nadir Hifi (16 puntos al descanso), pero el vigente subcampeón replicaba con algo más que consistencia. Al control de los tableros (49 rebotes, 18 más que el rival) había que añadir la frescura de Mario Hezonja (17 puntos). Un balón de oxígeno para el genio croata, otro de los señalados ante Fenerbahçe y Zalgiris.
Con ocho triples al descanso, el Madrid lucía un aspecto más jovial, mientras los franceses sólo reunían acciones aisladas. Aun así, con un triple de Hifi, el Madrid sintió otra vez el vértigo a 3:31 para el final (78-80). Entonces, un 2+1 de Campazzo, un triple de Hezonja y el acierto desde el tiro libre de Gabriel Deck hicieron añicos cualquier atisbo de remontada.
No hubo opción para la fatalidad, como ante el Maccabi o el Asvel. El Madrid pudo disfrutar de un desenlace tranquilo, mientras los 8.000 espectadores daban por perdido el liderato, que pasa ahora a manos del AS Mónaco. El equipo de Vassilis Spanoulis, reciente sustituto de Sasa Obradovic, rinde visita el jueves al WiZink Center.
Draymond Green se encaró este miércoles con Santi Aldama durante el partido entre los Golden State Warriors y los Memphis Grizzlies en el que el español brilló con 27 puntos y se quedó a uno solo de igualar su mejor anotación en la NBA. Aldama logró 27 puntos (9 de 18 en tiros de campo, 6 de 12 en triples), 9 rebotes, 4 asistencias, 2 robos y un tapón.
Se quedó así a un solo punto de los 28 tantos que consiguió en noviembre contra los Boston Celtics y con los que estableció su récord de anotación en la NBA.
Más allá de su gran actuación, Aldama fue protagonista de este encuentro ante Golden State por su incidente con Green. Con 6.52 para el descanso, el español capturó un rebote ofensivo y metió una canasta delante del pívot de los Warriors.
Ambos jugadores chocaron con la jugada yendo ya hacia la otra canasta, pero Green le puso justo después las manos al español en el pecho y le agarró de la camiseta mientras negaba con la cabeza.
El rifirrafe no fue a mayores pero el banquillo de los Grizzlies, tras pedir tiempo muerto una vez que Moses Moody firmó un triple para los Warriors en la siguiente posesión, protestó a los árbitros que no hubieran pitado nada por esa acción de Green.
Tanto Aldama como Taylor Jenkins, entrenador de Memphis, mostraron su enfado ante los árbitros.
Durante ese tiempo muerto, Green y Desmond Bane también se encararon y después de algunos empujones con más jugadores alrededor Jenkins acabó en el suelo.
Los árbitros revisaron el vídeo de todo lo sucedido y pitaron una técnica a Green y otra a Bane. El partido continuó y acabó con triunfo de Golden State por 137-116.
Imprescindible en los Warriors junto a Stephen Curry y Klay Thompson, Green tiene un largo historial de acciones muy polémicas y controvertidas.
Contando solo las de esta temporada, en noviembre agarró por el cuello con una llave a Rudy Gobert en una tangana en el duelo contra los Minnesota Timberwolves, una expulsión por la que recibió además una sanción de cinco partidos por parte de la NBA.
Más serio aún fue el manotazo que Green le dio en la cara a Jusuf Nurkic (Phoenix Suns) en diciembre, un grave incidente que le llevó a una suspensión indefinida de la NBA por la que acabaría perdiéndose 16 partidos.
Tres jugadores leyendas de nuestro baloncesto cenan y cuentan batallas, divertidos momentos que siempre acababan en victoria. Uno va al baño y en la barra ve anunciado un número de lotería de navidad, acaba en el que él llevó siempre en su club y en la absoluta. Ha de comprarlo, no admiten bizum ni tarjeta. Vuelve a la mesa, sus compañeros tampoco usan metálico. Buscan dinero físico, ya ninguno puede renunciar a comprar un décimo. Siguen jugando
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Ni las predicciones más optimistas. Los Thunder no entraban en ninguna quiniela al anillo e incluso ahora, partiendo desde la 'pole' del Oeste a los playoffs -ya dominan 2-0 a los Pelicans en primera ronda-, muchos no les dan demasiado recorrido. Cuesta creérselos porque hace nada estaban en las catacumbas de la NBA, acumulando nostalgia, derrotas y rondas de draft (15 primeras y 22 segundas de aquí a 2030...) que parecían no tener sentido. Sin embargo, el plan a largo plazo de su arquitecto, el General Manager Sam Presti, esta vez ha funcionado.
Y eso que el dirigente ya conoció el fracaso cuando todos los focos apuntaban a esa franquicia que se había instalado en Oklahoma City desde Seattle en 2008 (los míticos y añorados Supersonics) y que juntó en tres temporadas a Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden (y Serge Ibaka). Lo que parecía un trío insuperable resultó incapaz de ganar la NBA. Lo más cerca que estuvo fue en las Finales de 2012 y todo se desintegró. Hasta ahora.
Ahora, la juventud asombra. Los Thunder que dirige desde el banquillo Mark Daigneault (39 años), quien, en su cuarta temporada va a ser nombrado entrenador del año por unanimidad, tienen una edad media de menos de 24 años. Sólo se pueden comparar a los Spurs, pero unos han quedado últimos del Oeste y los otros primeros. "He escuchado que somos demasiado jóvenes todo el año. No va a cambiar. Probablemente seremos jóvenes durante otros cuatro o cinco años. No nos preocupamos por eso. Nos centramos en lo que sucede entre estas cuatro paredes", desafía su estrella, Shai Gilgeous-Alexander, el titular más 'veterano' con 25 años.
El equipo de Oklahoma ha ganado 57 partidos, 16 más que la temporada pasada (play in) y 16 más que la anterior. Un brutal crecimiento exponencial. Igualados con los Nuggets, han logrado la corona del salvaje Oeste. Y nadie lo hizo con menos edad (ni los Suns de 2005). De hecho, en la historia de la NBA nadie ganó el anillo con semejante precocidad en sus jugadores. Lo más parecido serían los Blazers del 77 y los Warriors del 56.
"No estamos aquí por un accidente. Hubo mucho trabajo por el camino", reivindicaba Chet Holmgren tras lograr el galardón en la última jornada de la temporada regular. El gigante es uno de los secretos del éxito. Su irrupción tras no poder debutar en su temporada rookie a causa de una lesión ha sido fundamental con 16,5 puntos, 7,9 rebotes y 2,3 tapones por partido y una competitividad insospechada, hasta el punto de discutirle por momentos el premio de rookie del año al mismísimo Victor Wembanyama. Completa un quinteto junto al prometedor Jalen Williams, el australiano Josh Giddey y el todoterreno Luguentz Dort. La estrella, sin discusión, es Shai.
El canadiense es una reinvención en sí mismo, un claro ejemplo de ir superando expectativas. Llegó a los Thunder vía traspaso, en el paquete por Paul George en 2019. Y fue creciendo hasta colarse en la mismísima discusión por el MVP, en la que sólo le superan Nikola Jokic y Luka Doncic. "Es un base de la vieja escuela NBA. No tira triples y triples, juega un poco lento, cambia de ritmo muchísimo. Es probablemente el jugador con el que más disfruto", aseguraba Derek Fisher, ex de los Thunder, en una entrevista a EL MUNDO.
Shai es hijo de Charmaine Gilgeous, ex velocista que corrió los 400 metros en Barcelona 92 por Antigua y Barbuda y que fue una madre soltera que inyectó la disciplina en sus vástagos en el suburbio de Hamilton (Ontario). El base ha ido creciendo paso a paso. Durante la pandemia transformó totalmente su físico y aprovechó la influencia de Chris Paul como compañero (casi un hermano mayor) para evolucionar su juego. Esta temporada, tras un verano en el que lideró a Canadá hasta el bronce Mundial, ha crecido en todos los aspectos estadísticos. Es el tercer máximo anotador de la liga (30,1 puntos) y el mejor ladrón (2). Y se convirtió en el tercer jugador en la historia en promediar más de 30 puntos, dos robos por partido y 50% de tiros en una temporada, uniéndose a Stephen Curry y Michael Jordan.
"Es como si fuera adicto a la sensación de mejorar. He llegado hasta aquí. He trabajado tan duro. Y sólo puedo hacerlo durante 10 años más, si tengo suerte. Entonces, ¿por qué no, durante los próximos 10 años, dar todo de mi y ver lo que puedo ser?", reivindica Shai, que come una manzana roja antes de cada partido. "No hay una noche en la que no sienta que tenemos al mejor jugador en la cancha. Nuestro ataque y nuestra defensa están entre los cinco primeros de la Liga. El contribuye en ambas cosas", pone en valor Daigneault. "Creo que su consistencia, su aplomo y su confianza han tenido un increíble efecto contagioso en uno de los equipos más jóvenes de la liga, uno de los equipos más jóvenes en la historia en lograr lo que este equipo logró", concluye el técnico.